El Llamamiento al Pueblo Alemán y al Mundo Cultural

01.02.1919

El contexto histórico

Después de la guerra de 1914/18, durante el período de la gran incertidumbre, surgió un movimiento de considerable envergadura. En el mes de febrero de 1919, apareció en muchos de los más importantes diarios de Alemania, Austria y Suiza, el Llamamiento al Pueblo Alemán y al Mundo Civilizado, de Rudolf Steiner, con más de 250 firmantes, entre ellos, muchas personalidades prominentes de las esferas cultural y económica.

Inmediatamente, se formó entonces, una asociación para trabajar en pro de un nuevo orden social.

En muchas conferencias, que contaron con múltiple y entusiasta audiencia, incluso de los trabajadores industriales, Rudolf Steiner expuso las ideas de la necesaria reorganización sobre la base de la "estructura ternaria del organismo social". Ordenamiento de la sociedad, que tarde o temprano, tendrá que realizarse. Si bien parece que la humanidad, todavía tendrá que pasar por nuevas experiencias amargas, antes de alcanzar el debido grado de madurez.

A través de aquel movimiento se obtuvieron algunos resultados significativos, entre ellos, la fundación de la pedagogía "Waldorf", como primer paso en dirección a la instauración de una vida cultural autónoma.

Fuente: Introducción de Francisco Schneider a “La ciencia espiritual y la cuestión social. Los puntos esenciales de la cuestión social en la vida del presente y del futuro”, Buenos Aires, 1981.

 

El texto del Llamamiento

¡Al pueblo alemán y al mundo cultural!

Seguro y asentado para tiempos infinitos: así consideró el pueblo alemán el “edificio” del Reich, edificado medio siglo antes. En agosto de 1914, en el contexto de los comienzos de la catástrofe bélica, aún se pensó que este edificio seguiría indestructible. Hoy solo queda contemplarlo hecho escombros. Después de tal experiencia, hace falta una auto-reflexión, porque la opinión vigente durante medio siglo, y en particular los pensamientos dominantes durante los años de guerra, evidenciaron ser un trágico error.

¿Cuáles fueron las razones de este error fatal? Esta pregunta es importante que induzca a una cavilación en las almas del conjunto del pueblo alemán. Su existencia dependerá de si ahora tiene o no, la fuerza para tal introspección. Su futuro depende de si puede plantearse seriamente la pregunta: ¿cómo caí en el error? Si se plantea esta pregunta hoy, se dará cuenta, de que hace medio siglo, fundó un Reich y no le dio una tarea basada en el ser esencial de dicho pueblo.

Recién fundado el Reich, el empeño principal fue el de poner en orden sus condiciones internas de vida, de acuerdo con los requisitos, que año tras año, surgieron respecto a las antiguas tradiciones y las nuevas necesidades. Más tarde, se comenzó a consolidar y a ampliar la posición de poder externo fundamentada en fuerzas materiales. Esto abarcó medidas relacionadas con las necesidades sociales surgidas, que, aunque tenían en consideración lo que traía consigo el día a día, carecían de un gran objetivo. Uno, que podía haber sido intuido mediante el reconocimiento de las fuerzas evolutivas, a las cuales se debe enfrentar la humanidad en los tiempos modernos.

Así pues, el Reich se vio colocado en el contexto mundial sin un objetivo sustancial que justificara su existencia. Esta circunstancia se mostró tristemente en el transcurso de la catástrofe de la guerra. Hasta el estallido de la misma, el mundo exterior no había podido ver nada en el comportamiento del Reich, que pudiera haber dado la sensación de que sus administradores estaban cumpliendo una misión histórica mundial, que nunca podía merecer ser erradicada. El hecho de que los administradores no encontraron esta misión histórica, necesariamente generó en el resto del mundo, una visión que hoy puede ser interpretada como la verdadera razón del ocaso alemán.

Es de una envergadura inmensa, para el pueblo alemán, la capacidad o incapacidad de evaluar imparcialmente esta situación. En la adversidad actual, sería fundamental que surgiera el reconocimiento que no se produjo durante los últimos cincuenta años. En lugar del pensamiento escrupuloso de las exigencias inmediatas del presente, ahora podría haber una generosa concepción de la vida, que abarcara el esfuerzo de reconocer las fuerzas evolutivas de la humanidad moderna con pensamientos enérgicos, y que se dedicara, con decisión y voluntad, a conocerlas. Sería necesario parar el impulso mezquino que desacredita como idealistas poco prácticos, a todos aquellos que dirigen su atención a estas fuerzas evolutivas.

Sería muy importante que acabara la presunción y la arrogancia de aquellos que se consideran a sí mismos como prácticos, y que, sin embargo, con estrechez de miras, enmascarada por el sentido de la praxis, fueron los causantes de la desgracia. Lo que se debe tener en cuenta ahora, es lo que los idealistas, que son los verdaderos hombres prácticos, tienen que decir sobre las necesidades de desarrollo de nuestra época.

Es cierto que los "prácticos" de todas las vertientes vieron llegar durante mucho tiempo las nuevas exigencias humanas. Sin embargo, su modo de corresponder a éstas, se movía en el marco de viejos hábitos de pensamiento y de instituciones anticuadas.

La vida económica de los últimos tiempos produjo dichas exigencias, pero pareció imposible satisfacerlas a través de la iniciativa privada. Para unos, la necesaria respuesta parecía consistir en la transición parcial del trabajo privado al trabajo comunitario; y ésta se realizó dando la bienvenida a esta filosofía de vida. Para otros, el objetivo fue la transición radical de todo trabajo privado al trabajo comunitario – siguiendo una filosofía que, frente al desarrollo de una nueva vida económica, no tiene interés en la preservación de los obsoletos objetivos privados.

Todas las aspiraciones que han surgido hasta ahora a la luz de las recientes exigencias de la humanidad, tienen algo en común. Están presionando para la socialización de lo privado, y para ello, cuentan con la integración de lo privado en las comunidades (el Estado, el municipio), que sin embargo, se remontan a condiciones que nada tienen que ver con las nuevas exigencias. Otro aspecto de dichas aspiraciones, es que se considera crear nuevos tipos de comunidad (por ejemplo, cooperativas), que no fueron desarrolladas en el sentido completo de las nuevas exigencias, sino por el contrario, siguen el modelo del pensamiento tradicional. De todos modos, hace falta reconocer la verdad, de que ninguna comunidad formada en el sentido de estos antiguos hábitos de pensamiento, será capaz de integrar en sí, lo que se pretende que debería integrar.

Las fuerzas de la época están presionando para la realización de una estructura social de la humanidad, que es muy diferente, de lo que se suele considerar generalmente hoy en día. Las comunidades sociales se han formado, en gran parte, a partir de los instintos sociales de la humanidad. La tarea de nuestros tiempos consiste en penetrar las fuerzas y tendencias con plena conciencia.

El organismo social está estructurado como el natural. Y al igual que el organismo natural debe atender el pensamiento a través de la cabeza y no a través de los pulmones, así también, el organismo social debe subdividirse en sistemas de los cuales ninguno debe asumir la tarea del otro, sino que cada uno debe cooperar con los demás, manteniendo al mismo tiempo su autonomía. La vida económica solo puede prosperar si se organiza a sí misma como un miembro independiente del organismo social de acuerdo con sus propias fuerzas y leyes, y si su estructura no se ve afectada por el hecho de que otro miembro del organismo social, el de la acción política, absorba sus fuerzas.

Más bien, este miembro políticamente activo, debe existir en completa independencia junto con el económico, tal como en el organismo natural el sistema respiratorio coexiste al lado del sistema cefálico. Su cooperación saludable, no puede lograrse proporcionando a ambos miembros un solo cuerpo legislativo y administrativo. Cada uno debe tener su propia legislación y administración, y solo desde ahí, se puede producir una cooperación viva. Si no es así, el sistema político destruirá la economía pretendiendo apoderarse de ella; y el sistema económico perderá su vitalidad, queriendo volverse político.

Además de estos dos miembros del organismo social, debe formarse un tercero, con total independencia y con sus propias condiciones de vida. Este tercer miembro es el del ámbito espiritual, del que también participan los otros dos ámbitos. Y a éstos, les influirá la regulación y la gestión del tercer miembro, pero de una manera no invasiva, y con una intervención que no debe ser diferente a la influencia mutua de los miembros que coexisten en un organismo natural.

Para lo que se dice aquí sobre las necesidades del organismo social, incluso hoy, es posible dar una detallada y amplia justificación científica. En lo aquí expuesto, solo se pueden indicar algunas pautas para todos aquellos que quieran indagar estas necesidades.

La fundación del Reich alemán coincidió con tiempos en los que estas necesidades se acercaban a la humanidad moderna. La administración del mismo no sabía cómo darse una tarea basada en la visión de tales necesidades. Tal visión no solo le habría proporcionado tanto una estructura interna sana como una dirección legítima a su política exterior. Con tal política, el pueblo alemán podría haber llevado una convivencia sana con los otros pueblos.

Ahora, frente a la desgracia que se ha producido, sería vital que se iniciara una nueva concienciación. Habría que desarrollar la voluntad hacia el posible organismo social. No una Alemania que dejó de existir y que no tenía que haberse presentado al mundo exterior; más bien los sistemas espiritual, político y económico deberían tener sus respectivos representantes para, como delegaciones independientes, entrar en negociaciones con aquellos por quienes Alemania fue derrotada – una Alemania que había adquirido una forma social insostenible a causa de la confusión de los tres sistemas sociales.

Ya se están vislumbrando los argumentos de los prácticos comentando la complejidad de lo aquí expuesto, a los que les resulta incómodo pensar siquiera en la interacción de tres cuerpos sociales, porque no quieren saber nada de las exigencias reales de la vida, y prefieren hacer una política de acuerdo con las exigencias cómodas de su propio pensamiento. Ellos deben tener claro que hay dos opciones: ajustar el propio pensamiento a las exigencias de la realidad, o no aprender nada del desastre recién experimentado, multiplicando ulteriormente la desgracia actual con desgracias adicionales hasta el infinito.

 

Traducción de Michael Kranawetvogl, enero de 2019