Escasez de recursos naturales mundiales y contabilidad mundial

01.12.2017

El noviembre pasado, la Cumbre Mundial del Clima ha reunido en Bonn (DE) a cerca de 25.000 personas de unos 200 países. El objetivo era empezar a trasladar las metas del Acuerdo de París de 2015 a hechos concretos. La fecha de la Cumbre coincidió con la llamada del gobierno español pidiendo que los pueblos de más de 20.000 habitantes desarrollen un plan de emergencia por la sequía que está padeciendo España, e informando de los planes para compensar a los agricultores por la falta de cosecha. Por su parte la ONG ‹Oxfam› lamentó en dicha Cumbre el poco apoyo financiero a las economías en vías de desarrollo en concepto de daños y pérdidas.

En ambos casos, el clima y el cambio climático son factores que intervienen en la cuestión de la disponibilidad y justa distribución de suelo fértil y cultivable. Por ejemplo en Latinoamérica, un muy alto porcentaje de la superficie cultivable está en manos de empresas del agronegocio dedicadas a la producción de monocultivos genéticamente modificados con el argumento de que hay que usarlos para contrarrestar la escasez de tierra y las inclemencias del clima. Las expulsiones de indígenas de sus tierras se han multiplicado. En los últimos años se han disparado la demanda y la especulación sobre las tierras cultivables, un recurso cada vez más escaso y preciado.

El modelo de contabilidad de la huella ecológica

Mientras los recursos naturales de la tierra disminuyen, gran parte de la humanidad sigue viviendo por encima de sus posibilidades y consume más recursos de lo que la tierra es capaz de proporcionar. La organización ‹Global Footprint Network› (Red Global de la Huella Ecológica) (1) utiliza la llamada "huella ecológica" para describir la relación entre el consumo de alimentos y la superficie laborable necesaria para producirlos y para depositar los residuos, así como para neutralizar las emisiones de CO₂. La humanidad actualmente se comporta como si tuviera 1.7 tierras disponibles. Por lo tanto, los recursos se usan en exceso. Cada año, la ‹Global Footprint Network› determina el llamado «día de sobrepaso»; por ejemplo, si el total de la población mundial consumiese tanto como en los EE UU, los recursos vitales se consumirían el 14 de marzo en lugar de durar todo el ciclo del año.

La huella ecológica es un indicador de deuda con la tierra y del impacto ambiental generado por la demanda de recursos existentes, y por lo tanto un indicador clave para la sostenibilidad. Se puede decir que la huella ecológica es una especie de contabilidad ecológica mundial. El objetivo de esta contabilidad es fijar posteriormente la política medioambiental y las decisiones económicas.

El modelo de contabilidad mundial de Rudolf Steiner

Este modo de contabilidad se aproxima al concepto de una contabilidad mundial propuesto por Rudolf Steiner en el Curso de Economía, bajo las premisas de que el suelo es limitado, sujeto a la fertilidad de la tierra y al ciclo del año, y de que es un bien común en su virtud de espacio vital. Lo que Steiner presenta como contabilidad mundial no es una evaluación estadística que puede desencadenar una acción posterior; más bien Steiner apuesta por una nueva conciencia del uso y significado del dinero. Tal toma de conciencia, parecida a la de la huella ecológica, incluye la función del billete como documento que autoriza a usarlo como orden de compra, y además como certificado de haber realizado un trabajo previo que otorga el derecho de compra.

Considerando que «la tierra no está hecha de caucho y no se puede aumentar según nuestro deseo, y en este sentido es cierto que debe haber alguna conexión entre un territorio fijo y las personas que lo habitan»(2), Steiner introduce una especie de unidad monetaria de «trigo», que representa el trabajo necesario y posible para que una persona produzca una determinada cantidad de trigo en el suelo que aritméticamente le corresponde repartiendo el suelo disponible de una región/un país/del mundo entre el total de la población correspondiente. Con este enfoque las unidades monetarias abstractas que usamos hoy se transforman en la expresión de una conexión «real-ideal» (3) con la tierra.

Esta concepción no se entiende como receta directamente aplicable; lo que pretende de todos modos es crear una conciencia de conexión con la tierra a través del dinero que con el que compramos cualquier mercancía o servicio, que no existiría sin las materias primas de la tierra. La concienciación pretendida por las Cumbres Mundiales del Clima es bien distinta. Mientras las ideas de Steiner se mueven dentro del ámbito económico, la solución que ha salido de las cumbres del clima, en forma de derechos de contaminar comprables, se apropia del ámbito moral y jurídico. Se trata de un modelo económico reduccionista en el que el aire se reduce a mercancía, dejando en evidencia el pensamiento político condicionado por modelos mercantiles de pseudo-responsabilidad moral. | Michael Kranawetvogl, Vilagarcía de Arousa (ES)

 

Notas:

1 Página web de la Global Footprint Network: https://www.footprintnetwork.org/

2 Rudolf Steiner, Ideas sociales -Realidad Social -Práctica social, Stuttgart, 16 de junio de 1920, La cuestión del suelo desde la perspectiva de la trimembración, GA 337a

3 Íbidem.