Hacia la primera Escuela Waldorf

Fundación e inauguración de la escuela de Stuttgart

01.06.2019

Hacia la primera Escuela Waldorf, primera parte

Hacia la primera Escuela Waldorf, segunda parte

Hacia la primera Escuela Waldorf, tercera parte

Hacia la primera Escuela Waldorf, cuarta parte

 

Uno de los primeros impulsos importantes que condujeron la resolución de fundar una escuela fue el comentario de Rudolf Steiner en el encuentro con los amigos de Stuttgart en Dornach: «Lo primero, con el dinero que nos queda, será fundar escuelas libres para enseñar a la gente lo que necesita.» (Véase Antroposofía en el Mundo no. 1/2019). En aquel momento, todos eran conscientes de la función fundamental de la educación dentro del concepto de la trimembración social, sin embargo todavía fue considerado un asunto intergeneracional. Se trató sobre el derecho a la enseñanza para todos, incluyendo los miembros del proletariado, que en aquel entonces no tenían acceso a una educación pública. Bajo este aspecto, Emil Molt había fundado la institución de enseñanza para los trabajadores de la empresa Astoria Waldorf,  encomendando su dirección a Herbert Hahn. En el mismo sentido general, Karl Stockmeyer había redactado a finales de 1918 un volante titulado ‹La libertad. Objetivo de la educación›. Poco a poco, esta concepción se condensó hacia la necesidad de una amplia oferta de enseñanza en forma de escuelas unitarias.

Después del discurso de Rudolf Steiner a los trabajadores de la empresa, el 23 de abril de 1919, el consejo empresarial aprobó la fundación de la primera Escuela Waldorf, y Rudolf Steiner asumió el compromiso de diseñar su funcionamiento. En el boletín interno de la empresa, Emil Molt formula la relación entre la cuestión social y la cuestión de la enseñanza y la educación como sigue: «La cuestión de la socialización significa algo más que tratar la relación entre jefe y trabajador, significa en primera línea la relación de ser humano a ser humano. […] Lo que toca ahora es socializar los pensamientos y sentimientos.» (1), una tarea para cuyo desarrollo fue concebida, como núcleo, la enseñanza desde la primera edad escolar. Dos días después empezaron las conversaciones de planificación. Rudolf Steiner tenía en mente un plan de estudios que abarcara de los 7 a los 16 años de edad, ampliable a unos cursos superiores, los cursos de 11o a 12o., como estudios generales preuniversitarios, pensados como fase preliminar al estudio de una disciplina especializada. Emil Molt se entusiasmó con la idea, como se ve reflejado en los primeros planes arquitectónicos de los edificios a construir en el terreno.

La idea de una Escuela Superior se encuentra mencionada en varias ocasiones, por ejemplo cuando Rudolf Steiner comenta que “Introducir el noveno curso solo tiene sentido con la perspectiva de construir una Escuela Superior, un tema «que vamos a posponer por el momento.» (2) El edificio y el terreno adquiridos por Emil Molt a principios de mayo de 1919 pertenecían al restaurante Uhlandshöhe, un destino popular de los ciudadanos de Stuttgart. Al ver que se formaba una oposición de la ciudadanía frente al plan de dar un nuevo uso al recinto, Emil Molt respondió inmediatamente con una justificación de los planes que fue publicada en un periódico local.

El precio de compra fue de unos 450.000 marcos. Cuatro meses más tarde, Emil Molt habría tenido que desembolsar el triple de dicha cantidad. Anticipando las primeras señales de una inflación galopante, Molt había realizado la compra en el primer y último momento posible. Por otro lado, la inversión significó que iba a haber menos recursos financieros para la empresa Astoria Waldorf.

Es impresionante que al cabo de 4 meses y medio se hubiera realizado la fundación de la escuela, en tiempo récord, calculado desde la toma de decisión en el abril anterior. La primera intuición de Emil Molt, nacida en el día de su visita a Dornach el 9 de noviembre (véase Antroposofía en el Mundo no. 10-2018) se hizo realidad en menos de un año. El lema de Emil Molt (“hacer lo necesario”) junto con las ideas guía de Rudolf Steiner de que no había que perder tiempo, influyeron para que otros se unieran a impulsar el proyecto, aunque fuera en primera línea.

Adquiriendo la licencia para la escuela

En la Alemania de la posguerra y revolución, la República de Weimar solo llegó a constituirse en agosto de 1919, y solo después los Länder (regiones) de Alemania pudieron darse su constitución propia. La situación de principios del año 1919 hizo prácticamente imposible una cooperación ordenada con las autoridades estatales, especialmente cuando se trataba de conseguir del gobierno provisional interino, en el Land de Baden-Wurttemberg, el permiso para un nuevo tipo de escuela. En estas condiciones, el 18 de mayo de 1919, previo contacto de Emil Molt con el Consejo Escolar, Rudolf Steiner y Emil Molt se entrevistaron con el Ministro de Educación del Gobierno interino, Berthold Heymann.

La idea de una escuela unitaria estaba en la línea del partido socialdemócrata de Heymann. Desde 1918 Heymann había estado en contacto con Emil Molt y se había familiarizado con las ideas de la trimembración del organismo social. Posiblemente fue la única persona con coraje para aprobar nuevas iniciativas educativas, y posiblemente Emil Molt fue la única persona capaz de conectar en un momento decisivo con esta persona decisiva. Heymann justificó la licencia para la Escuela Waldorf con una ley de Baden-Wurttemberg del año 1836. Poco después cambió al Ministerio del Interior. Siempre se mantuvo cercano a la escuela Waldorf. En 1933, perseguido por el sistema nacionalsocialista, emigró a Suiza, donde murió en 1939.

Karl Stockmeyer fue el encargado de viajar por Alemania para buscar maestras y maestros entre los círculos de amigos antroposófos. El requisito fue que estuviesen dispuestos a construir una escuela como empleados de la empresa Astoria Waldorf y presentarse en Stuttgart hasta agosto. Con lo cual, a los interesados les quedó un espacio de dos meses para tomar una decisión importante en su vida.

Momento de alcance mundial

En su primera alocución a los maestros, el 21 de agosto de 1919, Rudolf Steiner habla de un «acto festivo de alcance mundial» y caracteriza el momento como momento mundial en el que los presentes podían intuir los gérmenes de iniciativa necesarios para llegar al fruto de todo un nuevo complejo escolar provisto de un plan de estudios de una pedagogía científico-espiritual.

«En primer lugar, en nombre del buen Espíritu que ha de conducir a la humanidad desde la necesidad y la miseria a un nivel evolutivo superior de enseñanza y educación, quiero expresar mi más sincero agradecimiento a los buenos espíritus que han dado a nuestro querido Herr Molt la inspiración de obrar en esta dirección y en este lugar para el desarrollo ulterior de la humanidad, con lo que ha hecho con la Escuela Waldorf. Sé que él es consciente del hecho de que hoy en día nos sentimos con fuerzas débiles para realizar esta tarea. Esto es cómo él ve las cosas; pero sintiéndonos unidos a él en la conciencia de la grandeza de la tarea y del momento en que se emprende, y sintiéndolo como momento solemne en el orden del mundo, le daremos la fuerza para seguir con su labor en medio de nosotros. Desde este punto de vista, queridos amigos, comencemos nuestra actividad. Todos queremos considerarnos como seres humanos a los que el karma ha puesto en el lugar en el cual no se producirá algo ordinario, sino algo que puede provocar en los que participan el sentimiento de un solemne momento en la evolución del mundo.»

100 años después podemos comprobar la fuerza de este impulso espiritual mundial con la existencia de 1200 escuelas Waldorf a lo largo de todas las culturas del mundo.

La inauguración de la escuela

En la inauguración de la «Escuela Libre Waldorf», el 7 de septiembre de 1919 en el parque urbano de Stuttgart, estuvieron presentes 1000 invitados, entre ellos los maestros que inmediatamente después comenzaron su trabajo pedagógico. Rudolf Steiner pronunció el discurso inaugural, defendiendo los tres puntos esenciales de la nueva pedagogía: ciencia, arte y religión, llevados a la experiencia viva individual. Una semana más tarde empezó el primer curso, con 252 alumnos Waldorf inscritos, hijos tanto de los trabajadores de la Astoria Waldorf como de antropósofos. Se empezó con ocho aulas y con 12 maestros.

Los maestros pioneros Waldorf

Para la mayoría de los participantes, su alto nivel de formación académica les habría abierto las puertas para una carrera profesional bien remunerada y de alto prestigio; sin embargo el hecho de estar al servicio de una nueva tarea cultural espiritual significaba para ellos mucho más que los ideales de la alta burguesía de la que procedían.

El nivel de conocimientos culturales, conocimientos previos de la ciencia espiritual y la procedencia de ámbitos o familias de antropósofos hizo posible que los nuevos maestros tuvieran cierta facilidad para abrirse a los contenidos de ‹El estudio del hombre como base de la pedagogía›. La totalidad de conocimientos antropológicos de estos pioneros se puede estimar muy por encima de los científicos y expertos en educación. Sin embargo lo decisivo fue que el conocimiento del ser humano se convirtiera en algo que pudiera ejercer su verdad y beneficio en el contacto cotidiano con los alumnos. La meta pedagógica fue ni más ni menos que tomar en serio el diagnóstico del estado anímico de toda una sociedad, con el conocimiento del ser humano trimembrado y de las dependencias de su pensar, querer y sentir con sus facultades espirituales y sus condiciones fisiológicas. Con lo cual Rudolf Steiner había sentado el fundamento para una educación integral cuyo primer objetivo era la salud anímica-espiritual, pero también física-vital, de los estudiantes.

Después de las catorce conferencias del ciclo “El estudio del hombre como base de la pedagogía”, dadas en del 21 de agosto al 5 de septiembre de 1919 (GA 293), Rudolf Steiner dio a conocer las doce personas que había elegido entre los 24 participantes de este curso, y les asignó las clases y sus materias principales de enseñanza.

Leonie von Mirbach

Rudolf Steiner encomendó a Leonie von Mirbach la tarea de ser la maestra del primer curso. Nacida en Egipto,  y tras pasar 8 años de su infancia en Letonia, Leonie fue apadrinada en 1901 por su abuela en Tübingen donde hizo el bachillerato. Luego estudió biología y filosofía en Halle; durante esta época fue colaboradora del movimiento para la trimembración social.

Steiner aceptó a Leonie para la Escuela de Stuttgart a pesar de que todavía tenía que hacer sus exámenes finales. Mientras tanto, Walter Johannes Stein se encargó del primer curso. Cuando Leonie empezó su trabajo, el curso tenía 34 alumnos. Durante el curso escolar, el número aumentó a 41. A Rudolf Steiner le encantó el modo en que Leonie von Mirbach enseñaba el habla y lenguaje. Su colección de versos y poesías fue para Steiner una prueba del espíritu que reinaba en la Escuela Waldorf. Al cabo de dos años tuvo que cesar sus actividades laborales por motivos de salud, y Herbert Hahn fue elegido para continuar su trabajo pedagógico. (3)

Caroline von Heydebrand

Caroline von Heydebrand provenía de una familia noble de Silesia y trajo consigo una educación general, clásica y antroposófica extraordinariamente completa. Rudolf Steiner le confió el quinto curso con 47 alumnos, el más grande de todos. De constitución delicada, no era más alta que los alumnos. Su voz era tan fina que al principio le resultó difícil mantenerla en clase. El alumnado se componía de hijos de trabajadores de la Waldorf-Astoria provenientes de diferentes escuelas básicas y superiores, una combinación inaudita para los estándares de la época. Al principio del año escolar aún no estaba el mobiliario del aula, y los alumnos se sentaban en las viejas sillas del restaurante. Una condiciones que no podían ser más difíciles para una joven principiante sin estudios pedagógicos ni experiencia docente.

En más de una ocasión, Rudolf Steiner la elogió como ejemplo particularmente productivo de interpretar la antroposofía como base de la nueva didáctica y pedagogía. Ella acompañó regularmente a Steiner en sus giras de conferencias por Inglaterra. Sus consideraciones e ideas didácticas, así como sus observaciones sensibles sobre los niños, la llevaron a publicar escritos sobre la práctica pedagógica en diversas publicaciones. Los problemas de salud, la creciente presión política y las tensiones colegiales internas la obligaron a abandonar la escuela de Stuttgart en 1935. Caroline von Heydebrand murió en el verano de 1938, poco después de que la Escuela de Stuttgart fuera cerrada por los nacionalsocialistas y sus escritos fueran prohibidos.

Herbert Hahn

A Herbert Hahn, Steiner le encomendó la tarea de impartir clases de religión libre, es decir enseñar religión a niños cuyos padres deseaban una educación religiosa no vinculada a ningún credo. Otra materia especial de Hahn fue la enseñanza de idiomas extranjeros. En el tercer año se hizo maestro tutor del tercer curso, fue elegido miembro del consejo de administración escolar, y ejerció de maestro hasta 1931. Durante la época nacionalsocialista, Hahn trasladó su centro de vida y actividad profesional a Holanda. Después de la guerra volvió para seguir dando clases en su «escuela madre» hasta 1961.

La colocación de la piedra de fundación de la Escuela Waldorf

El 16 de diciembre de 1921 se inauguró el edificio principal del complejo escolar. A continuación sigue un extracto de la alocución de Rudolf Steiner con motivo de la colocación de la piedra de fundación.

«Querido amigo Molt, quien fue el primero en emprender en sí la idea de fundar esta escuela, y quien desde su fundación también ha prestado su cooperación, querido Sr. Weippert, quien ha puesto su capacidad arquitectónica al servicio de la construcción de la escuela, queridos amigos del profesorado, que han decidido trabajar con tanta dedicación aquí en esta escuela, en su momento inicial.

Queridos presentes, desde la Asociación de Escuelas Waldorf, el consejo administrativo escolar y la Junta Directiva del Kommende Tag, que con gran prudencia aportan su cuidado y cooperación a este lugar dedicado a la humanidad, estimados miembros de la Unión para la Trimembración del Organismo Social, que se han fijado la tarea de proteger el germen de la vida espiritual libre en esta escuela, mis queridos niños, alumnos de esta escuela, quienes en cierto sentido podéis disfrutar de las primeras clases y de la primera educación de la humanidad aquí en esta escuela:

Me dirijo a todos ustedes en este momento en que es necesario colocar, con el destino y agradecidos en el corazón, la piedra angular para la construcción de la escuela  que se ha hecho realidad por nuestros niños y alumnos, gracias al esfuerzo de todos los círculos implicados. Colocando esta piedra fundamental, le dedicamos las palabras escritas en este documento que se hunde en la Tierra dentro de esta piedra fundamental, de acuerdo con la antigua costumbre:

 

Quiera reinar lo que la fuerza del espíritu en amor,

quiera obrar lo que la luz del espíritu en bondad,

puedan brindar al ser humano en crecimiento,

desde la seguridad del corazón,

desde la firmeza del alma,

para la fuerza física del cuerpo,

para la interioridad del alma,

para la claridad del espíritu.

A estos fines sea consagrado este sitio.

Que en él, sentido juvenil se encuentre con

la atención al ser humano

llena de fuerza y en devoción a la luz.

Los aquí reunidos, hundiendo esta piedra

como símbolo, recuerdan en su corazón

el espíritu del que anhelan

que reine en este edificio.

Para que dé vigor al fundamento

sobre el que han de actuar y vivir

sabiduría liberadora

poder espiritual vigorizante

y manifestación de vida espiritual.

Esto quieren afirmar

en el nombre de Cristo

en puras intenciones

con buena voluntad:

 

Este documento se encierra aquí en el dodecaedro pentagónico, y con este dodecaedro pentagónico, que es el símbolo de la fuerza activa del corazón y del espíritu humano, que queremos aplicar con todas nuestras fuerzas a todo lo que se efectúa en esta escuela, en este dodecaedro pentagónico queremos sumergir en la Tierra este documento.

Queridos amigos, queridos niños, alumnos de la Escuela Waldorf Libre:

De acuerdo con el espíritu de nuestro tiempo, la Escuela Waldorf acaba de ser fundada en un tiempo de serias preocupaciones. La gran desgracia que ha venido sobre la humanidad en forma de una terrible catástrofe bélica, tras desaparecer la imagen externa de esta catástrofe, ha traído consigo tiempos en los que es necesario reflexionar. ¿Qué podemos iniciar para preparar un futuro de la humanidad en el que puedan cuidarse las fuerzas de evolución, progreso y ascensión, en medio de gran necesidad y descenso de la humanidad?

Una de las formas más eficaces de transmitir las fuerzas del presente, que en el presente quizás no pueden ser tan eficaces y benéficas, hacia un futuro en el que puedan ser más benéficas, es la educación. Y en esos tiempos difíciles, en los que la humanidad tenía que centrarse sobre todo en tales nuevos pensamientos, nuestro querido amigo Emil Molt concibió por sí mismo la idea de crear esta Escuela Waldorf.

Hoy, que este edificio anexo de la escuela Waldorf va a tener su primera piedra, queremos sobre todo recordar de la manera más sincera y agradecida ese pensamiento fructífero que nuestro amigo Emil Molt captó en un momento en el que se propuso fundar esta escuela, un momento en el que tal pensamiento fue una respuesta a las cuestiones centrales del presente. Llegarán tiempos en los que quizás habrá una visión objetiva acerca de la fundación de esta escuela, una más objetiva que la que se puede alcanzar hoy, cuando todas las condiciones tremendamente complicadas y confusas del presente todavía confunden demasiado a la humanidad para ver con toda claridad que es una necesidad absoluta del presente tener sobre todo lugares para los jóvenes como éste, fruto de una vida espiritual fundada en sí misma.

El hecho de que Emil Molt pudiera captar este pensamiento desde la sensibilidad por esta gran cuestión del presente, nunca será olvidado y estará debidamente recordado en todas partes donde se tenga comprensión de tales necesidades de la humanidad y de los grandes impulsos para la evolución de la humanidad en general. También debo recordar por su nombre, mis queridos niños, mis queridos alumnos, a aquellas personalidades que han decidido formar el primer cuerpo de profesores de esta escuela, para que lo tengáis inscrito en vuestros corazones,

Queridos niños y estudiantes, que sois los primeros que disfrutarán de la enseñanza y de la educación en esta escuela, os pido que guardéis inscrito en vuestros corazones, en vuestras almas, el hecho de que frente a las grandes y tremendas tareas a las que se enfrentan las personas con respecto a la enseñanza y a la educación para el futuro y las metas de la humanidad, fue una importante y gran decisión, querer ser parte de esta escuela como maestro.

Basta recordar que en este momento esta escuela está despertando la confianza de los círculos más amplios, se podría decir, en todo el mundo. Quien mire bien lo que está sucediendo se enterará de que hay almas en todo el mundo que no sólo saben que existe una escuela Waldorf en Stuttgart, sino que también con gran interés se plantean la pregunta de qué se pretende con algo así como esta escuela Waldorf en Stuttgart. Pues, mis queridos niños, debéis tener en cuenta que vosotros sois los primeros en ser educados en una escuela que, por motivos justos despierta la atención de todo el mundo.

Ante todo, hay que tener en cuenta, y todos debemos dar las gracias de todo corazón, que los primeros maestros que se exponen a tal evaluación del mundo entero tuvieron que tomar una gran decisión. […] Este profesorado ha mostrado que dará, y tendrá que dar, todo lo que está en sus fuerzas para lo que, desde sus impulsos, tiene que suceder en esta escuela.

Ha habido ya ejemplos hermosos en el desarrollo de esta escuela. Y será inolvidable para aquellos que se han dedicado al cuidado de lo que hay que cuidar aquí en esta escuela, en el sentido más amplio de la palabra. Y como os he preguntado a los niños que os educáis aquí en la escuela: ¿Amáis a vuestros profesores? - y vosotros habéis respondido de una manera apropiada, siento la buena relación entre los alumnos y los profesores y que están dispuestos a dejar que paso a paso entre este espíritu aquí en esta escuela. De nuevo os pregunto en este momento, para que también podáis afirmar de corazón cuál es vuestra relación con el profesorado, de nuevo os pregunto a todos: ¿Amáis a vuestros profesores y estáis agradecidos por lo que hacen? - Si es así, quiero que me contestéis con un Sí [Todos los niños afirman en voz alta: ¡Sí!]

Así es, mis queridos niños y alumnos cómo siempre debéis sentir, entonces estará en esta escuela el Espíritu bajo cuya luz, y únicamente bajo ella, podremos hacer lo que hay que hacer. Esta escuela, en la que colocamos la primera piedra hoy, también puede ser objeto de otra consideración. En cierto modo representa un modelo de cómo debemos enseñar y educar hoy. [...] Sólo falta la comprensión en todo el mundo de que no es suficiente fundar una sola escuela modelo, sino que es necesario que se extiende la idea de que tales fundaciones son necesarias por todas partes, que cientos y cientos de personas se unan en la Asociación Mundial para la Educación para fundar estas escuelas en todas partes.

Si esto no puede suceder, tiene que ser este modesto número de alumnos el que traiga al mundo lo que debe ser cuidado para la evolución de la humanidad. Esto aún no lo hemos logrado en este mundo. Si pudiéramos, queridos amigos, fundar hoy en día escuelas en muchos lugares que sigan el modelo de la Escuela Waldorf con medios que cayeran de la Luna, seguro que esas escuelas se llenarían de alumnos en todo el mundo. Ninguna de estas escuelas, pagada con el dinero de la luna, quedaría vacía. Pero lo que falta en el mundo de hoy es el sentido del sacrificio social, que, aunque reconozca formalmente la idea eminentemente necesaria en nuestro tiempo, y aunque tenga el deseo de fundar tales escuelas en todas partes, no da el paso a la voluntad, que es lo único que puede alcanzar lo que es necesario en este tiempo. Y solo cuando este impulso se cumpla en el mundo, la idea de la escuela Waldorf podrá cumplir su cometido.

Para llevar a cabo esta tarea, se necesitan muchas personas que acojan esta idea con comprensión. Y si pudiera ser que en el día de hoy como algo que sólo podemos realizar a través del pensamiento si pudiéramos, no sólo externamente sino internamente, fundar algo que, a través de esta profunda fundación interna con la piedra fundamental que hundimos en la Tierra para este edificio escolar, si pudiéramos poner la piedra fundamental en el corazón de muchas personas, para que de ella surgiera lo que consideramos necesario para el desarrollo de la humanidad y la meta humana, entonces se habría logrado mucho.

Con el alma conmovida, con el corazón conmovido, alumnos de la Escuela Waldorf, os digo a todos que en este momento solemne dirigimos las fuerzas de nuestros corazones hacia lo que acaba de ser señalado como necesario para la humanidad y hacia lo que se ha insinuado con la idea de la Escuela Waldorf. Pues la verdad es que los corazones humanos tienen cierta fuerza una vez llamado a la vida lo que ha de vivir en ellos.

Queridos amigos, queridos niños, queridos alumnos de la Escuela Waldorf. Siempre cuando en la antigüedad se comenzó a preparar los cimientos de un edificio, se sumergía algo vivo en la Tierra, entregando a la vez el documento que llevaba en sí inscrito el objetivo y el significado del edificio, junto con los nombres de los que contribuyeron con sus fuerzas a su construcción.

Con el tiempo, esta idea ha asumido un carácter cada vez más espiritual. Hoy hundimos como símbolo del Espíritu nuestro dodecaedro pentagónico junto con nuestro propósito, que hacemos en nombre de Cristo, desde nuestras intenciones puras, desde nuestra fuerza y desde nuestros esfuerzos, con nuestro propósito que estamos hundiendo en la Tierra desde la sagrada libertad. Hoy colocamos este símbolo en la Tierra como un germen sobre el que hemos dirigido los pensamientos más bellos que podemos pensar.

[...] Que nazca de aquello que hundimos en la Tierra y en el seno de los tiempos, de aquello que hundimos con nuestros pensamientos, sentimientos, impulsos emotivos y volitivos, cuyo símbolo es esta piedra fundamental, que nazca de aquello lo que tenemos que denominar una y otra vez como meta e impulso de la Escuela Waldorf, el resultado de que será un lugar en el que se cuidará todo lo que la humanidad necesita para llegar a nuevos momentos de su avance, de su civilización y de su vida cultural. Que nazca esto de este germen espiritual vivo que vamos a hundir hoy en la Tierra.

Queridos niños, queridos alumnos de la Escuela Waldorf, vosotros sois los primeros en unir el sentimiento, la buena voluntad y la buena intención con lo que se os ha dicho en esta ocasión solemne, y lo que constituye la verdadera piedra de fundación para lo que ha de crecer y prosperar en este lugar como Escuela Waldorf, para el bien de la humanidad y para las metas de la humanidad.» | Michael Kranawetvogl, Vilagarcía de Arosa (ES)

 

Notas:

(1) ‹Waldorf Nachrichten› (Boletín Waldorf), 1919.

(2) Conferencia del 29, de julio de 1920, GA 300a.

(3) Tomás Zdrazil, https://www.erziehungskunst.de/startseite, septiembre de 2018.

 

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