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Impulsos espirituales en y para los tiempos de la trimembración social
De los Enigmas del Alma al Congreso de Navidad
índice
El año 1917
El año 1920
El año 1923
Apéndice I. Las conferencias navideñas del año 1917
Apéndice II. Las conferencias navideñas del año 1920. El puente entre la espiritualidad cósmica y lo físico del ser humano
Apéndice III. El Congreso de Navidad
La comprensión de la trimembración social y el entendimiento del Misterio de Navidad como dos tareas para el futuro de la humanidad
El año 2024 ha sido un año de reflexión sobre las aspiraciones del Congreso de Navidad, las que Rudolf Steiner intentó hacer llegar a toda la Sociedad Antroposófica en los meses posteriores al Congreso y a lo largo de todo el año 1924.
¿Cómo podemos entender el Congreso de Navidad en su relación con los años anteriores y en particular, con los casi 7 años de los “tiempos de la trimembración social”? Entender la relación que existe entre la trimembración social y el Congreso de Navidad significa entender mejor la importancia de ambos impulsos para el futuro de la humanidad y para la tarea civilizatoria de la Sociedad Antroposófica.
La tarea central en este contexto es entender la relación entre la conexión con el espíritu de la trimembración social y el acercamiento al Misterio de Navidad y los Misterios con él relacionados. Tratándose de dos grandes retos importantes para la realización de una cultura cristiana y el futuro de la humanidad, no sorprenderá que Rudolf Steiner haya relacionado la importancia de ambos retos en varias ocasiones.
Este texto intenta trazar el despliegue de ideas y acciones de Rudolf Steiner en los tiempos de la trimembración social desde los primeros comienzos (1917) hasta el último adiós a la trimembración social en el Congreso de Navidad (1923). El punto de inflexión que une ambos momentos son las conferencias navideñas que Rudolf Steiner dio en 1920.
Entender la relación entre 1917 (En torno a los enigmas del alma) y 1923 (Congreso de Navidad y meditación de la Piedra de Fundación) también nos da la oportunidad de conectar con la persona de Rudolf Steiner y con sus intentos agotadores pero incansables de hacer entender la trimembración social en un transcurso de casi 7 años.
El año 1917
En el año 1917, Rudolf Steiner hizo varios Intentos para la paz dirigidos al mundo político, pero también hizo el intento de establecer una relación pacífica entre la antroposofía y la antropología, dirigido a la comunidad científica en su escrito “En torno a los enigmas del alma”. En Navidad del mismo año, Rudolf Steiner habla en Dornach sobre el antagonismo de celebrar la fiesta de paz en medio de la guerra, pero sobre todo sobre la mentira detrás, la de tener una concepción material y materialista del mundo y al mismo tiempo mantener la fe en el espíritu navideño: “Estas cobardes capitulaciones que se hacen una y otra vez, cientos de veces al día, entre la ciencia materialista y las tradiciones religiosas son deshonestos, son un pecado contra lo que la gente pretende celebrar en el Misterio de Navidad.” (Rudolf Steiner, “Verdades de los Misterios e impulsos de Navidad. Antiguos mitos y su significado”, 24 de diciembre de 1917, GA 180)
En su escrito “En torno a los enigmas del alma”, Rudolf Steiner había afirmado: “Si los hallazgos antropológicos de la ciencia natural quieren ser lo que les corresponde que sean, es necesario que haya una ciencia espiritual antroposófica. O existen razones legítimas para la existencia de la antroposofía, o los conocimientos de la ciencia natural tampoco pueden reclamar para sí ningún valor epistemológico.” (Prefacio de ‹En torno a los enigmas del alma›)
En un sentido parecido puede interpretarse el mensaje del ciclo de finales de 1917, “Los trasfondos espirituales del mundo exterior. La caída de los espíritus de las tinieblas”: Si los sentimientos de Navidad quieren ser verdaderos, es necesario acoger lo que la ciencia espiritual Antroposófica aporta para el entendimiento del Misterio de Navidad. Esto significa superar la concepción materialista de la ciencia moderna que, dentro de las limitaciones que se ha dado a sí misma, no llega a desarrollar interpretaciones más allá del nacimiento de una individualidad con ciertas capacidades elevadas cuya espiritualidad se explica por estados anímicos patológicos, alucinaciones (Rudolf Steiner, GA 180, 24 de diciembre de 1917)
El año 1920
Los milagros del mundo orgánico-biológico y las fuerzas vitales-etéricas en él actuantes, como vuelve a resaltar Rudolf Steiner en “En torno a los enigmas del alma”, solo son accesibles al pensamiento vivo-imaginativo. Una ciencia de lo vivo tiene que desarrollar un pensamiento vivo correspondiente.
Tres años más tarde, en Navidad de 1920, Rudolf Steiner propone contemplar de cerca la actitud de los Reyes Magos, representantes de la antigua sabiduría de Oriente y antecesores de la ciencia de nuestra época, frente al Misterio de Navidad. Su cosmovisión y ciencia astronómica los llevó a conocer el momento y el lugar del nacimiento del Niño, pero también a reconocer la alta entidad solar que se acercaba a la Tierra para hacerse humano, y les llevó a acercarse a él en adoración. Lo que los Reyes Magos hicieron desde una vieja clarividencia atávica tiene que ser reconstruido y renovado en nuestros tiempos.
Para ello, parecidamente a la propuesta de reconciliar la antroposofía con la antropología (en 1917, en los comienzo de los “tiempos de la trimembración social”), Rudolf Steiner ahora propone reconciliar la concepción materialista mecánica que la ciencia natural ha desarrollado del cosmos, con la visión del ser cósmico solar del Cristo, el ser que se hizo humano y se unió a la Tierra, para llegar a una imagen que supere la idea de Sol, Tierra, planetas y estrellas como cuerpos puramente materiales con movimientos mecánicos. Una primera orientación en esta dirección es la Imaginación cósmica de Navidad, dada en el ciclo “La convivencia con el ciclo del año en cuatro imaginaciones cósmicas, del año 1923. En ella, Rudolf Steiner habla, entre otras cosas, de la dependencia de la Tierra de las condiciones cósmicas de luz y calor a lo largo del curso del año y los cambios en el comportamiento de las sustancias del organismo Tierra. Esta imaginación nos ayuda a tener un entendimiento espiritual del suceso cósmico mencionado en la meditación de la Piedra de Fundación dada por Rudolf Steiner en el Congreso de Navidad del mismo año, 1923. En la cuarta estrofa de esta meditación aparece el “Cristo Sol” con su misión de aportar luz y calor a la humanidad. Lo que sucede en tiempo de Navidad entre el planeta Tierra y el planeta Sol, con los cambios correspondientes en las condiciones de luz y calor para la atmósfera terrenal, deja de tener mero sentido físico.
De esta manera Rudolf Steiner renueva el intento que hizo en “En torno a los enigmas del alma”: tender un puente entre la ciencia espiritual de la antroposofía y la antropología orientada en la ciencia natural. Ahora, sin embargo, no lo hace con argumentos epistemológicos, sino con palabras cuyo contenido llega a todo el mundo..
Por otro lado, no es gratuito que en el ciclo de Navidad de 1920, “El puente entre la espiritualidad cósmica y lo físico del ser humano”, Rudolf Steiner haya incluido una conferencia en la que describe la doble naturaleza de la luz y del calor, es decir, en su aspecto natural y espiritual/moral. De hecho este ciclo puede poner en un contexto más amplio lo que Rudolf Steiner condensó en un solo mantra, en la cuarta estrofa de la meditación de la Piedra de Fundación. Los dos textos esclarecen el uno al otro, describiendo el ser humano en su dimensión individual, universal y social.
Acercarse al Misterio de Navidad y al reto de la trimembración social
Igual que la sensación de la Navidad se apodera cada año de gran parte de la humanidad, aunque sea con puro sentimentalismo y un deseo indefinido de paz, también es necesario volver a profundizar periódicamente las ideas de la trimembración social, que no pueden ser un conjunto de dogmas y conocimientos entendidos una vez por todas. Es una trágica realidad de la humanidad moderna el hecho de que en gran parte de ella se produzca anualmente el anhelo de entender la Navidad en su envergadura espiritual sin que logre conectar de verdad con su espíritu. Un punto de acceso que quería dar Rudolf Steiner, es el entendimiento de cómo podemos ordenar las fuerzas de pensamiento, sentimiento y voluntad de una forma sana, inspirada en la tarea de plantearnos de pregunta de si seríamos capaces de desarrollar una actitud de Reyes y Pastores modernos, y cómo ésta tendría su lugar dentro de la sociedad.
La salvación y sanación no está en un solo y único cerebro, como central de pensamiento único, ya sea en forma de un gobierno nacional o en forma de la OMS, sino en construir el orden social trimembrado, en el que las fuerzas del pensamiento, del sentimiento y de la voluntad tengan su espacio en el sentido más humano.
Como en 1917, cuando las iniciativas de Rudolf Steiner abarcaron tanto sus propuestas para un acuerdo de paz como una presentación de la necesidad de un nuevo orden social trimembrado, el mensaje navideño de paz puede siempre ser interpretado en su relación con el ideal de una convivencia pacífica de los pueblos. Las ideas principales de la trimembración son un modelo de paz en el sentido de que los profesionales y representantes de los tres ámbitos sociales se organicen en independencia de los intereses de una sola autoridad central, en paz y libertad a través de fronteras.
El año 1923
En el Congreso de Navidad, el día de Navidad, el 25 de diciembre de 1923, Rudolf Steiner menciona el momento de 1917 en el que empezó a esbozar por primera vez de una manera completa y sistemática el enigma de la trimembración del alma humana en pensamiento, sentimiento y voluntad.
“Desde hace décadas pudo ser percibida aquella trimembración del ser humano, por medio de la cual el hombre puede dar vida en forma renovada al “Conócete a ti mismo” en la totalidad de su ser como espíritu, alma y cuerpo. Es cierto que esta trimembración pudo ser percibida ya desde hace décadas. Yo mismo pude llevarla por primera vez a su madurez durante la última década de los años tormentosos de la guerra. Entonces intenté indicar cómo el ser humano también vive en el ámbito físico en su sistema metabólico y de los miembros, en su sistema rítmico del corazón y en su sistema pensante y perceptivo de la cabeza.”
A este conocimiento de los tres sistemas funcionales en su relación con las tres facultades anímicas, descrito por Rudolf Steiner en el año 1917 en su escrito ‹En torno a los Enigmas del Alma, ahora se ha de unir ahora la cualidad de los Pastores: En “En torno a los enigmas del alma” se había expuesto las dependencias espirituales (y físicas) del alma humana hablando de la relación de las tres facultades anímicas con las tres facultades anímicas superiores (imaginación, inspiración, intuición) – en un texto principalmente dirigido a la comunidad científica y en un lenguaje sobrio que casi parece técnico en comparación con la forma solemne, íntima y humana de los versos de la meditación de la Piedra de Fundación. La cuarta estrofa de esta meditación resume el cambio radical que el Misterio de Navidad supone para el pensamiento, el sentimiento y la voluntad humanas. Los enigmas del alma se convierten en misterio – como dos tareas a las que la humanidad tiene que acercarse en un periodo de tiempo no demasiado largo. Luz y calor que bajan de las alturas al pensamiento y sentimiento humanos para fluir en buena voluntad.
La grandeza del momento del Congreso de Navidad prohibió volver a insistir de manera puntillosa y pedagógica en las consecuencias de la trimembración interna verdaderamente sentida para el orden trimembrado social construido en el mismo espíritu. Este mensaje ya pudo haber sido escuchado en las conferencias de Rudolf Steiner de 1920. Es tarea nuestra entender las relaciones sin depender de instrucciones y sin creer que sea suficiente un conjunto de reglas prácticas.
Apéndice I. Las conferencias navideñas del año 1917
Siguen algunos extractos de la conferencia del 24 de diciembre de 1917, del ciclo “Verdades de los Misterios e impulsos de Navidad. Antiguos mitos y su significado, GA 180.
Una de las afirmaciones centrales es la paradoja de la conciencia de la humanidad moderna, que celebra la fiesta de paz en medio de la guerra, fruto de una mentira fundamental: la de tener una concepción material y materialista del mundo y al mismo tiempo cultivar un sentimentalismo y espíritu navideño artificial:
“Estas cobardes capitulaciones que se hacen una y otra vez, cientos de veces al día, entre la ciencia materialista y las tradiciones religiosas son deshonestos, son un pecado contra lo que la gente pretende celebrar en el Misterio de Navidad.”
Siguen más citas de la misma conferencia:
“En el presente hay una disyuntiva: o el compromiso con la vida espiritual, o la continuación de la vida que condujo a los acontecimientos de 1914/17 y así sucesivamente. Lo que hay en el fondo es algo que cada uno debe dejar que surja en su propio corazón como su propio entendimiento del Cristo, dejar que surja también la voluntad de querer, el impulso de tener el valor de no buscar la salvación en concesiones y soluciones cómodas, sino de caminar recto por el camino que hay que recorrer: el camino que tiene que ser enseñada a la humanidad mediante el conocimiento de la vida espiritual. Y esta voluntad tiene que incluir el ánimo concreto de vincularse a algo como el Misterio de Navidad.
… Y sobre todo sería necesario tener el ánimo y la voluntad de hacer frente a todo lo que hoy, aprovechando la falta de valor, quiere imponerse contra la ciencia espiritual.
…
Porque cuanto más voluntad tengamos de hacerlo de forma seria, digna y rotunda, más conectaremos nuestras almas con lo que ha entrado en el desarrollo terrenal como impulso crístico.
…
Con lo que la época materialista se enorgullece tanto, nada podrá lograrse en el futuro en la existencia terrenal además de lo que ya se ha logrado en estos tiempos catastróficos. La humanidad debe armarse de valor para hacer a su propia alma un voto sagrado como puede ser el de la Navidad, un voto que consiste en volver la mirada hacia las verdades espirituales que quieren ser percibidas en nuestro tiempo. Nuestro tiempo debe encontrar el valor de ver la verdad sin dejarse perturbar por la pusilanimidad. Nuestra humanidad debe adquirir un nuevo sentido de la verdad si quiere volver a seguir las huellas de Aquel cuyo nacimiento pretende celebrar en la Navidad, pero a quien no comprenderá mientras no comprenda con suficiente profundidad sus palabras: «Yo soy el camino, la verdad y la vida».
Esto significa que en tiempos tan serios no deberíamos tan solo tener el deseo de pronunciar discursos agradables sobre la fiesta de la paz, como ciertamente se está haciendo desde muchos púlpitos en esta época del año; significa que en tiempos serios deberíamos al menos ser capaces de admitir lo poco creativo que es en realidad nuestro tiempo. Porque la humanidad solo puede estar al servicio de lo grande que se acerca a ella si despierta la creatividad en la propia alma.“
Apéndice II. Las conferencias navideñas del año 1920. El puente entre la espiritualidad cósmica y lo físico del ser humano
Siguen extractos del ciclo de Rudolf Steiner, “El puente entre la espiritualidad cósmica y lo físico del ser humano. Búsqueda de la nueva Isis, la divina Sofía”, impartido en 1920 en Dornach, en medio de los “tiempos de la trimembración social”.
El ciclo mencionado contiene tres conferencias en las que Rudolf Steiner habla del Misterio de Navidad (las conferencias del 23 al 25 de diciembre) y sobre la actitud con la que los Reyes Magos y los Pastores en el campo se acercaron a él. Rudolf Steiner nos dice que la polaridad de actitudes, de conocer al Niño, desde el conocimiento superior de los Reyes y desde el corazón/la buena voluntad de los Pastores, la podemos recordar como orientación decisiva para nuestro pensamiento y nuestra voluntad hoy, incluyendo las consecuencias que se pueden sacar para entender y organizar las condiciones humano-sociales.
Rudolf Steiner explica que, en el momento de la encrucijada de los tiempos, en la época en la que se producen el Misterio de Navidad, y relacionado con él, el Misterio de Gólgota, también se produce una inversión de la relación del ser humano con la Tierra y el Universo. En este momento cambia nuestra conexión con las fuerzas cósmicas que han construido, mantienen y quieren llevar a un futuro, nuestra condición de seres pensantes, sintientes y volitivos. Y debemos, dice Rudolf Steiner, ser conscientes de que “ya no habrá nada que obtener directamente de lo que ha sido la fuente más valiosa de conocimiento y voluntad”. El pensamiento y la voluntad han dejado de recibir dirección desde el mundo superior, y el ser humano tiene que dar dirección a su pensar y su voluntad por propia fuerza: hoy, la sabiduría universal de Reyes no vale de nada si no va acompañada con una actitud devota de Pastores frente a la Tierra. Inversamente, la percepción amorosa de la naturaleza propia de los Pastores necesita ser ampliada por la visión espiritual de los Reyes.
En este sentido, Rudolf Steiner puede hablar al final de la conferencia del 25 de diciembre de 1920 de una vida espiritual que supere la actitud de la ciencia natural, de soberanía y poder sobre la naturaleza, sacrificando esta actitud y con ella la concepción del cosmos como mero mecanismo calculable y con curso predecible. En el lado opuesto a la vida espiritual de los Reyes, en la vida económica, es tarea futura de los “Pastores” convertir la actitud interior “hacia fuera”, hacia una observación amorosa y consciente de las condiciones y necesidades dentro de una organización económica.
Los extractos siguientes de las conferencias navideñas de Rudolf Steiner del año 1920 pretenden animar a entender los retos de la trimembración social desde el Misterio de Navidad, enriquecer el conocimiento de contenidos secos de la trimembración (“la voluntad pertenece al ámbito económico, el conocimiento al ámbito cultural-espiritual”, etc.) y a hacerlo en esta época del año, tal como lo hizo Rudolf Steiner en el año 1920. Estas conferencias también pueden servir para profundizar los contenidos de la meditación de la Piedra de Fundación, dada en el Congreso de Navidad de 1923/24 como último adiós a los tiempos de trimembración social e inicio de un nuevo entendimiento de la trimembración en un sentido humano-universal.
“Tenemos la tarea de profundizar la observación de la naturaleza externa a través de lo que el corazón humano puede desarrollar en forma de una concepción espiritual de la naturaleza. Tenemos que volver a aprender a mirar con las fuerzas de devoción del corazón lo que en nuestra época solemos mirar con microscopios, telescopios y aparatos de rayos X.
Debemos hacernos tan devotos hacia las revelaciones de la naturaleza, tan devotos como los pastores lo eran en sus corazones. Igual que ellos llegaron a la visión espiritual en su mundo interior, nosotros debemos llegar a la visión espiritual en la naturaleza. Por otro lado, también debemos tomar el camino del cáncer; debemos llegar a una astronomía del mundo interior, para que el curso del mundo a través de los tiempos de Saturno, Sol, Luna, Tierra, Júpiter, Venus y Vulcano pueda despertar las fuerzas videntes dentro del ser humano: una astronomía del mundo interior como antes una astronomía del mundo exterior, una devoción en la observación de la naturaleza como antes la devoción de los pastores en el campo. Si por una parte podemos profundizar en la observación de la naturaleza que hoy nos parece exenta de espíritu, también podemos tratar de forma imaginativa lo que hoy se experimenta tan solo en las frías imágenes matemático-geométricas,
Si por un lado podemos elevar de nuevo las matemáticas a través de la experiencia interior a la gloria que tuvo la antigua astronomía, y por otro lado profundizar la observación de la naturaleza a la profundidad del corazón y a la devoción que experimentaron los pastores en el campo; y si por un lado podemos experimentar a través del interior lo que los Reyes Magos experimentaron en las estrellas, y por otro lado llegar a ser tan devotos en la observación de la naturaleza exterior como lo fueron los pastores en el campo: entonces encontraremos el camino hacia el Misterio de la Navidad de un modo similar a como los pastores en el campo encontraron el camino hacia el pesebre a través de la piedad interior y lo encontraron los magos de Oriente a través de la sabiduría exterior.
Hay que encontrar de nuevo el camino hacia el misterio de la Navidad. Debemos llegar a ser tan devotos frente a la naturaleza como lo fueron los pastores en sus corazones. Debemos llegar a ser tan sabios en nuestra visión interior como los magos lo fueron en la observación de los planetas y las estrellas en el espacio y el tiempo. Debemos desarrollar interiormente lo que los magos desarrollaron en lo exterior. Debemos desarrollar en nuestras interacciones con el mundo exterior lo que desarrollaron en sus corazones los pastores sencillos en el campo - entonces encontraremos el camino, el camino correcto hacia una sensación profunda frente al Cristo, hacia una comprensión amorosa del Cristo. Entonces encontraremos el camino hacia el misterio de la Navidad. Entonces, con los pensamientos y sentimientos adecuados, podremos colocar la cuna junto al árbol original del paraíso – la cuna que no sólo nos habla de cómo el ser humano vino al mundo a través de fuerzas naturales, sino de cómo sólo puede tomar conciencia de su plena humanidad a través del renacimiento.
Quien hable hoy del Misterio de la Navidad debe plantear a la humanidad una exigencia que va dirigida hacia el futuro. Vivimos en tiempos graves, en los que debemos darnos cuenta de que primero tenemos que volver a ser seres humanos en el sentido bien entendido. Aún no hemos alcanzado desarrollar e interiorizar por completo la sabiduría de los magos; aún no hemos alcanzado desarrollar y hacer fluir la condición devota de los pastores por completo hacia el mundo exterior. La cuestión social está llamando con poder terrible ante las puertas de la existencia humana. Ha traído cosas terribles en los últimos años; es cada vez más amenazadora, y sólo las almas adormecidas pueden pasar por alto lo inminente. Europa se está preparando para convertirse en escombros culturales. No se levantará de su caótico estado de otra manera que no sea encontrando la oportunidad de desarrollar de nuevo una humanidad genuina y verdadera en la convivencia social.
Los seres humanos no desarrollarán esta nueva humanidad si no logran profundizar e interiorizar sus sentimientos, de modo que al contemplar la naturaleza puedan llegar a ser tan piadosos como lo fueron los pastores en el campo cuando, a través de sus fuerzas interiores, el ángel les anunció la revelación de los dioses en lo alto y la paz de la tierra abajo. Únicamente con estas fuerzas puede afrontarse la vida social, y únicamente cuando se interioriza lo que se ve en las extensiones del espacio y en el curso de los tiempos, de modo que el ser humano ve la verdadera naturaleza del espíritu del mundo tan en una visión compartida de una realidad común, tal como el sol único es visto tanto por el chino como por el americano, y en medio de los dos por el europeo. Porque sería ridículo que el chino reclamara un Sol para sí, el ruso un Sol para sí, el centroeuropeo otro, el francés otro, el inglés otro. Igual que el Sol es uno y uno solo, el ser solar que sustenta a los seres humanos es un solo ser para todos."
Rudolf Steiner; El puente entre la espiritualidad cósmica y lo físico del hombre. Búsqueda de la nueva Isis, la divina Sofía, décima tercera conferencia, Dornach, 23 de diciembre de 1920, GA 202
"Tenemos que encontrar el camino hacia atrás, tenemos que ser capaces de encontrar la posibilidad de que lo interior, que hoy sólo es matemática seca, se intensifique pictóricamente hacia la imaginación. Debemos aprender a entender lo que es la imaginación tal como es dada por la ciencia de la iniciación. ¿Qué contienen estas imaginaciones? Son una continuación de la forma en que los magos del Oriente veían el acercamiento de Cristo.
Las imaginaciones son la descendencia de lo que los antiguos veían en las constelaciones, en las imaginaciones estelares, en las imaginaciones minerales, el oro, la plata, el cobre. Esto es lo que los antiguos veían en imaginaciones, y los descendientes de todo esto hoy son las facultades matemáticas. La imaginación es parte de la formación interior que conduce a la comprensión de la entidad crística.
Pero también hay que profundizar la percepción exterior. La percepción exterior es a su vez descendiente de lo que antes eran experiencias interiores, de naturaleza instintiva. La fuerza que aún estaba en el corazón de los pastores de la Anunciación, ahora sólo está en los ojos y en los oídos. Se ha introducido completamente en el lado exterior del ser humano y, por tanto, sólo percibe el exterior, el tapiz sensible. Sin embargo, es necesario que avance aún más hacia el exterior. Para ello, el ser humano debe salir de su cuerpo y adquirir la facultad de la inspiración. Entonces esta inspiración, es decir, la percepción exterior tal como debe alcanzarse hoy, podrá dar a partir de la ciencia de la iniciación lo que fue dado al ingenuo conocimiento interior de los pastores en el campo a través de la Anunciación.
Nos encontramos ante este giro de los tiempos. La Tierra exterior no dará al ser humano los bienes que éste se ha acostumbrado a exigir en los tiempos modernos. Los grandes conflictos provocados por las terribles catástrofes de los últimos años ya han convertido gran parte de la Tierra en un campo de escombros culturales. Seguirán más conflictos. La humanidad se está preparando para la próxima gran guerra mundial. La cultura quedará destrozada de una forma más extensa. No habrá nada que obtener directamente de lo que ha sido la fuente más valiosa de conocimiento y voluntad, especialmente para la humanidad más reciente.
Lo que para la humanidad moderna ha sido fruto valioso para el pensamiento y la voluntad, ya no podrá contar con fondo fructífero. En tanto es un resultado de tiempos anteriores, la existencia terrestre exterior perecerá, y están completamente equivocados los que creen poder continuar con los antiguos hábitos del pensar y de la voluntad. Lo que ha de surgir es un nuevo conocimiento y una nueva voluntad en todos los ámbitos. Hemos de familiarizarnos con la idea de la desaparición de toda una cultura y civilización; pero hemos de mirar hacia el interior del corazón humano, del espíritu inherente al ser humano. Hemos de tener confianza en el corazón humano y en el espíritu humano que habitan en nosotros para que, a través de todo lo que podamos hacer en medio de la destrucción de la antigua civilización, surjan formaciones realmente nuevas.
Estas formaciones nuevas no surgirán si no nos disponemos a enfocar con verdadera seriedad lo que necesariamente ha de suceder para la humanidad. Lean ustedes mi libro "Cómo se alcanzan conocimientos de los mundos superiores"; allí se describe cómo, si quiere alcanzar los conocimientos superiores, el ser humano en primer lugar ha de desarrollar una comprensión para lo que se llama el encuentro con el Guardián del Umbral. Se indica cómo este encuentro con el Guardián del Umbral significa que la voluntad, el sentir y el pensar se disocian de una determinada manera, de forma que estas tres facultades anímicas unidas de forma caótica en el ser humano se convierte en trinidad. La comprensión de este hecho, tal como lo tiene que alcanzarlo el discípulo de la ciencia espiritual cuando alcanza el conocimiento del ser del Guardián del Umbral, dicha comprensión también ha de ser alcanzada por toda la humanidad moderna con respecto al transcurso de la civilización. Si bien no llega a la conciencia pública, en lo concerniente a las vivencias interiores, la humanidad atraviesa la región que puede designarse como región del Guardián del Umbral.
La humanidad moderna cruza un umbral ante el cual se halla un guardián importante, un guardián severo. Y el mensaje esencial del guardián severo es: No os quedéis aferrados a lo que se ha trasplantado desde tiempos antiguos. Mirad en vuestros corazones, mirad en vuestras almas para crear nuevas estructuras y organizaciones. Sólo podréis crear nuevas estructuras si tenéis fe en que las fuerzas del conocimiento y de la voluntad necesarias para las nuevas creaciones os pueden llegar desde el mundo espiritual. — Lo que para el ser humano individual que entra en los mundos superiores del conocimiento tiene que ser un acontecimiento de máxima intensidad, sucede actualmente para toda la humanidad, pero de manera más bien inconsciente. Y quienes se han unido como comunidad antroposófica deberían entender que una de las máximas necesidades del presente consiste en facilitar a la humanidad la comprensión de este hecho, del paso por la región del umbral.
Así como el individuo ha de llegar al conocimiento de que su pensar, sentir y querer de cierta manera se disocian y que debe mantenerlos unidos en un sentido superior, así hay que hacer que la humanidad moderna comprenda que la vida espiritual, la vida jurídica o política y la vida económica tienen que separarse para que entre ellas se establezca un lazo de cohesión, superior a lo que hasta ahora ha sido unido por el Estado. No son programas, ideas o ideologías, cualesquiera que fuesen, los que pueden llevar a algunos a reconocer la necesidad de la trimembración del organismo social; sino que es el profundo conocimiento de la evolución progresiva de la humanidad lo que nos muestra que esta evolución llega a una región de umbral ante la que se halla el severo guardián que —del mismo modo en que le exige al individuo que aspira al conocimiento superior que sobrelleve la separación en pensar, sentir y querer hacer— le exige a la humanidad entera:
Separa lo que hasta ahora se halla unido en unidad caótica en el ídolo del Estado unitario, sepáralo en tres ámbitos: espiritual, jurídico-estatal, económico. — De otro modo, la humanidad no podrá seguir avanzando, de otro modo, el antiguo caos estallará, se desmoronará. Mas cuando lo haga no tendrá la forma que necesita la humanidad, sino una forma ahrimánica o bien luciférica; sin embargo, únicamente la forma crística, que es resultado de la ciencia espiritual, puede proporcionar el conocimiento acerca de la situación de umbral.
Si entendemos correctamente la Antroposofía, esto es algo que hemos de decirnos también ahora en la época de Navidad. El niño que se halla en el pesebre ha de ser para nosotros el niño de la evolución espiritual hacia el futuro de la humanidad. Así como los pastores en el campo se pusieron en camino después de la Anunciación, así como los magos de Oriente se pusieron en camino después de la Anunciación a fin de ver cómo aparecía bajo la forma de niño pequeño aquello que habría de hacer avanzar a la humanidad mundial, así también el mundo de la nueva humanidad tiene que emprender el camino hacia la ciencia iniciática para, a partir de ella, percibir en forma de niño pequeño, lo que en el futuro habrá de ser el organismo social trimembrado fundamentado en la ciencia espiritual. La antigua forma de estado tendría que hacerse añicos si el ser humano no le diera una estructura; tendría que hacerse añicos, de manera que desarrollaría por sí sola, por un lado una esfera espiritual de características aún más caóticas y completamente ahrimánico-luciféricas y, por otro lado, una esfera económica de características igualmente ahrimánico-luciféricas; y tanto la una como la otra esfera estarían impregnadas de la vieja y obsoleta estructura estatal. Se desarrollarían estados espirituales ahrimanico-lucifericos en Oriente y estados económicos ahrimanico-lucifericos en Occidente, si el ser humano no comprende, a través de la organización crística de su ser, cómo evitarlo y, desde su conocimiento y su voluntad, lograr la trimembracion de aquello que se está disociando.
De ahí surgirá un conocimiento humano crístico, y de ahí surgirá una voluntad humana crístico, con la sensación de que es necesario separar en tres miembros el viejo ídolo del Estado unitario. Aquellos que entonces se hallen realmente inmersos en la vida espiritual reconocerán, al igual que los pastores en el campo, lo que la Tierra recibe del ser del Cristo. Y los que se hallen realmente inmersos en la vida económica, en las asociaciones económicas, desarrollarán en el sentido correcto una voluntad que generará un orden social crístico.”
Rudolf Steiner; El puente entre la espiritualidad cósmica y lo físico del hombre. Búsqueda de la nueva Isis, la divina Sofía, décima quinta conferencia, Dornach, 25 de diciembre de 1920, GA 202 (conferencia disponible en el libro “Isis, María, Sofía”, capítulo VII. El GA 202 completo está disponible en la traducción reciente “El puente entre la espiritualidad del mundo y lo físico del hombre.” Editorial Científico Espiritual, Buenos Aires, 2008.
Apéndice III. El Congreso de Navidad
“Desde hace décadas pudo ser percibida aquella trimembración del ser humano, por medio de la cual el hombre puede dar vida en forma renovada al “Conócete a ti mismo” en la totalidad de su ser como espíritu, alma y cuerpo. Es cierto que esta trimembración pudo ser percibida ya desde hace décadas. Yo mismo pude llevarla por primera vez a su madurez durante la última década de los años tormentosos de la guerra. Entonces intenté indicar cómo el hombre también vive en el ámbito físico en su sistema metabólico y de los miembros, en su sistema rítmico del corazón y en su sistema pensante y perceptivo de la cabeza. Y se puede tener la plena convicción de que el ser humano –si acoge en sí esta trimembración de la manera adecuada, … vivificando su corazón con Antroposofía– llegue a conocer, en tanto aprende a conocer, sintiendo y queriendo, qué es lo que en realidad hace cuando, vivificado por los espíritus de los Mundos, se sitúa por medio de sus miembros en las amplitudes del espacio; y que entonces, al comprehender activamente el mundo –no en actitud sufriente o pasiva, sino al asir activamente el mundo, al cumplir con sus deberes, con sus tareas y su misión en el mundo–, se puede tener la plena convicción de que el ser humano también entienda al Ser del omniabarcante amor humano y cósmico, que es un miembro en la totalidad del Ser del Cosmos. … Y cuando el ser humano llega a percibir correctamente a través de su sentir lo que se revela en su sistema de la cabeza, que reposa sobre sus hombros, también cuando camina, entonces al sentirse en su cabeza y verter en él el calor del corazón, llegará a tener la vivencia de los pensamientos cósmicos que reinan, obran y tejen en su propia entidad.”
…
En la transición de los tiempos
entró la luz del Espíritu de los tiempos
en la corriente del ser terrenal;
su dominio perdieron
las tinieblas de la noche;
la luz clara como el día
resplandeció en las almas de los hombres.
Luz que da calor
a los corazones pobres de los pastores.
Luz que ilumina
las frentes sabias de los Reyes.
Luz Divina, Cristo-Sol,
calienta nuestros corazones;
ilumina nuestras frentes;
para que sea bueno
lo que de corazón fundamos;
lo que, desde nuestras frentes,
certeramente queremos conducir.
Meditación de la Piedra Fundamental, Congreso de Navidad, día 25 de diciembre, GA 260.
Véase también los artículos en esta página web:
“Antroposofía y Antropología. Trimembración social y ciencias sociales. Una filosofía compartida sobre el ser humano“