La Comisión Europea y las Iniciativa Ciudadana Europea

Respuestas antidemocráticas a los derechos democráticos

07.11.2017

La Comisión Europea y las Iniciativa Ciudadana Europea

Respuestas antidemocráticas a los derechos democráticos

 

A quien llega tarde, le castigará la vida, a quien no llega tarde, le castiga la Comisión Europea. Muchos ciudadanos están preocupados por los desarrollos políticos. Pero solo unos pocos logran encontrar la forma apropiada de intervención en el momento correcto. Si esto resulta coronado con éxito, es un gran momento de compromiso cívico. Pero también puede haber intervenciones exitosas con el resultado de que todo fue en vano. En este artículo voy a mostrar cómo está creciendo la desilusión y rabia en millones de europeos y por qué ponen en duda los nobles principios de la Unión Europea.

La Comisión Europea anunció el 4 de julio de 2017 que dará el alta a la Iniciativa Ciudadana Europea (ICE) ‹Stop TTIP›. El objetivo de esta ICE fue rechazar el mandato de negociación para el "Tratado Transatlántico de Libre Comercio (TTIP)" con Estados Unidos y rechazar y no negociar el "acuerdo económico y comercial global (CETA)" con Canadá. El comunicado oficial de la Comisión Europea reza. "Con El registro formal de esta iniciativa el 10 de julio de 2017 comenzará el período de un año dentro del cual los iniciadores pueden recoger firmas".

Esto es bastante curioso, y revela la relación ignorante y desatendida de la Comisión Europea con la participación cívica concedida a los ciudadanos en el artículo 11 del Tratado de la UE. El plazo de un año debería haber comenzado exactamente hace 3 años, en el verano de 2014. En ese momento, el debate público y también las negociaciones sobre CETA y TTIP habían llegado a su punto crucial. En esta situación, los ciudadanos y las organizaciones de la sociedad civil de todos los países miembros querían hacerse oír, con el objetivo de evitar que con estos acuerdos las decisiones en importantes asuntos sociales, ecológicos, económicos y democráticos fueran puestas en manos de órganos no electos. Por lo tanto, ejercieron su derecho de iniciar un proceso formal de participación ciudadana llamado ‹Iniciativa Ciudadana Europea, Stop TTIP›. Tal iniciativa ciudadana tiene como objetivo pedirle a la Comisión que tome una acción o medida específica, una vez conseguidas las firmas de 1 millón de ciudadanos de 7 países europeos.

Así que en julio de 2014 la asociación cívica ‹Más Democracia› (Mehr Demokratie) y ‹attac›, organizaron a nivel europeo una coalición de más de 700 organizaciones de la sociedad civil para iniciar una ICE y la recogida de firmas. Sin embargo la reacción de la Comisión Europea fue consternante.

Para empezar, cuando una ICE se opone a la política de la Comisión, la misma Comisión decide si permitirá o no esa crítica. En caso negativo, la colección de firmas no puede comenzar. Después de dos meses de reflexión, el 10 de septiembre de 2014 la Comisión rechazó la solicitud y denegó a la iniciativa  ‹Stop TTIP› el derecho de registro, necesario para recoger firmas. Convencidos de que este rechazo era ilegal, los iniciadores decidieron seguir recogiendo firmas, respetando todas las normas para ejecutar una ICE. La recogida de firmas se completó hace mucho tiempo y fue un éxito abrumador. Con más de 3 millones de firmantes, fue la ICE hasta entonces más exitosa.

 

Lo que la Comisión generosamente permite, ya sucedió

Lo que la Comisión autoriza ahora con gran generosidad ya se realizó hace mucho tiempo. Toda Europa lo sabía, participaba y debatía, con excepción de la Comisión. ¿De dónde viene este cambió de opinión? En realidad no fue que la Comisión cambiara de opinión, más bien se vio obligada a hacerlo. El 10 de mayo de 2017, el Tribunal Europeo de Justicia declaró y anuló la negativa de la Comisión por haber incurrido en un error de Derecho. Esto confirmó que la alianza ‹Stop TTIP› había actuado con todo derecho y razón.

Han pasado tres años. Esto es mucho tiempo. Hoy, años después, TTIP está suspendido. Y CETA, el acuerdo con Canadá, está firmado -- justo lo que se quería evitar con esta ICE.

Al mismo tiempo, la declaración sucinta de la Comisión revela una asombrosa ajenidad al mundo de su aparato burocrático. Ahora que la recogida de firmas está completa y más de 3 millones de ciudadanos han firmado, es frívolo permitir magnánimamente a los iniciadores que puedan repetir su iniciativa.

[...]

Hay que suponer que los funcionarios de la Comisión no han recogido firmas en su vida. No saben nada del asunto sobre el que toman decisiones. Recoger firmas es un trabajo duro. Cuesta mucho dinero y tiempo. Miles de personas aportan su trabajo por puro idealismo. Para conseguir una firma, habitualmente en la calle, generalmente hay que emplearse a fondo convenciendo, informando y argumentando. Esto requiere un compromiso sólido y sostenible que no debe subestimarse. Repetir tal trabajo simplemente es imposible. La reacción natural sería: «¿Parar a TTIP? - ¡Si ya he firmado!»

La ICE otorga a los ciudadanos el derecho de intervenir en las políticas de la Unión Europea con sus propias sugerencias y puntos de vista. Con tales actividades se forma lo que de momento no tenemos ni de lejos: una sociedad civil europea.

De hecho, siempre cuando hablamos de Europa, hacemos como si no estuviéramos involucrados. Como si solo fuéramos espectadores. Como si Europa solo fuera tema para una élite de políticos, comisionados, jefes de estado y gobierno. Lo cierto es que la Europa sobre cuyo futuro estamos discutiendo es nuestra Europa, no la "suya". De lo contrario, esta lucha no sería necesaria.

 

El largo camino hacia la participación ciudadana en Europa

El instrumento democrático de la ICE fue introducida hace poco tiempo como la primera ley de participación ciudadana transnacional en Europa y el mundo. Se proclamó solemnemente como gran logro y como promesa de una supuestamente más democrática Unión Europea. Lo que hizo la Comisión con esta ley ha sido una broma, no sólo por su comportamiento frente a ‹Stop TTIP› sino también por los requisitos innecesarios y difíciles que debe cumplir una ICE, la exuberante burocracia, el fallo constante de la página web para la recogida de firmas, un sinnúmero de negativas a las ICE presentadas, el constante rechazo de sacar consecuencias de las ICE exitosas. Lo más cierto es que el modo en que la Comisión trata este derecho, aumenta la decepción política de los ciudadanos. La ICE empezó con fuerza de león, y terminó como hámster.

 

Revisión de la ley de participación ciudadana

Pero ahora existe la posibilidad de una mejora significativa. Como proponente responsable ("relator") del Parlamento Europeo para la ICE, pude conseguir entonces que se estableciera una obligación de revisión cíclica en los reglamentos de la ley de participación ciudadana transnacional. Este punto fue muy importante para mí por la siguiente razón: el Consejo y la Comisión temen una excesiva participación ciudadana y una disminución de su propio poder. El miedo es tanto que hacen todo lo posible para restringir la nueva ley de participación ciudadana, complicar su implementación y minimizar las consecuencias políticas y jurídicas. El Parlamento Europeo por sí solo (debido a su función limitada de "co-legislador", no legislador) no tiene el poder suficiente para defender esta restricción de los futuros derechos de los ciudadanos. Ya era previsible en aquel momento que la ICE no iba a convertirse de inmediato en el instrumento radiante de participación de una democracia europea soberana. Por lo tanto, tiene sentido la revisión obligatoria después de algunos años de experiencia.

De hecho esta revisión está siendo preparada. El Parlamento Europeo encargó a expertos independientes que evaluaran la experiencia pasada y que analizaran las debilidades y errores de los primeros reglamentos de la ley de participación, y que formularan posibles propuestas prácticas de reforma.

 

La Comisión Europea, que hasta ahora tenía el derecho exclusivo de presentar

borradores de legislación  (otra deficiencia de la democracia europea aún subdesarrollada), se ha comprometido a analizar estas propuestas a fondo con el fin de presentar una propuesta suya de reforma. Después, las negociaciones entre la Comisión, el Consejo y el Parlamento comenzarán de nuevo. Hay que esperar que la Comisión aprenda de su actitud lamentable frente a ‹Stop TTIP› y otras  varias ICE innecesariamente rechazadas.

 

Poner a Europa  patas arriba

En la era de la democracia, no es próspero que las personas sientan que se toman decisiones importantes por encima de sus cabezas sin que puedan influir realmente en ellas.

La creciente renuncia a Europa y el retorno al pensamiento nacionalista no son respuestas sostenibles frente a los grandes desafíos de nuestra época, marcada por crisis globales. Más bien, en este momento sería necesario un nuevo giro hacia Europa. Un giro que ponga a Europa patas arriba. Que transforma una Europa ejecutiva centralizada y distante del ciudadano en una Europa solidaria-federal, centrada en el ciudadano y consistentemente democrática. | Gerald Häfner, director de la Sección de Ciencias Sociales en el Goetheanum, en julio de 2017

Consulta oficial en línea de la Comisión Europea sobre la reforma de la iniciativa ciudadana europea: https://ec.europa.eu/info/consultations/public-consultation-european-citizens-initiative_es