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Tríada oscura, tríada luminosa y trimembración interior
Contenido
La “tríada oscura”
Psicología antropológica y ciencia antroposófica del alma humana
Idealistas luciféricos y materialistas ahrimánicos
Disociación del pensar, sentir y querer. Estados ahrimánico-luciféricos
La reaparición de nacionalismo, mercantilismo y maquiavelismo
Nacionalismo e internacionalismo
Síntesis
Tríada oscura, tríada luminosa y trimembración interior
En nuestros tiempos somos testigos de fenómenos desconocidos hasta hace poco. La interacción egoísta y manipuladora entre los ámbitos del derecho y de la economía, visto por Rudolf Steiner como amenaza para la salud del cuerpo social, ha asumido formas en las que no solo existe interacción simbiótica entre ambos ámbitos, con el objetivo de mantener y aumentar el poder; ahora la simbiosis se ha metamorfoseado en unión personal. Es decir, lo que antes actuaba en conjunto con otra fuerza social en detrimento de la salud social, ahora se concentra en personas únicas, que reúnen en sí el poder político y el poder económico/financiero. Un ejemplo obvio es la concentración del poder político y del poder del capital en el nuevo gobierno de EEUU, donde gran parte de los responsables son al mismo tiempo los hombres más ricos del mundo y toman decisiones políticas que significan tanto supuestas ventajas para el propio país como beneficios personales.
La “tríada oscura”
La revista “Personality disorders” publicó un estudio de la Universidad de Alabama, en el que se describen los trastornos de la autopercepción moral de individuos en tres niveles característicos, de narcisismo, maquiavelismo y psicopatía/sadismo, un conjunto de trastornos que es conocido bajo el concepto de “tríada oscura de la personalidad” (véase, por ejemplo; https://www.psychologytoday.com/es/blog/que-sucede-cuando-personas-con-rasgos-de-la-triada-oscura-se-vuelven-padres).
Con estudios como este, la ciencia moderna se ha acercado a las fronteras del conocimiento psicológico y psico-social. También acierta con el descubrimiento de estos fenómenos como característicos de nuestra época. Desde las indicaciones de la ciencia espiritual antroposófica de Rudolf Steiner, podemos entenderlos como elementos de la situación de umbral de la humanidad en este punto de su evolución, en la que se produce una disociación de las facultades anímicas: del pensar, sentir y querer (véase en el glosario de esta página web: trimembración interior: disociación del pensar, sentir y querer, https://www.trimembracion.org/themen/trimembracion_interior_disociacion).
La “tríada oscura de la personalidad” tiene cierta congruencia con las tres unilateralidades descritas por Rudolf Steiner, que tienen que producirse cuando el pensar y querer del ser humano moderno toman un rumbo de libertad y autodeterminación en un sentido no apropiado. En este sentido, el narcisismo se puede entender como sensación de superioridad intelectual que merece la admiración de los demás; el maquiavelismo como trastorno comportamental, un comportamiento manipulativo; la psicopatía como trastorno en el sentimiento, un trastorno de personalidad antisocial, caracterizado por la falta de afecto y empatía.
Es nuestra tarea reconocer la condición de la separación de pensamiento, sentimiento y voluntad en nosotros; por ejemplo, cuando sabemos muy bien qué hacer, pero hacemos lo contrario. Por otra parte, también es probable que podamos encontrar en nosotros mismos las tendencias de la “tríada oscura de la personalidad” en un sentido u otro. No es suficiente señalar con el dedo a otros y diagnosticar estas tendencias en los políticos que en estos tiempos con tanta frecuencia van siendo calificados como “psicópatas”, “psicópatas del poder” o “psicópatas del liderazgo”.
Psicología antropológica y ciencia antroposófica del alma humana
En 2002, los psicólogos Delroy Paulhus y Kevin Williams profundizaron en la mente de lo que popularmente se calificaría como «malas personas» y descubrieron la “tríada oscura de la personalidad”. Desde entonces, el núcleo oscuro de la personalidad – compuesto por el narcisismo, maquiavelismo y la psicopatía – ha recibido mucha atención.
Poco después del “descubrimiento” de esta tríada, otro grupo de psicólogos, de las universidades de Pensilvania y Hawai, se precipitó a formular como una especie de hipótesis o postulado: la existencia de una “tríada luminosa”: un conjunto de tres rasgos opuestos a los de la “tríada oscura”. De ahí resulto la “tríada luminosa”, construida por los rasgos de “humanismo” (respeto a la individualidad ajena), “kantismo” (reconocer el ser humano como valor en sí, no como instrumento para alcanzar un objetivo personal), y “fe en la humanidad” (creer en la bondad y lo bueno en el ser humano).
Una manera de entender la “tríada luminosa de la personalidad” desde la ciencia espiritual es la “trimembración interior” de las facultades anímicas tal como la describe Rudolf Steiner, distinguiendo entre el interés vivo en el otro y el desarrollo la voluntad con un entusiasmo interior que no dependa de incentivos externos, con el resultante sentimiento social de “responsabilidad por todas las cosas que se hacen y que se piensan”. Una distinción, en la que contrastan el interés ajeno con el narcisismo, el idealismo interior personal con la manipulación del entorno, y el sentido de responsabilidad con la indiferencia psicopática.
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Por su parte, la ciencia moderna del cerebro y de la guerra psicológica conocen muy bien la triada del pensar, sentir y querer porque se han dado el objetivo de explorar y explotar el último rincón del alma humana, con el fin de desarrollar tecnologías para manipular la mente, las emociones y el comportamiento humano, tanto a nivel individual como geoestratégico (véase por ejemplo: “The brain is the battlefield of the future“ en https://www.globalizacion.ca/el-cerebro-es-el-campo-de-batalla-del-futuro-el-objetivo-del-foro-economico-mundial-es-alterar-al-ser-humano/).
Mientras la ciencia psicológica trata la “tríada oscura” como tres rasgos de personalidad que pueden aparecer en una persona – como tríada señalable en otros, la ciencia de guerra psicológica da un paso más allá, colocándose a sí misma en el lado bueno, que tiene el derecho de combatir el mal. En ninguno de los dos casos se habla del valor necesario para reconocer estas tendencias como existentes en todo ser humano, como parte esencial del autoconocimiento.
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Dentro del abstracto lenguaje científico psicológico que describe las tríadas “oscura” y “luminosa”, en ningún momento se habla de una manera sencilla y accesible de las tres facultades anímicas del ser humano; se hallan ausentes los conceptos sencillos de pensamiento, sentimiento y voluntad. El hecho de que se caracteriza la “tríada oscura” en un contexto de trastorno psíquico, no en el sentido de una antropología o de lo humano general, nos aleja de una experiencia inmediata y autocrítica del propio pensar, sentir y querer, y hace que señalemos a otros sin fijarnos en nosotros mismos. La “tríada oscura” puede producir cierto escalofrío por posibles casos patológicos ajenos relacionados con las fuerzas desconocidas del mal y la maldad, pero no sugiere que se trate de trastornos que afectan a toda la humanidad. No se facilita un acceso directo a los fenómenos del propio pensar, sentir y querer tal como Rudolf Steiner lo deseaba para la conciencia popular/pública.
De todas formas, sin expresarlo, las observaciones de la ciencia moderna se acercan en gran medida a lo que Rudolf Steiner describía como situación de umbral, provocada por la disociación general del pensar, sentir y querer en nuestra época actual.
La ciencia antropológica y la ciencia antroposófica se complementan llegando a los mismos resultados, desde perspectivas opuestas (véase también el artículo en esta página web: “Antroposofía y Antropología”. Trimembración social y ciencias sociales”). La psicología ampliada de la ciencia espiritual de Rudolf Steiner ayuda a entender el momento de umbral para la humanidad, sobre todo porque ofrece una diferenciación de las fuerzas del mal que actúan en el pensar, sentir y querer – con un aspecto complementario esencial al hecho de que la psicología sitúa la “tríada oscura de la personalidad” en estrecha relación con la maldad y las actitudes del mal.
Idealistas luciféricos y materialistas ahrimánicos
Rudolf Steiner pronosticó las mencionadas tendencias señalando un tipo de personalidades cuya presencia iría a aumentar en el escenario mundial, en los líderes (espirituales y políticos) de las naciones y del mundo.
En la situación de umbral, de las facultades del pensar, sentir y querer en estado disociado, el ser humano tiene la tarea de desarrollar, dice Rudolf Steiner, cierta autoconciencia para percibirse dentro del campo de tensión entre las polaridades opositoras y como equilibrio entre las dos.
“Es importante entender que estamos ahora en la quinta época postatlante; luego tenemos todavía por delante la sexta y la séptima, hasta llegar a un gran hito en la evolución de la humanidad. En esta quinta época postatlante, las lenguas deben volver de nuevo a la concreción, a la imaginación pictórica. Sólo así podremos cumplir realmente la tarea de la quinta época postatlante. Ahora bien, cuanto más la vida espiritual sea subyugada por el Estado, menos volverán las lenguas a la imaginación pictórica. Cuanto más se han nacionalizado las escuelas e instituciones de la vida espiritual en los últimos siglos, más abstracto se ha vuelto el conjunto de la vida. Sólo la vida espiritual fundamentada sobre ella misma podrá llevar a cabo esta necesaria imagen pictórica de la naturaleza espiritual del ser humano, que ha de ser llevada a cabo. Dentro de esta tendencia, ocurrirán cosas en el curso de la quinta época post-atlante que interferirán mucho con los impulsos del mundo espiritual. Durante la quinta época post-Atlante, sólo aquél tendrá una sensación correcta de su humanidad quien sea capaz de entenderse a sí mismo como inserta en la situación siguiente: Estando erguido en el mundo tal como lo estás, debes ser consciente de que por un lado siempre te estás acercando a la entidad luciférica, por otro lado te estás acercando a la entidad ahrimánica. La viva sensación de estar inserto en esta Triunidad como ser humano debe penetrar cada vez más en la humanidad durante la quinta época postatlante; de esta manera superará los grandes peligros de esa época.
En la quinta época postatlante aparecerán los más diversos personajes: habrá idealistas, habrá materialistas. Los idealistas se enfrentarán siempre al peligro de que sus ideas les lleven a regiones luciféricas, de que se conviertan en entusiastas, fantásticos, hechos unos Lenin y Trotski, sin los pies puestos en la tierra; que sin embargo en cuanto a su voluntad, pueden convertirse fácilmente en ahrimánicos, despóticos, tiranos. ... En cambio, los materialistas se volverán fácilmente ahrimánicos en sus ideas, sobrios, filisteos, secos, burgueses, mientras que en su voluntad pueden volverse luciféricos; fieros, nerviosos, sensitivos, histéricos.
Rudolf Steiner, Impulsos del pasado y del futuro en el acontecer social. Los trasfondos espirituales de la cuestión social, cuarta conferencia, GA 190.
Disociación del pensar, sentir y querer. Estados ahrimánico-luciféricos
La constitución anímica individual que Rudolf Steiner describe como condición del ser humano del presente no puede dejar de tener repercusión en lo social y en las estructuras macro-sociales. Efectivamente, la condición del ser humano que se yergue entre las polaridades de Lucifer y Ahriman y entre las unilateralidades del pensamiento y la voluntad, Rudolf Steiner la señala como condición en aumento en las sociedades de nuestros tiempos. Por ejemplo, lo que en el individuo y en las individualidades particulares se presenta en formas de maquiavelismo y egoísmo, también se manifiesta en las distintas formas del nacionalismo.
“La antigua forma de estado tendría que hacerse añicos si el ser humano no le diera una estructura [trimembrada]; tendría que hacerse añicos, de manera que desarrollaría por sí sola, por un lado una esfera espiritual de características aún más caóticas y completamente ahrimánico-luciféricas y, por otro lado, una esfera económica de características igualmente ahrimánico-luciféricas; y tanto la una como la otra esfera estarían impregnadas de la vieja y obsoleta estructura estatal. Se desarrollarían estados espirituales ahrimanico-luciféricos en Oriente y estados económicos ahrimánico-luciféricos en Occidente, si el ser humano no sabe, a través de la organización crística de su ser, cómo evitarlo y, desde su conocimiento y su voluntad, lograr la trimembración de aquello que se está disociando.”
Rudolf Steiner; El puente entre la espiritualidad cósmica y lo físico del hombre. Búsqueda de la nueva Isis, la divina Sofía, décima quinta conferencia, Dornach, 25 de diciembre de 1920, GA 202
Tanto en las formas de “idealismo luciférico” y “materialismo ahrimánico” como en los casos de “estados ahrimánico-luciféricos”, falta la tercera fuerza decisiva, la única fuerza sanadora y mediadora de salud social.
“No son programas, ideas o ideologías, cualesquiera que fuesen, los que pueden llevar a algunos a reconocer la necesidad de la trimembración del organismo social; por el contrario, es más bien el profundo conocimiento de la evolución progresiva de la humanidad que nos muestra que esta evolución llega a una región de umbral ante la que se halla el severo guardián que —del mismo modo en que le exige al individuo que aspira al conocimiento superior que sobrelleve la separación en pensar, sentir y querer hacer— le exige a la humanidad entera:
…
Separa lo que hasta ahora se halla unido en unidad caótica en el ídolo del Estado unitario, sepáralo en tres ámbitos: espiritual, jurídico-estatal, económico. — De otro modo, la humanidad no podrá seguir avanzando, de otro modo, el antiguo caos estallará, se desmoronará. Mas cuando lo haga no tendrá la forma que necesita la humanidad, sino una forma ahrimánica o bien luciférica; sin embargo, únicamente la forma crística, que es resultado de la ciencia espiritual, puede proporcionar el conocimiento acerca de la situación de umbral.”
Rudolf Steiner; El puente entre la espiritualidad cósmica y lo físico del hombre. Búsqueda de la nueva Isis, la divina Sofía, décima quinta conferencia, Dornach, 25 de diciembre de 1920, GA 202 (conferencia disponible en el libro “Isis, María, Sofía”, capítulo VII. El GA 202 completo está disponible en la traducción reciente “El puente entre la espiritualidad del mundo y lo físico del hombre.” Editorial Científico Espiritual, Buenos Aires, 2008.
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La actitud de egoísmo y de superioridad moral/intelectual del individuo, una vez más, es una actitud transferible al campo macro-social, a las sociedades en general. Un ejemplo es la transición del egoísmo individual a la actitud nacionalista, que Rudolf Steiner comenta en el ciclo “El futuro social”:
“La tendencia natural de que el ser humano necesita al ser humano precisamente para mantener su egoísmo, se extiende a la convivencia en la familia, se extiende a la convivencia en grupos, se extiende a la convivencia en la nación, en el pueblo. La forma en que el ser humano se encuentra a sí mismo en el pueblo, en la nación, no es otra cosa que un reflejo de lo que surge de su propio egoísmo. En el amor a la patria, en el patriotismo, el egoísmo se eleva ciertamente a un alto nivel, se ennoblece, hasta aparecer como un ideal, y lo hace con todo derecho. Pero este ideal tiene sus raíces en el egoísmo humano.
…
El nacionalismo es la forma más elevada del egoísmo. El internacionalismo es lo que nos penetra cada vez más si alcanzamos una concepción comprensiva de la humanidad. Es bajo esta luz que debe contemplarse la coexistencia humana en todo el mundo civilizado, especialmente si queremos llegar a una comprensión correcta de lo que choca en el internacionalismo y el nacionalismo.”
Rudolf Steiner, El futuro social, sexta conferencia, Zúrich, 30 de octubre de 1919, GA 332a
La reaparición de nacionalismo, mercantilismo y maquiavelismo
A nivel económico, el nacionalismo suele expresarse, entre otras, por las medidas intervencionistas en la economía nacional y medidas mercantilistas en el comercio internacional. El mercantilismo cierra los ojos ante el hecho de que la economía mundial forma un gran organismo en el que cada célula depende de la otra y en el que cada célula vive gracias a las demás y cada célula debilitada afecta al resto del organismo. A pesar de este conocimiento básico de sentido común, la voluntad nacionalista tiende a seguir su propia dirección. Rudolf Steiner señala en el Curso de Economía:
“Con lo que se pueden comparar los estados individuales es, como mucho, con las células del organismo, y sólo se puede comparar toda la Tierra como cuerpo económico con un organismo. Eso hay que tenerlo en cuenta. Desde que tenemos una economía mundial, es evidente que sólo podemos ver los estados individuales con células. La Tierra entera, considerada como un organismo económico, es el organismo social. Esto no se tiene en cuenta en ninguna parte. Pues toda la teoría de la economía se ha convertido en algo que no corresponde a la realidad precisamente porque pretende establecer principios pensados para una sola célula.”
Rudolf Steiner, Curso de Economía, primera conferencia, 1922, GA 340
“Hay que reconocer que se ha producido un gran cambio, en el que la vida económica del mundo entero se convirtió, por así decirlo, en un solo cuerpo, y la humanidad no fue capaz de comprenderlo, de asumirlo. Sobre estos hechos se ha hablado mucho, pero no han sido interiormente comprendidos. Es cierto que se ha publicado mucho sobre la economía mundial, pero todo eran frases huecas, porque este discurso sobre la economía mundial, esta visión de la economía mundial, no siempre han sido digeridos.
Y a raíz de ello se ha producido una situación en la que la humanidad se ve empujada a la economía mundial, pero sin entender cómo organizar su vida en consecuencia, y ahora vive en un mundo que levanta barreras sobre barreras, que quiere preservar de la manera más terrible unas economías nacionales imposibles, mediante todo tipo de barreras, barreras arancelarias, aduaneras y otros más, con el objetivo de preservar algo que en el fondo hace tiempo que dejó de existir.”
Rudolf Steiner, La responsabilidad del hombre en la evolución del mundo, séptima conferencia, Dornach, 23 de enero de 1921, GA 203
El mercantilismo, con sus medidas de proteccionismo y la imposición de aranceles a productos extranjeros, puede adaptar las formas extremas del maquiavelismo, que, en adición a aislarse de otras naciones, destaca y acentúa las diferencias entre los pueblos. Ellos se convierten en adversarios y contendientes, cuyo bienestar es percibido como amenaza que conduce a la propia ruina y que necesita ser debilitado para asegurar el propio progreso, dejando fuera de consideración los criterios éticos como la solidaridad o unión de los pueblos.
En nuestros tiempos, entra en juego el papel de la tecnología moderna. La superioridad tecnológica de una nación, por ejemplo a través del liderazgo en inteligencia artificial, se traduce a superioridad moral del estado sin más cuestionamiento. Las guerras, habitualmente iniciadas por intereses económicos, se vuelven un negocio suculento a través de los subsecuentes acuerdos de paz, con condiciones económicas/comerciales demoledoras para la nación perdedora.
En este contexto, llama la atención lo acertado del concepto de “maquiavelismo”, con el que la ciencia psicológica designa uno de los rasgos de la “tríada oscura de la personalidad”, señalando que la actitud maquiavélica de una persona inescrupulosa en sus tomas de decisión coincide con la tendencia del estado nacionalista de poner la razón del estado sobre las cuestiones de solidaridad y cooperación económica, interviniendo con sus intereses de poder en la realidad económica.
Hacia dentro, la actitud económica maquiavélica disocia a la economía del organismo social de forma que le asigna una función prioritaria y decisiva, con el derecho de subyugar al ámbito del derecho y al ámbito cultural-espiritual, y con ellos las voces de cautela, preocupación y crítica interna.
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Rudolf Steiner había advertido de estas tendencias en el libro “La misión de las diversas almas de los pueblos en relación con la mitología nórdico-germánica”, publicado en 1910. El mensaje de Rudolf Steiner en aquel momento fue: Si el ser humano no encuentra una relación con su propia constitución anímico-espiritual (y con ella una relación con las distintas constituciones anímico-espirituales de los pueblos), la parte física de su constitución se hará notar cada vez más; paralelamente, las naciones se centrarán en el ámbito más físico del organismo social, la economía; habrá menos entendimiento entre los pueblos, más tendencia a conflictos y guerras. De hecho, una de las causas principales de la Primera Guerra Mundial fue el hecho de que Alemania se diera el proyecto prioritario de ser potencia económica capaz de competir con Inglaterra, olvidándose de su misión espiritual en el contexto europeo (véase en esta página web: “Rudolf Steiner. El Llamamiento al Pueblo Alemán y al Mundo Cultural, febrero de 1919” https://www.trimembracion.org/essays/el-llamamiento-al-pueblo-aleman).
Nacionalismo e internacionalismo
“Nos convertimos en nacionales por el hecho de que el nacionalismo brota de nuestra propia naturaleza personal. El nacionalismo es fruto del crecimiento del individuo ligado a su pueblo o etnia, ya sea por lazos de sangre o a algún otro elemento común.
El internacionalismo es de otro tipo distinto. El internacionalismo puede compararse más bien al sentimiento que adquirimos al contemplar la hermosa naturaleza, un sentimiento que provoca en nosotros la sensación de amor, de devoción y veneración, causada por el hecho de que hemos observado una cosa con atención y de entregarnos a ella en libertad. A medida que crecemos en nuestro propio pueblo, porque en cierto modo somos miembros de él, vamos conociendo a los demás pueblos. Ellos ejercen sobre nosotros un efecto, me gustaría decir, indirecto de reconocimiento y comprensión. Poco a poco aprendemos a amarlos con comprensión, y en la medida en que podemos amar con comprensión a la humanidad en sus diversos pueblos, en sus diversos ámbitos, en esa medida crece nuestro internacionalismo interior.”
Rudolf Steiner, El futuro social, sexta conferencia, Zúrich, 30 de octubre de 1919, GA 332a
El ideal del internacionalismo tal como Rudolf Steiner lo opone a la ideología del nacionalismo, no quiere ser dogma sino experiencia real. Tampoco quiere ser una idea que nace de buenos pensamientos, buena voluntad y sentimentalismo de tipo New Age, ni tiene que ver con la palabra magia de la sostenibilidad en el contexto de programas mundiales. El internacionalismo se refiere a la conciencia de la necesidad pura y dura de asegurar la convivencia y proteger el funcionamiento de la economía, independiente de programas e ideologías, y como convicción personal. Por eso, Rudolf Steiner lo llama “internacionalismo interior”. En el campo de la economía, el “internacionalismo interior” en este sentido conduce directamente a los ideales de una economía mundial fraternal.
“En el momento en que el espíritu asociativo entra en el proceso económico, en ese momento disminuirá el interés egoísta y prevalecerá la visión sinóptica del proceso económico completo; el juicio económico incluirá el interés por el otro. Es la única manera de alcanzar un juicio económico, de modo que, a partir de los puros procesos económicos, nos alzamos a la relación de persona a persona, y de tal reciprocidad de persona a persona al espíritu comunitario tal como vive en las asociaciones - espíritu de comunidad que no surge de ningún tipo de moralina, sino del reconocimiento de las necesidades del proceso económico.”
Rudolf Steiner, Curso de Economía, undécima conferencia, 1922, GA 340
Síntesis
Si en nuestro presente se producen situaciones mundiales en las que, por ejemplo, suenan las alarmas por la imposición de aranceles de EEUU a muchos países del mundo, que hacen tambalear la economía mundial y las bolsas, es para hacer la experiencia de los lazos interesados entre el poder económico y el poder estatal – experiencias que no son nuevas, pero que en este momento se van acentuando; por eso exigen trascender al amplio contexto histórico-evolutivo en el que se encuentra la humanidad, no como causadas por circunstancias lamentables, pasajeros e individuales:
Del mismo modo que las naciones individuales no pueden ser entendidas como células cerradas en sí mismas dentro del el espacio geográfico mundial (véase la cita de Rudolf Steiner más arriba en “La reaparición de nacionalismo, mercantilismo y maquiavelismo”), también el momento actual puede ser visto como parte esencial de un periodo de tiempo en la evolución de la humanidad en el que se produce la disociación de las fuerzas anímicas, y con ella, la disociación de los ámbitos sociales en los que actúan.
Junto con las mencionadas condiciones geográficas e históricas (de espacio y tiempo), el tercer aspecto es el aspecto interior de los sucesos mundiales en estos tiempos. En lo que respecta al mundo occidental, el surgimiento del “estado económico ahrimánico-luciférico” se manifiesta más que nunca en la aparición de individualidades “ahrimánico-luciféricas”, que reúnen en sí, por un lado, el mencionado rasgo narcisista (el sentido de superioridad y autoimportancia), y por otro, el afán de poder político y económico-financiero (véase también en esta página: “Geoestrategia y plutocracia mundial. Tendencias actuales”, https://www.trimembracion.org/essays/geoestrategia-y-plutocracia-mundial).
En este momento límite, la máxima interdependencia económica entre las naciones del mundo en la historia de la humanidad coincide con la situación de umbral en la que el “estado económico ahrimánico-luciférico” busca la máxima independencia posible de las demás células/naciones y la mejor manera de atarlas a su supuesta superioridad y función “central”. La esencia y el origen de esta actitud es la interpretación de la libertad dentro de la economía, de ejercer su libre voluntad en el sentido del derecho de hacer lo que “pide el cuerpo”, y actuando conforme a lo que le conviene para el propio beneficio.
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Este momento histórico-evolutivo significa que la interdependencia económica de las naciones ha llegado a un clímax crítico, que hoy es percibido en gran medida como problema (una cadena de interminables “dependencias”, como por ejemplo la “dependencia” de Alemania de la importación de gas de Rusia, pero también “dependencia” de la importación de gas de EEUU, etc.) que se busca resolver con medidas y contramedidas, pero no es percibido como algo grande y asombroso que conduce directamente a la necesidad de una unión fraternal. De hecho, las interdependencias mantienen vivo el organismo social mundial, igual que los procesos interdependientes que se producen dentro de cualquier organismo vivo para su funcionamiento.
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Si en la actualidad se produce la sensación apocalíptica de umbral, es para reconocer que el pensamiento, el sentimiento y la voluntad del ser humano han llegado a situaciones de reto y agotamiento extremos.
El sentido superior de la trimembración social es el de dar dignidad a pensamiento, sentimiento y voluntad asignándoles el campo de acción que les corresponde. Es cierto que es persuasivo e inspirador el método de entender la trimembración social a partir de la trimembración de los sistemas funcionales del organismo humano; sin embargo un punto de acceso más directo y personal es el hecho de la trimembración interior del ser humano en pensamiento, sentimiento y voluntad. Ahí es donde podemos preguntarnos si tenemos la sensación de arraigo, bienestar y autorrealización dentro del organismo social, es decir, si en realidad podemos
- agradecer el desarrollo y la expresión libres del pensamiento dentro del ámbito cultural-espiritual,
- tener la seguridad de que el sentido de derecho, justicia y convivencia de los corazones puede corresponder con las concepciones del legislador,
- saber que nuestra acción y voluntad económicas pueden realizarse con ideas e ideales de cooperación y asociación independientes de intereses económicos del estado, incluyendo el asombro y la conciencia vertiginosa de que tantas voluntades contribuyen al funcionamiento de la economía mundial y posiblemente incluyendo el deseo de lograr una experiencia de cooperación más tangible en las estructuras económicas asociativas/cooperativas.
A diferencia de la trimembración natural de los sistemas funcionales, la trimembración de las facultades anímicas nos lleva a situaciones fronterizas, que nos obligan a buscar otras ideas e ideales, que nos ayudan a entender la necesaria independencia de pensamiento, sentimiento y voluntad dentro de su interdependencia triádica.
La conciencia de las tres facultades anímicas que forman una unión y unidad que necesita condiciones adecuadas dentro de la unidad triádica de los ámbitos sociales no es invención de Rudolf Steiner ni idea interesante que surgió en algún momento de la historia del pensamiento social, ni concatenación de factores externos; es una exigencia de la evolución de la humanidad, en un momento en el que podemos percibir que las tres fuerzas anímicas van por libres y nos llevan al umbral del entendimiento de la propia condición interna y la situación de la humanidad en esta época.
En este contexto, el surgimiento de la sensación y observación de lo que se expresa en las teorías de la “tríada oscura” y la “tríada luminosa” puede ser entendido como síntoma de la intrahistoria de la sociedad actual.