Ideales sociales - aproximación interior

 

Los ideales sociales - aproximación interior

 

Índice

Los ideales sociales. ¿Ideales nuestros?

Realizar los ideales sociales

Del entendimiento de la libertad humana al sentido social

De la libertad a la fraternidad

Unidad ternaria. Tres ámbitos sociales, tres ideales sociales

 

Los ideales sociales. ¿Ideales nuestros?

Los ideales sociales son ideales expresados en alocuciones políticas, en la constitución europea, en las declaraciones de los derechos humanos, etc.: ¿son más que meras frases?, ¿podemos sentir los ideales sociales como ideales que realmente nos importan?, ¿o solo pertenecen a los libros de texto de historia, como ideas interesantes expresadas por primera vez en la Revolución Francesa?

Los tres ideales sociales, pronunciados en su unidad trinitaria en la Revolución Francesa, tenían y siguen teniendo su justificación en gran parte en su fuerza sugestiva y la identificación instintiva con ellos, más desde el sentimiento y la voluntad que desde una conciencia clara. Doscientos treinta años más tarde, cuando la humanidad debería entrar en otra fase evolutiva de conciencia de “ética social”, seguimos teniendo una relación con estos ideales en gran medida intuitiva y difusa, ya sea a través de los gritos por la libertad en las calles, en la glorificación de la libertad de los himnos nacionales o en los discursos de los políticos.

En la historia de la filosofía y las teorías sociales/económicas, la concepción de los tres ideales ha adoptado distintas connotaciones y sufrido varios cambios de paradigma, todos justificados desde un punto de vista parcial. Por ejemplo, en el materialismo histórico, la libertad significa la liberación de la clase obrera del yugo opresor del capitalismo; la igualdad que nadie puede poseer más que el otro (expropiación de los propietarios capitalistas); la fraternidad de que los objetivos de la causa proletaria se lograrán en solidaridad internacional. (Para más ejemplos, véase también en este glosario: ideales sociales – cambio de paradigma en la historia).

Las ciencias sociales convencionales, siguiendo el método “objetivo” de las ciencias naturales, solo pueden constatar históricamente la primera proclamación de los tres ideales y su desarrollo ulterior en el pensamiento filosófico y científico; las ciencias sociales orientadas en la ciencia espiritual de Rudolf Steiner relacionan las fuerzas de los ideales sociales con sus tres ámbitos sociales como campo de acción saludable, colocando la libertad en el ámbito cultural-espiritual, la igualdad en el ámbito político-jurídico y la fraternidad en el ámbito económico.

Los ideales sociales –libertad, igualdad, fraternidad– son algo que no existe palpablemente en el mundo exterior, no obstante son algo que se reconoce, siente y anhela. De este hecho es de donde la ciencia espiritual antroposófica saca parte la su justificación epistemológica de estos ideales; una justificación que va más allá de las hipótesis como de las teorías filosófico-sociales, de la psicología social y más allá de explicaciones que interpretan el valor cognitivo de tales ideales como “metáforas conceptuales”, es decir, como algo que se refiere a una realidad que no está al alcance del conocimiento como lo es la realidad física que nos rodea.

Dando a los tres ideales sociales los ámbitos correspondientes en los que pueden desarrollarse con derecho, eficacia y salud, Rudolf Steiner nos ha dado una orientación que nos ayuda a comprobar en nosotros en qué sentido queremos ver realizados estos ideales.

Conectar anímicamente con los tres ideales sociales significa aproximarnos con toda nuestra humanidad a lo justificado de su existencia y realidad interior, comprobando por ejemplo qué esperamos de estos ideales o cómo podemos ser activos en ellos. Con tales pensamientos y meditaciones podemos construir una imagen de la sociedad futura. La sociedad siempre es la imagen de los pensamientos que vivían en las cabezas y almas antes de hacerse realidad.

Podremos observar, comprobar y reconocer con facilidad dos actitudes opuestas en nosotros: por un lado la de considerar los ideales de la libertad, igualdad y fraternidad como ideas o ideales que parecen fuera de moda o que pertenecen a la historia como fenómeno “interesante” de la Revolución Francesa; por otra lado la actitud de ver los ideales sociales como ilusorios, utópicos e imposibles de realizar frente al egoísmo (justificado o injustificado) del ser humano.

Si nos preguntamos cómo podemos entender y conectar con estos ideales sociales en el presente, lo primero que salta a la vista es que las constituciones estatales y los documentos oficiales de cumbres económicas y políticas están llenas de ellos. Son ideales expresados en alocuciones políticas, en la constitución europea, en las declaraciones de los derechos humanos que, para algunos, incluso pueden parecer mentiras: hace 100 años Rudolf Steiner comentó el fenómeno de cómo el proletariado, desconfiando de las ideas de la cultura burguesa, las llamó “pura ideología”. Por otro lado, puede haber plena confianza en la realidad de estos ideales, fundamentada en la confianza de que el estado, la política y los políticos no pueden hacer otra cosa que actuar en el espíritu de estos ideales.

Nadie nos puede decir en qué manera hay que conectar con los ideales de la libertad, igualdad y fraternidad. Incluso la orientación de la ciencia social de Rudolf Steiner (libertad en la vida cultural, igualdad en lo político-jurídico y fraternidad en la economía), puede convertirse en frase hueca si no buscamos y cuestionamos en cada momento nuestra relación con ellos.

La tarea es desarrollar una concepción propia de los tres ideales sociales; una que no podrá ser fija y que irá cambiando con el tiempo. Es una tarea individual que no se puede delegar en una autoridad externa, ni siquiera en la del Estado.

 

Realizar los ideales sociales

Pertenecemos a los tres ámbitos sociales, no a uno de ellos. Queremos participar libremente en la educación y cultura. En lo económico: ¿queremos ser “buenos” consumidores de productos de multinacionales, o ser miembros de una asociación que organiza autónoma y fraternalmente la relación entre producción y consumo? En los asuntos de derecho y en la decisión sobre nuevas leyes, ¿queremos participar todos en pie de igualdad?

Rudolf Steiner concretó la relación del ser humano con los ideales sociales a través de su condición y constitución en tres miembros (cuerpo, alma y espíritu), y partir del conocimiento profundo del ser humano trimembrado, indicó la acción del ser humano en los ámbitos sociales. Para la orientación y concreción práctica, la ciencia espiritual llevada al campo de lo social nos dice que el entorno para la realización de la fraternidad en la vida humana son las comunidades de economía asociativa; la igualdad tiene su campo de acción y ejercicio en donde el ser humano tiene que organizar la convivencia con el otro ser humano, ya sea en el contexto micro-social de la familia, meso-social del trabajo, o macro-social de la democracia y la ley que tiene que ser la misma para todos; la libertad tiene que dar sus condiciones e instituciones de actividad libre, instituciones en la que el estado no debe ejercer ningún tipo intervención y, en todo caso, solo intervenir con la tarea de proteger la práctica de la libertad individual. 

Sin estas orientaciones prácticas, las ideas/ideales de libertad, igualdad y fraternidad, omnipresentes en alocuciones políticas, en las constituciones de los estados, de las organizaciones mundiales, en la constitución europea, en las declaraciones de las Naciones Unidas, etc. pueden parecer asunto de políticos, profesores de ciencias sociales y expertos, pero seguirán siendo ideas abstractas y muertas.

“... el idealismo abstracto, que, especialmente en la esfera moral, solo cree en ideales abstractos y no tiene sentido de cómo estos ideales abstractos pueden llegar a ser reales; pues por muy bellos que sean tales ideales, no sirven de nada, si no se tiene sentido del modo en que tales ideales pueden convertirse en fuerzas.”

La polaridad entre eternidad y evolución en la vida humana, novena conferencia, GA 184

 

De todas formas, nuestros pensamientos e ideas son decisivos para la salud del mundo futuro. Si continuamos pensando, sintiendo y teniendo la voluntad de seguir conservando un estado unitario que se ocupe de todo por nosotros, crearemos una realidad social correspondiente. Si seguimos pensando, sintiendo y queriendo un orden social distinto, con tres miembros autónomos, cada uno al servicio del otro, éste será realidad.

Aparte de la conciencia de la necesidad de conectar íntimamente con los ideales sociales e ideas sociales “primarias” (Los puntos centrales de la cuestión social), Rudolf Steiner indicó los principios de la acción en los tres ámbitos sociales. Realizar el ideal de fraternidad requiere la construcción de un entorno en el que se ponga en práctica los principios de la economía asociativa, como se intentó en los tiempos de la trimembración social con la asociación económica de “Der Kommende Tag”; para la realización de la libertad en el ámbito cultural-espiritual, el funcionamiento de la primera escuela Waldorf fue un modelo para una pedagogía independiente de programas de educación estatales; las actividades de la “Unión para la Trimembración del Organismos Social” siguen siendo un modelo para la acción cívica y la democracia directa, con la participación igualitaria de todos.

 

Del entendimiento de la libertad humana al sentido social

Con su escrito ‹La filosofía de la libertad›, Rudolf Steiner dio una “base científica para la búsqueda de la libertad” y para entender “cómo la libertad puede ser un verdadero impulso de la acción humana en lo social”  (Sintomatología histórica, sexta conferencia, GA 185) – una base científica que puede resumirse en el conocimiento de que la libertad es la participación libre del individuo en un mundo espiritual verdadero e inmutable.

Solo cuando paso de la libertad mía a la libertad de otro, porque deseo que el otro sea igualmente libre que yo, y solo a partir del reconocimiento de la libertad ajena, llego al concepto de la verdad y de la igualdad en el sentido del conocimiento de que “El espíritu que habla en nuestra mente es el mismo para todos” (Sintomatología histórica, GA 185).

El primer objetivo del estudio de la ‹La filosofía de la libertad› de Rudolf Steiner no es la adquisición de conocimientos filosóficos (o por ejemplo una investigación comparativa con la ‹La filosofía de la libertad› de Friedrich Wilhelm Schelling). La lectura de ‹La filosofía de la libertad›, como cualquier trabajo con los contenidos de antroposofía, conduce a un mejor conocimiento del ser humano y a un mejor autoconocimiento. Estos conocimientos adquieren sentido cuando a partir de ellos puede suceder también una transformación en el entendimiento del ser humano ajeno, en el trato humano con el semejante, y en el entorno social, en la atención a lo que sucede en la relación de Yo a Yo.

El conocimiento claro y la experiencia interior de la libertad humana repercuten en cómo una persona vive y valora la libertad en la vida. Es el punto de partida para una conexión más nutrida con los otros ideales sociales en el encuentro humano, empezando en lo micro social y terminando en los contextos macro sociales.

Si no entiendo la relación de verdad y libertad en el pensamiento ajeno y el Yo ajeno, al final de todo no puede haber dignidad real en el encuentro con el otro, porque en ausencia de una concepción de la libertad humana en el sentido de ‹La filosofía de la libertad›, solo podré interpretar las motivaciones del otro como condicionadas por circunstancias externas, su personalidad particular, sus instintos, los procesos bío-químicos de su cerebro, etc.  En cambio el reconocer la humanidad del otro en su naturaleza espiritual, es decir en su libertad y búsqueda individual de la verdad, así como el apreciar la libertad como bien superior espiritual del ser humano, posibilita también un  encuentro con el otro en el que habrá espíritu de igualdad e incluso actitud fraternal. Rudolf Steiner describe esta sucesión de actitudes interiores como sigue:

“A partir de las ideas con las que quería retratar el progreso de la libertad humana en mi libro ‹La filosofía de la Libertad›, quise sentar las bases para que el ser humano pudiera experimentar la conciencia de su verdadera libertad interior mediante la aprehensión de la vida espiritual. Solo el espíritu que impregna a los seres humanos puede ser verdaderamente libre.  El espíritu que solo penetra en la naturaleza y quiere modelar toda la vida social según los patrones de la ciencia natural moderna se convertirá en mecanicista, no libre.

El alma que solamente es permeada  por dicho espíritu [mecanicista], duerme, como la planta. En cambio, el alma que sea templada por la verdadera pulsante aspiración al conocimiento espiritual de la naturaleza suprasensorial del ser humano, esta alma estará dispuesta al encuentro con otras personas en la vida social, y aprende a apreciar en el otro al ser humano suprasensorial. Aprende a ver en cada ser humano lo divino en su imagen arquetípica. Aprende a cultivar un sentido social hacia todos los seres humanos. Aprende, cómo en relación con esta alma más interna, todos los hombres son iguales en la tierra. Y en esta alma templada al calor del espíritu se puede [...] desarrollar la igualdad. “

Libertad de pensamiento y fuerzas sociales. Las exigencias sociales del presente y su realización práctica, conferencia del 22 de julio de 1919, GA 333.

Este reconocimiento de la igualdad entre dos Yoes como facilitado por la anterior experiencia de la libertad interior, fue un elemento implícitamente mencionado 35 años antes, en “La filosofía de la libertad”:

“La diferencia entre yo y los otros ser humanos no está en absoluto en que vivamos en dos mundos espirituales totalmente distintos, sino en que el otro recibe del mundo espiritual común de las ideas otras intuiciones que yo.”

La filosofía de la libertad, La idea de la libertad, GA 4.

 

De la libertad a la fraternidad

De lo anteriormente expuesto se desprende que la experiencia de la libertad individual es un requisito para desarrollar una atención en la libertad ajena y un primer sentido social en la convivencia. Rudolf Steiner describe la conciencia de la libertad individual como punto de partida hacia una conciencia integral de compromiso con los tres ideales sociales:

“El conocimiento espiritual del ser humano suprasensorial nos lleva a la tarea de establecer en la tierra un nuevo y hermoso edificio del futuro:

=== Libertad en la vida espiritual. El ser humano espiritualizado será un ser humano libre.

=== Igualdad en la vida anímica caldeada por el espíritu: el alma que recibe en sí el espíritu, reconocerá y tratará en la vida social al alma ajena como a su igual, viéndolo y tratándolo como en un gran enigma.

=== Y el cuerpo ennoblecido por el espíritu y el alma podrá ejercer el más verdadero y genuino amor humano, de la verdadera fraternidad. […] Si los cuerpos se impregnan de espíritu y calidez por la conciencia suprasensorial, entonces el ser humano sabe que entra en su cuerpo terrenal como ser suprasensible, y que entra en este cuerpo para desarrollar en él el amor hacia el espíritu. Entonces sabe que en el cuerpo terrenal debe habitar la fraternidad, ya que en la humanidad insolidaria el individuo no puede ser un ser humano completo.”

Libertad de pensamiento y fuerzas sociales. Las exigencias sociales del presente y su realización práctica, conferencia del 22 de julio de 1919, GA 333.

La concepción de “el cuerpo ennoblecido por el espíritu y el alma” nos indica una relación con el cuerpo humano que va más allá de su condición física con todas sus necesidades, exigencias y tendencias egoístas; una relación que conduce a una actitud fraternal con respecto a los procesos económicos, de producción, distribución y consumo.

 

Unidad ternaria. Tres ámbitos sociales, tres ideales sociales

Los ideales sociales, más que las ideas, no son nada puramente subjetivo ni puramente objetivo, son algo nuestro que también queremos para el mundo. Son algo que esperamos que exista, pero al mismo tiempo es algo en lo que podemos ser activos. Estos hechos anímico-sociales muestran que sí es posible que podamos relacionarnos más íntimamente con los ideales sociales. La misma relación, subjetiva-objetiva, se experimenta en el hecho de que, al orientarnos hacia los tres ideales, descubrimos que, en realidad, son ellos quienes nos orientan a nosotros; cuando los ordenamos en su interdependencia ternaria, ellos ordenan en realidad nuestro pensamiento.

En los tres ideales sociales, el principio universal ternario se manifiesta en los dos ideales opuestos (libertad y fraternidad) y el tercero, mediador entre ellos. En este tercer ámbito, el del derecho, la convivencia y la cooperación, yo quiero que la libertad no sea privilegio mío, deseo que el otro tenga la misma libertad de desarrollar sus capacidades individuales para la sociedad; por otro lado, espero del otro que no sea usuario de la fraternidad de los demás sino parte activa de ella, en condiciones iguales.

El principio organizador universal de la relación de dos fuerzas opuestas Yin y Yang es el principio de la medicina china. El mismo principio de salud lo tenemos en los organismos vivos, con sus dos fuerzas opuestas y la tercera central intermedia. En ambos casos podemos distinguir dos fuerzas fundamentales opuestas y complementarias, que se encuentran en todo ser, objeto o pensamiento. Yin y Yang son opuestas en su naturaleza pero no excluyentes. No hay fenómeno enteramente Yin o Yang. Las cualidades opuestas mantienen una unidad y son interdependientes. Siguen en constante movimiento y transformación pasando de yin a yang y viceversa. El crecimiento de una repercute en el decrecimiento de la otra. El equilibrio entre los dos significa salud. Estos grandes principios de salud, también son los que en la ciencia antroposófica se investiga y describe en el contexto del arte de curar, de la pedagogía y del organismo social, con la característica diferencial de que se busca, encuentra e investiga el tercer elemento en el centro, miembro equitativo y de igual importancia que los otros dos.

Conectar con estos tres ideales significa darnos una orientación básica sana, un equilibrio interior entre tres direcciones o sentidos. Ayuda a tener presente, en todo momento, que los tres elementos forman una unidad y que en su estructura ternaria pueden ser vistos bajo el principio universal que en nuestros tiempos ha generado una forma trimembrada del organismo social que nos toca cuidar. Solo con colocar los tres ideales en su sitio, nos podemos orientar en ellos. Solo comprobando que los tres ideales pertenecen a tres ámbitos correspondientes, pueden ser ideas/ideales guía que nos posicionan donde pertenecemos e indican de qué manera participamos en cada ámbito.

 

Véase también en este glosario:

Ideales sociales

Ideales sociales -- Aproximación interior

Ideales sociales – Cuerpo alma y espíritu

 

Autor/traductor:  Michael Kranawetvogl