Ideales sociales. Atenuación y desorientación

Los ideales sociales. Atenuación y desorientación

 

 

Índice

Los ideales sociales. ¿Ideas del pasado, utopías, o …?

Los ideales sociales. ”Anhelados y pronunciados sin ser entendidos.”

Antipatía frente a los ideales sociales

Oposición y contradicción entre los ideales sociales

Ideales institucionalizados

Ideales sociales y hegemonía de la frase hueca

 

 

 

Los ideales sociales. ¿Ideas del pasado, utopías, o …?

¿Qué significan los ideales sociales para nosotros? ¿Cómo los percibimos? ¿Existen? ¿En qué nos orientamos al acercarnos a ellos?

Por un lado, los ideales sociales nos pueden parecer ideas de humanistas bien intencionados que las proclamaron en un momento histórico. Ideas cuya realización no podía hacer otra cosa que fracasar y tiene que volver a fracasar, como muestra la historia de la Revolución Francesa.

Con la mirada puesta en el futuro, los ideales pueden parecer tan elevados que son utópicos; por otro lado, puede surgir la visión de que, en algún momento futuro, posiblemente serán realidad, en un futuro que no es asunto nuestro y del que habrán de encargarse otras generaciones más preparadas que nosotros.

Aunque este tipo de argumentación no puede ser rechazada del todo, es fruto de una actitud demasiado cómoda sobre la evolución de la humanidad. Para tener una idea de lo que los ideales sociales tienen que ver con una actividad propia nuestra, la primera orientación es entender en qué sentido y en qué ámbito pueden o deberían ser realidad social en nuestro presente. Rudolf Steiner fue el primero en colocar los ideales sociales en sus ámbitos de acción, en los que exclusivamente pueden ejercer una fuerza positiva en el organismo social: la libertad tiene su campo de acción en el ámbito cultural-espiritual; la igualdad en el ámbito del estado, del derecho y de la política; y la fraternidad en el ámbito de la economía. A partir de esta diferenciación se abre un amplio campo de entendimiento e investigación.

Sin tal entendimiento y sin educación en esta dirección, una generación joven no puede tener percepción alguna de los ideales sociales o la percepción de las mismas depende de autoridades que nos explican su naturaleza y sentido o de interpretaciones políticas y cambios de paradigma que les dan un sentido que poco tiene que ver con su verdadera esencia.

 

Los ideales sociales. ”Anhelados y pronunciados sin ser entendidos.”

Los ideales sociales viven en nosotros de una forma más o menos consciente y más o menos cultivada. Podemos arder por la libertad o sentir antipatía ante la fraternidad. Los ideales, más que las ideas o los conceptos, exigen una actividad nuestra interior, sin la cual ellos no pueden adquirir vida. Una circunstancia que hace que no logremos conectar interiormente con los ideales sociales son las ideas mainstream que prevalecen en el debate social general, que se ponen de moda en un periodo de tiempo, distrayéndonos de lo que es su esencia.

En la esfera de la igualdad, por ejemplo el principio de la igualdad de género nos puede distraer del significado espiritual de la igualdad en el sentido del ideal social. La sensación de ser iguales cumpliendo las mismas normas, instrucciones o restricciones, o la satisfacción interna con la conocida frase de “todos somos iguales ante la ley”, obviamente también puede distraernos de la percepción esencial de la igualdad. En lugar de ser “iguales ante la ley”, podemos preguntarnos si no queremos ser iguales ante la tarea de crear las leyes que nosotros queremos para nosotros. Esta sería la igualdad en el sentido de la participación ciudadana y de la democracia directa. En el momento en el que la voz y representación del pueblo ha hablado desde el sentido común, y lo que siente el pueblo se ve respaldado por los representantes de la ciencia jurídica, se ha llegado a un acuerdo democrático entre “cabeza y corazón”, a un consenso de “cómo queremos vivir”. En este sentido, el ciudadano es más que un mero cumplidor de las leyes; tiene la misma voz que el experto jurídico y el poder político. La relación en pie de igualdad, de ser humano a ser humano, también es decisiva en el ámbito laboral, donde las relaciones pueden incluir diferentes grados de responsabilidad o conocimiento pero ningún tipo de diferencia en el valor y la dignidad de las personas que forman la comunidad laboral.

El mismo tipo de “entorpecimiento” sucede en la manera en la que nos conectamos con los ideales de la fraternidad y libertad, por ejemplo, cuando la fraternidad se reduce al gesto de apoyo caritativo monetario, o cuando la libertad se reduce a las libertades definidas en la constitución del estado. En ambos casos tenemos la posibilidad de establecer una relación personal e íntima con los ideales sociales. La libertad que el individuo quiere ejercer en la sociedad/comunidad tiene mucho que ver con la experiencia íntima tal como Rudolf Steiner la describió en “La filosofía de la libertad”. La fraternidad, por su parte, es algo que podemos aprender a sentir íntimamente con la sensación de no poder estar feliz cuando sabemos que hay una persona que está sufriendo en nuestro entorno.

Nuestro pensamiento racional es demasiado pobre para comprehender las grandes ideales sociales de libertad, igualdad y fraternidad. No encajan en nuestro pensamiento que quiere relaciones fáciles, estables y siempre iguales. La lógica y analogía que mira los ideales sociales bajo el ángulo siempre igual provoca malentendidos que afectan la seriedad de un debate social en el que suelen figurar estos ideales.

“Cuando la humanidad oyó hablar de libertad, igualdad y fraternidad, era una profunda necesidad que estas palabras resonaran en ese momento de la cultura moderna. No se entenderán estas palabras mientras no haya entendimiento de la organización trimembrada de la naturaleza humana, porque solo entonces se conocerá el verdadero sentido de estas palabras. Mientras uno llene estas tres palabras con esas sensaciones caóticas que tienen su origen en la concepción “el ser humano es como es, y la trimembración del ser humano es una ilusión inventada”, el ser humano tampoco podrá tener orientación alguna dentro del conjunto de directrices dadas con estas tres palabras. Porque tal y como tenemos estas tres palabras frente a nosotros, no pueden ser aplicadas directamente a los mismos planos de la experiencia humana. Esto no es posible.

Las siguientes consideraciones sencillas, que quizás por ser tan simples no lleguen inmediatamente a los ojos del alma en su alcance y seriedad, señalarán cómo, aplicadas en el mismo plano de la vida, el significado de estas tres palabras puede ser distorsionado provocando serios conflictos en la vida.

Tomemos primero el área en la que vivimos la fraternidad de la manera más natural [...] y veamos lo que puede surgir dentro de la fraternidad de la familia, o precisamente por la fraternidad de la familia. Por ejemplo puede haber un miembro de la familia que, precisamente por la fraternidad justificada en el contexto familiar, no se sienta cómodo, y que anhele liberarse de la fraternidad de familia, porque siente que no puede desarrollar su alma dentro de ella. Es un caso que ilustra que la libertad, el libre desarrollo de la vida del alma, puede entrar en conflicto con la fraternidad. [...]

Si se quisiera enumerar las incongruencias entre la fraternidad y la igualdad, habría que hablar dilatadamente de ellas. Por supuesto, en abstracto, uno puede imaginarse que todos pueden ser iguales y mostrar que la fraternidad y la igualdad son bien compatibles. Pero no se trata de pensar las cosas en abstracto sino de observar la realidad, si nos tomamos la vida seria y honestamente.

En el momento en que sabemos que el ser humano tiene un cuerpo que vive en el plano físico, un alma que vive en el mundo anímico y el espíritu que vive en el mundo espiritual, en ese momento se abre la perspectiva correcta para la conexión de las tres poderosas palabras que hemos mencionado.

La fraternidad es el ideal más importante para el mundo físico. Y en la medida en que el ser humano se encuentra inserto en el mundo anímico, hay que hablar de la libertad del alma, es decir, de una condición social que da plena libertad al alma.

Y si consideramos que cada uno de nosotros debe esforzarse desde su punto de vista individual por el conocimiento espiritual, por el desarrollo de su espíritu, para que su espíritu tenga patria en el mundo espiritual, entonces muy pronto nos percataríamos con nuestros ojos espirituales a dónde llegaríamos con nuestra concepción del espíritu si cada uno buscara por su propio camino y cada uno llegara a un contenido espiritual diferente. Solo podemos unirnos como seres humanos en la vida si cada uno busca el espíritu por sí mismo y finalmente llega al mismo contenido espiritual.

Por eso podemos hablar de la igualdad de la vida espiritual y de la fraternidad en relación con todo lo que está conectado con las leyes del plano físico y vive en el alma humana desde el plano físico; de la libertad en relación con todo lo que vive en el alma humana, recibido de las leyes del mundo anímico; y de la igualdad en relación con todo lo que vive en el alma humana, recibido de las leyes del mundo espiritual.

Como ven, debe surgir el amanecer una nueva Nochevieja cósmica, en la que crecerá un sol con poder de calidez e iluminación: ese sol que dará calidez y luz a muchas cosas que viven en tiempos de opacidad, pero sin ser entendidas. Esa es precisamente la peculiaridad de nuestro tiempo: el que muchas cosas son anheladas y pronunciadas, sin ser entendidas.”

Rudolf Steiner, El arte a la luz de la sabiduría iniciática, cuarta conferencia, GA 275

 

Antipatía frente a los ideales sociales

La antipatía frente a los ideales sociales puede surgir por la sensación intuitiva-instintiva de que son mentiras e inventos de la clase gobernante. Esta falta de confianza se produjo en Karl Marx y en toda una clase proletaria, viendo en la ética burguesa un edificio de ideología, de invenciones e ideas éticas ilusorias.

Como consecuencia, las inquietudes-ideales, que en el fondo anhelan que se establezca un orden social impregnado de libertad, igualdad y fraternidad, no se pueden identificar con ellos a nivel espiritual.

“Cuando no existen las fuentes de las cuales siempre fluyen de nuevo al organismo social las fuerzas inherentes a las ideas primarias, las organizaciones toman formas que, en vez de promover, entorpecen la vida de dicho organismo. Mas las ideas primarias continúan viviendo, más o menos inconscientemente, en los impulsos de los hombres, aunque los pensamientos plenamente conscientes se desvíen de la realidad y provoquen, o hayan provocado, estorbos en el desarrollo de la vida social. En un mundo de tal naturaleza, las ideas primarias se manifiestan de un modo caótico y aparecen, abierta o veladamente, detrás de las perturbaciones revolucionarias del organismo social”.

Rudolf Steiner, Los puntos centrales de la cuestión social, GA 23

 

“Pues, por un lado está lo que se quiere hacer valer tumultuosamente como fraternidad, libertad e igualdad, y por otro lado está el impulso que impide ver con claridad cómo la fraternidad, la libertad y la igualdad deben entusiasmar a los seres humanos. Sin embargo, solo podrán ver esto claramente si despiertan en el alma consciente para el correcto autoconocimiento – si despiertan en el alma consciente y se sienten en cuerpo, alma y espíritu”.

Rudolf Steiner, Sintomatología histórica, segunda conferencia, 19 de octubre de 1918, GA 185 

 

Oposición y contradicción entre los ideales sociales

“Se ha escrito más de una obra ingeniosa en la que se demuestra cómo la libertad, la igualdad y la fraternidad no pueden estar en perfecta unión en el estado [...] Pero la vida no existe para estar libre de contradicciones, más bien está llena de contradicciones en todas partes. Y la vida consiste en ir superando una y otra vez las contradicciones que van surgiendo. La vida consiste precisamente en plantear y superar contradicciones. De ahí se entiende que es más que justificado que se hayan proclamado juntos los tres grandes ideales de libertad, igualdad y fraternidad.”

Rudolf Steiner, Polaridad mundial entre occidente y oriente, décima conferencia, Viena, 11 de junio de 1922, GA 83

 

“Yo conozco libros muy ingeniosos que alegan con razón que las tres ideas de libertad, igualdad y fraternidad se contradicen entre ellos. Pues efectivamente, la igualdad contradice a la libertad de manera decisiva; eso ya lo decían los escritores ingeniosos en 1848, e incluso antes; eso es muy cierto. Si se mezcla todo, las cosas se contradicen.

[...]

Cuando las cosas se ordenan según la trinidad, no se contradicen. Pues lo que se contradice en el pensamiento está, no obstante, de acuerdo con la realidad, porque en la realidad se ve fragmentado en aspectos diferentes. Los pensamientos se arrastran buscando contradicciones; la realidad, en cambio, vive de las contradicciones. Por lo tanto, la realidad no puede comprenderse sin aprehender las contradicciones, sin asumir las contradicciones en los pensamientos.”

Rudolf Steiner, La exigencia social fundamental de nuestra época, décima conferencia, GA 186

 

Ideales institucionalizados

Las instituciones sociales no son un producto natural sino dependen de la responsabilidad del ser humano. Sin embargo, siendo el resultado de un proceso de muchos siglos y milenios, hoy también dependen de una continua actividad que les aporte sentido y vida. El proceso natural renueva la vida cíclica y rítmicamente; en cambio el ritmo de renovar las instituciones sociales desde el espíritu, lo tenemos que encontrar libremente nosotros. No es suficiente votar cada cuatro años para que las viejas ideas del aparato oficial sigan vivas en nuevas cabezas.

Los tres ideales sociales no pueden ser mero contenido de conocimiento (como ideas nacidas en la Revolución Francesa que hoy pertenecen al pasado), ni pueden ser concebidas como utopía, o como algo que alguien instituirá para nosotros en algún momento.

En el presente, los ideales sociales corren el peligro constante de ser institucionalizados por el estado. El estado se encarga de realizar la libertad, igualdad y fraternidad por nosotros. Concede “libertad a la ciencia” pero en realidad no puede hacer otra cosa que sospechar de las “pseudo-ciencias”, de “pseudo-terapias”; el estado determina lo que es la igualdad (igualdad de género, la igualdad ante la ley) pero sospecha del ciudadano que toma en serio el derecho democrático de expresar su opinión o lanzar una iniciativa ciudadana; el estado también regula la fraternidad de los ciudadanos mediante los impuestos recaudados y los gasta acorde con sus propios principios, por ejemplo, con subvenciones “fraternales” para la industria atómica.

 

Ideales sociales y hegemonía de la frase hueca

Si tomamos en serio las palabras de Rudolf Steiner anteriormente citadas: “esa es precisamente la peculiaridad de nuestro tiempo: el que muchas cosas son anheladas y pronunciadas, sin ser entendidas”; también podremos entender mejor lo que dijo sobre nuestra civilización actual como época de la hegemonía de la “frase hueca”.

También los grandes ideales sociales —libertad, igualdad, fraternidad— pueden convertirse fácilmente en puras frases huecas. De hecho, su mención en programas globales, declaraciones universales y constituciones nacionales sigue siendo pura frase hueca si no les damos sentido y vida desde nosotros. (Véase Rudolf Steiner, La crisis del presente y el camino hacia el pensar sano, primera y segunda conferencia, 2 de marzo de 1920, GA 335)

 

 

Véase también en este glosario:

Ideales sociales

Ideales sociales -- cuerpo alma y espíritu

Ideales sociales -- aproximación interior

Hegemonía mundial de la frase vacía

 

Autor/traductor: Michael Kranawetvogl