Mercancía

 

Índice

¿Qué es mercancía y qué no lo es?

La mercancía – producto natural transformado

Capital y suelo no son mercancía

El trabajo no es mercancía

Mercantilización y reduccionismo desde la perspectiva de la trimembración social

Mercantilización de alimentos

 

 

¿Qué es mercancía y qué no lo es?

Las teorías de la ciencia económica moderna tienden a entender todos los elementos del proceso económico como mercancía. Las ideas de la trimembración social y junto a ellas las teorías que Rudolf Steiner desarrolló en el Curso de Economía Política, nos enseñan que solo lo producido por el ser humano puede ser llamado mercancía, con lo cual se desencadenan cuestiones por las condiciones necesarias para que el trabajo humano y, junto con él, el ser humano en sí, no se convierta en mercancía.

“Hoy en día, todo se convierte en mercancía, todo es tratado como mercancía. ¿Pero cuándo es válido aplicar este término y cuándo no? ¿Qué se puede llamar con razón una mercancía? Si se trata de una mesa colocada sobre el suelo, no hay duda de que sí. ¿Pero el suelo mismo? El suelo es algo que no ha sido hecho por el ser humano, y menos aún todo lo que está debajo del suelo (recursos naturales subterráneos). El privatizar bienes ambientales como el aire y el agua es una absoluta sinrazón. Incluso la mano de obra humana en la actualidad se trata con frecuencia como una mercancía. Lo que pasa cuando el dinero deja de ser un instrumento jurídico y empieza a ser considerado mercancía se puede estudiar en los mercados financieros. O sólo pensemos en cómo cambia la relación médico-paciente cuando el médico deja de curar los pacientes y en lugar de ello vende ‹servicios sanitarios›?”

Gerald Häfner, El derecho de propiedad en el foco de investigación, Antroposofía en el Mundo 12-2016.

 

La mercancía – producto natural transformado

"En la esfera económica, no hay nada más que hacer que intercambiar mercancía por mercancía - pero mercancía entendida en el sentido más amplio. En realidad, toda la vida económica consiste sólo en el intercambio de mercancía. Ahora bien, ¿qué es una mercancía en realidad? - Un terreno no es una mercancía como tal. El carbón que yace bajo la tierra tampoco lo es. Una mercancía es sólo aquello que ha entrado en conexión con la actividad humana, ya sea siendo transformado en su naturaleza original o llevada de un lugar a otro por el ser humano. Considerando tan solo estas dos características, se encontrará todo lo que de alguna manera se puede entender bajo el concepto de mercancía. Se ha debatido mucho sobre la naturaleza de la mercancía. Pero quien tenga conocimiento del contexto económico sabe que ante la realidad únicamente tiene valor esta definición de mercancía".

Rudolf Steiner, Factores curativos para el organismo social, quinta conferencia, GA 189.

 

Capital y suelo no son mercancía

“En la economía, sólo se trata de la producción, el consumo y la circulación [la distribución de las mercancías] entre la producción y el consumo. Esto significa que en la vida económica hay que ocuparse únicamente de la circulación de los bienes producidos, que, al circular, se convierten en mercancías.  …

Todo lo que es mercancía puede adquirir un valor objetivo real en el contexto no sólo de la vida económica sino de la vida social en su conjunto, simplemente por la importancia que tiene desde el punto de vista del consumo.

De esto se desprende claramente que hay que entender en un sentido muy particular la mercancía como elemento de la vida económica. Lo que estoy llamando el valor económico objetivo sólo puede aplicarse a las mercancías, no a cualquier otra cosa que ahora forma parte de nuestra vida económica como si fuera mercancía. Por ejemplo no puede aplicarse a la tierra y no puede aplicarse al capital.”  ...

"El suelo y el capital no son de ninguna manera conmensurables con la mercancía, porque su valor está sujeto a las capacidades humanas. Sin embargo el pensamiento uniforme, abstracto que ha surgido en los últimos tiempos [[se refiere al Estado unitario que quiere regular la economía y el ámbito cultural, o al intento de atribuir un valor monetario a cualquier cosa, incluyendo las que ni siquiera tienen precio]] … conduce a que el suelo, el capital, y al final también el trabajo, sean valorados como si fuesen una mercancía.“

Rudolf Steiner, La realidad de los mundos superiores, conferencia de Kristiania (Oslo), 30 de noviembre de 1921: La cuestión cardinal de la vida económica, GA 79.

 

El trabajo no es mercancía

“En el ámbito del moderno orden económico capitalista, lo único que cuenta es la mercancía, y en el marco del organismo económico la mercancía adquiere un determinado valor. Empero, en la era moderna, dentro del organismo capitalista, se ha convertido en mercancía algo que, según el sentimiento del proletario, no debe tener el carácter de mercancía.

En la antigüedad había esclavos: todo el ser humano se vendía como si fuera mercancía. Algo menos, pero sí una parte del ser humano se incorporaba en el proceso económico, por la servidumbre de la época del feudalismo. El capitalismo se ha convertido en la potencia que imprime el carácter de mercancía a un elemento restante del ser humano: su capacidad de trabajo

No diré que este hecho haya pasado inadvertido. Por el contrario: se lo nota como un hecho fundamental de la vida social del presente, como algo de un efecto importantísimo para el moderno movimiento social. Sin embargo, al considerarlo, se dirige la mirada únicamente hacia la vida económica, de modo que la referida cuestión llega a tener carácter meramente económico.

No será posible quitarle el carácter de mercancía a la capacidad de trabajo, si no se encuentra el camino de desligarla del proceso económico como tal. No se trata, pues, de transformar el proceso económico para dar valor al trabajo humano dentro del proceso económico. La cuestión esencial es más bien la de cómo desligarlo del proceso económico. Una vez logrado esto, no habrá fuerza social alguna que pueda dar al trabajo el carácter de mercancía.  …”

Rudolf Steiner, Los puntos centrales de la cuestión social, capítulo 1, GA 23

 

“Mientras la capacidad de trabajo se utilice con arreglo al proceso económico, éste, por su propio carácter, tiende a servirse de ella de la manera más conveniente, al igual que en él se procede con la mercancía. Como hipnotizado por el poderío de la moderna economía se dirige la mirada exclusivamente sobre sus procesos; pero este modo de ver las cosas jamás permitirá descubrir lo que debe hacerse para evitar que la mano de obra adquiera el carácter de una mercancía. Pues, en otro sistema económico, lo obtendrá de otra manera.  …

En nuestro tiempo, el pensar no supo distinguir entre lo totalmente diferente de cómo, por un lado, se incorpora en la vida económica lo que, como la fuerza de trabajo, constituye un elemento esencial del ser humano, y por otro lado, lo que, originariamente no inherente al ser humano, se encauza por caminos que la mercancía debe tomar desde su producción hasta su consumo. Cuando, en este sentido, a través de un sano modo de pensar se pondrá de manifiesto el verdadero aspecto del problema del trabajo humano, también se verá claramente qué lugar dentro del sano organismo social le corresponde a la vida económica.”

Rudolf Steiner, Los puntos centrales de la cuestión social, capítulo 1, GA 23.

 

Mercantilización y reduccionismo desde la perspectiva de la trimembración social

"Rudolf Steiner describe en el Curso de Macroeconomía los tres factores productivos, naturaleza, trabajo y capital, de la siguiente manera: La generación de valor económico se produce por un lado por el trabajo que transforma la base natural, y por otro lado por el espíritu que organiza el trabajo. El trabajo tiene aquí un doble carácter peculiar. Por un lado es la fuerza formadora que modifica los recursos naturales, por otra parte es transformado por el espíritu.

En el marco de los paradigmas que prevalecen en la ciencia académica oficial, sale victorioso el reduccionismo, que trata de someter todos los fenómenos a una lógica funcional mecanicista.

La mercantilización es un resultado bienvenido por los economistas, ya que para ellos el mercado es la primera solución de cualquier problema económico. Sin embargo, esta visión es una ilusión: el trabajo, la naturaleza (suelo, recursos minerales, etc.) y el capital se pueden considerar como bienes y servicios, pero en realidad no lo son.

Un ejemplo de tratar el capital como mercancía es la inversión de capital para el aumento de la productividad, donde los beneficios quedan en mano de los dueños del capital sin fluir en el organismo social (y sin llegar a la vida espiritual). Cuando, por otro lado, el trabajo es reducido a ser considerado mera mercancía, esto significa que el trabajador queda ajeno al proceso laboral, pierde el interés en el proceso de generación de valores, y tendrá como única recompensa la paga de su trabajo por el precio de mercado. Finalmente, cuando el carácter de mercancía es dado a los recursos naturales, ellos reciben un precio que forma la base del ingreso del actor económico que ha tomado posesión de un recurso natural.

De la misma manera se puede interpretar el intento de mercantilizar el clima mediante la generación de un derivado del clima, que convierte en mercancía los riesgos climáticos. La consecuencia de la mercantilización de la naturaleza es una mayor mercantilización del trabajo. La privatización de la tierra y del agua obliga a una mayor subyugación del trabajo bajo el proceso de mercado. La adquisición de derechos de emisión de CO2 significa por un lado la mercantilización del aire, y ésta facilita la creación de nuevos derivados de capital, con el efecto de que se producen todavía más bienes ficticios.

Fuente: André Bleicher, revista ‹Impulsos Sociales› (Sozialimpulse ), junio de 2015

 

Mercantilización de alimentos

En la economía moderna, las necesidades humanas adoptan la forma mercantil y se expresan bajo la forma del precio. Es decir, quedan subordinadas a la lógica del mercado. No se produce lo que necesita la población para vivir sino lo que genera beneficio a las empresas. La producción de alimentos se rige por la misma lógica que cualquier otro mercado. La alimentación, una necesidad humana básica, debe generar beneficios (producir plusvalor). Esta dinámica desconsidera todos los límites humanos, sociales, ecológicos, territoriales y culturales: arruina las pequeñas explotaciones, fuerza a la población rural a abandonar el campo, impulsa la concentración creciente de la población en las ciudades y la expansión del modo de vida urbano y obliga a la gente a contratarse como asalariada en las ciudades y depender del mercado tanto para producir como para consumir.

“La economía de mercado exige la desaparición de la producción campesina para el autoconsumo y su racionalidad ecológica en el manejo de los recursos naturales. Ésta debe ser sustituida por la racionalidad empresarial. Empresas y sociedades anónimas convierten a la agricultura y la ganadería en procesos industriales para la producción de alimentos en serie. El incremento del comercio mundial de alimentos impulsado por la Organización Mundial de Comercio (OMC) y la Política Agraria Común (PAC), suavizado por las subvenciones, ha provocado graves consecuencias sobre las economías y condiciones de vida de agricultor@s, jornaler@s, campesin@s y pueblos indígenas. El efecto principal de este modelo alimentario, tanto en los países de origen como en los de destino de las mercancías agrarias, es la eliminación de la pequeña producción campesina, reemplazándola por empresas agrarias que concentran la producción y la distribución donde les es más rentable.”

Fuente: La Garbancita Ecológica

https://lagarbancitaecologica.org/wp-content/uploads/2018/10/Mercantilizaci%C3%B3n-e-industrializaci%C3%B3n-de-alimentos-y-naturaleza.pdf