Contenido
Crisis sociales – crisis del pensar, sentir y querer en la sociedad
Volver a sentirse responsable del pensar, sentir y querer propios
Volver a descubrir el pensar, sentir y querer
Conciencia y educación de las facultades anímicas
Entender los campos de acción del pensar, sentir y querer en el organismo social
El fenómeno mundial del alma aturdida. Frase hueca, convención y rutina
Entender la presencia imperante de la frase hueca, convención y rutina
Fragmentación e unión del pensar, sentir y querer
“El presente es una época [...] de la que se puede decir que mucho tendrá que cambiar en la forma del pensar, sentir y querer de las personas. Las direcciones del alma tendrán que cambiar. Eso será una exigencia del tiempo.”
Rudolf Steiner, Los trasfondos espirituales del mundo exterior, Dornach, 30 de septiembre de 1917, GA 177
Las tres facultades anímicas tienen una relación con las condiciones de los ámbitos sociales en los que actúan. Son instrumentos esenciales para la construcción del organismo social, en particular cuando se trata de ubicar, activar y dirigir el pensar, sentir y querer en los contextos concretos de trabajo en cada ámbito social, sobre todo en las instituciones auto-gestionadas.
Las posibilidades de aportar impulsos sanos a la sociedad aumentan en la medida en la que somos conscientes de la realidad, naturaleza y fuerza de nuestro pensar, sentir y querer. La tarea es volver a descubrir el valor del pensar, sentir y querer para la salud del organismo social junto con nuestro propio valor como seres humanos. Tarea que es parte de la exigencia de este momento de la evolución de la humanidad: “cambiar la forma del pensar, sentir y querer”.
Por un lado, el pensar, sentir y querer humanos están en constante devenir y han de ejercitarse; por otro, su actividad constante es necesaria para que los órganos del organismo social reciban los impulsos vitales que necesitan.
Crisis sociales – crisis del pensar, sentir y querer en la sociedad
En las crisis sociales de nuestro presente sucede algo que requiere un análisis, no solo de los sucesos exteriores sino sobre todo del estado anímico de la sociedad, es decir, de las fuerzas del pensar, sentir y querer que viven en la sociedad.
En “El aspecto interior del enigma social” Rudolf Steiner dice
“La catástrofe de la Guerra Mundial debería hacer que el ser humano aprenda que fueron su pensar, su sentir y su querer que le empujaron a dicha catástrofe y que no habrá salida de ella (aunque adapte otras formas distintas) mientras no desarrolle la firme resolución de una transformación de su alma.”
El aspecto interior del enigma social, quinta conferencia, GA 193
Rudolf Steiner no habla aquí de una crisis puntual sino de una crisis que afecta a toda la humanidad.
“La actual crisis histórica de la humanidad exige que en cada individuo se formen determinados sentimientos […] De ahora en adelante se exigirá que el hombre aprenda a formarse una noción, un sentimiento sano de cómo las fuerzas del organismo social deben actuar para darle vida. Y el hombre deberá ser consciente de que el situarse en dicho organismo sin tales sentimientos, es malsano y antisocial.”
Rudolf Steiner, Los puntos esenciales de la cuestión social
Las fuerzas que menciona Rudolf Steiner en esta cita, fuerzas que deben actuar juntas “para darle vida” al organismo social, no son otras que las del pensar, sentir y querer de todos los miembros maduros y responsables de la sociedad. Donde tienen su campo de acción y entrenamiento es en los órganos (instituciones) del organismo social.
Justo después de la catástrofe de la humanidad de la guerra y en medio de la crisis posguerra, Rudolf Steiner dedicó un ciclo entero, “Bases histórico-evolutivas para la formación de un juicio social”, al análisis del estado anímico del pueblo alemán, pero también del resto de la humanidad moderna. Esta se encuentra en un punto evolutivo en el que le falta la fuerza, capacidad e interés para formarse un juicio responsable sobre los fenómenos sociales e históricos de su tiempo, por ejemplo, sobre la capacitación de los personajes políticos responsables, o sobre los objetivos y razones de la guerra, además de la cuestión de la culpa por ella. En un contexto ampliado, Rudolf Steiner habla también de una ausencia general de “sensación de responsabilidad por el mundo” (GA 194, 11) y de una ausencia de conciencia de una misión en la tierra, ya sea del individuo o de la humanidad entera (GA 185a, 1).
Rudolf Steiner reduce las causas y orígenes de la desconexión con la realidad social a la pérdida general de la conexión y relación con el pensar, sentir y querer propios – a la incapacidad de dar realidad y valor sustanciales al pensar, sentir y querer propios.
¿Cómo se explica semejante falta de conciencia y responsabilidad frente a la actividad anímica propia? El hábito de interpretar los pensamientos y las otras facultades del alma como resultados fortuitos de la evolución (GA 185a, 7) se ve perfectamente respaldado por la ciencia natural, que las explica como meros productos de procesos bioquímicos fisiológicos. Si esto es así, no tiene sentido ni hay necesidad de sentirse responsable de ellas. La ciencia natural moderna ha provocado una “desertificación del sentir humano y una desorientación de la voluntad humana” (GA 335, primera conferencia).
En particular, Rudolf Steiner habla de las consecuencias de la ideología materialista marxista (entonces determinante para el pensamiento “proletario”), que, siguiendo la tendencia de la ciencia natural de la época, no da realidad o valor sustancial a las facultades anímicas: Marx no ve valor práctico en el pensamiento puro, dialéctico de su maestro Hegel; tampoco ve sentido en otros enfoques: los proyectos fracasados de caridad y compasión con la clase proletaria tal como los diseñaron por los utopistas franceses (Saint-Simon), ni en la voluntad práctica del utilitarismo inglés (Robert Owen). Como resultado, para Marx, la única realidad era la de las condiciones de producción y la resultante conciencia de clase del proletariado, que se caracteriza por la convicción de que “las personas creen que piensan, sienten y quieren desde sus propios impulsos […] pero en realidad piensan, sienten y quieren según la clase social en la que han nacido, según tipo de mérito o culpa” y de que la supraestructura del pensar, sentir y querer no puede tener importancia en comparación con la realidad de las “condiciones de producción” (Bases histórico-evolutivas para la formación de un juicio social, sexta conferencia, GA 185a).
Rudolf Steiner extiende sus observaciones a varios tipos de reflexión a la cualidad, configuración y repartición del pensar, sentir y querer en la sociedad. Entre otras cosas habla de la fragmentación de las fuerzas anímicas a lo largo de la sociedad: con la voluntad de cambio social ubicado en el proletariado, el pensamiento (conocimiento, cultura y ciencia) en la burguesía, y el sentimiento (en forma de ideales militares tradicionales) en la aristocracia (GA 185a, 5).
Con el conjunto de los factores de debilitamiento y desorientación del pensar, sentir y querer, que Rudolf Steiner menciona en “Bases histórico-evolutivas para la formación de un juicio social” y en otras ocasiones, resulta evidente la necesidad de vincular la crisis social vivida en aquel momento con una crisis del pensar, sentir y querer humanos.
Volver a sentirse responsable del pensar, sentir y querer propios
Lo que puede resultar de tal análisis como consecuencia ulterior para la actitud interior es una conciencia clara y diferenciada sobre el estado de las fuerzas anímicas de la sociedad, y además de ella, una motivación para evaluar las posibilidades de cuidar el pensar, sentir y querer en el propio entorno social. Las instituciones creadas en el entorno del movimiento para la trimembración social nos dan una plenitud de principios y métodos orientativos.
El valor decisivo de estas instituciones y comunidades reside en el hecho de que su principio de autogestión implica autorresponsabilidad en todos los sentidos, una fuerza que contrasta con la ausencia de responsabilidad que con facilidad se puede producir en las macro-estructuras sociales. En las instituciones y comunidades “creadas por nosotros para nosotros” estará presente una alta conciencia del pensar, sentir y querer propios y un alto respeto al pensar, sentir y querer del otro. Otro aspecto decisivo es el espíritu compartido por una causa común en una comunidad creada desde abajo. Las instituciones fundadas por el movimiento para la trimembración social (la primera escuela Waldorf, la comunidad asociativa Der Kommende Tag) tenían el objetivo de ser un campo de desarrollo de ideas, convicciones e impulsos inspirados en la libertad, igualdad y fraternidad. El “gran pensamiento guía para nuestra época”, de
“vivir sólo en las comunidades estatales y sociales que creamos nosotros para nosotros.”
Rudolf Steiner, Recopilación ensayos sobre historia de la cultura y de la época. GA 31
se traduce a condiciones en las que el pensar, sentir y querer propio tiene que medir y pelearse con el pensar, sentir y querer ajeno, en la conciencia común de que el pensar, sentir y querer de todos tiene que ser coordinado y dirigido en la dirección del ideal compartido. El compromiso con el ideal compartido (por ejemplo la vida cultural-espiritual libre cultivada en una escuela libre) significa una sensación de responsabilidad de todo lo que una piensa y hace, una responsabilidad más alta que en una comunidad oficial en la que todos siguen las ideas, convenciones y rutinas existentes e iguales para todos.
Volver a descubrir el pensar, sentir y querer
Frente a la fragmentación y disociación de las fuerzas anímicas (tanto en el individuo como en la sociedad como en la humanidad entera), frente a la falta de conciencia y responsabilidad por el pensar, sentir y querer propios (en este momento de la evolución de la humanidad moderna) y frente a las tendencias de pasividad y letargo que Rudolf Steiner llamó “frase hueca, convencionalismo y rutina”, el ser humano moderno tiene que literalmente volver a descubrir que es un ser con facultad pensante, sintiente y volitiva; que tiene sentimientos, que los sentimientos no solo, y no siempre, son fenómenos fortuitos y subjetivos que van y vienen como los pensamientos e impulsos volitivos, que el sentimiento tiene sus relaciones y dependencias mutuas con el pensar y querer, que el pensar, sentir y querer están entretejidos, que cada una de las facultades anímicas tiene un valor igualitario , que el pensar, sentir y querer, en su conjunto, pueden ser fuerzas constructoras del mundo, no solo resultado y reflejo de lo que recibimos del mundo en forma de experiencias y percepciones.
El ser humano moderno tiene que reconocer el valor del sentir y querer de la misma manera que reconoce al pensar idolatrado por la ciencia del cerebro. El corazón no puede ser considerado algo que tiene menos valor que la cabeza, o un producto secundario de procesos cerebrales.
El ser humano moderno tiene que aprender que las tres facultades anímicas necesitan su forma y campo de actuar en el organismo social, tanto por separado (el pensar, que predomina en la vida cultural-espiritual; el sentir, que predomina en el ámbito del derecho y de la igualdad; el hacer, que predomina en la vida económica) como en unión (el pensar, sentir y querer entretejidos, y con el pensar activo inspirando los ámbitos del sentir y querer). El ser humano moderno necesita volver a saber qué está haciendo cuando actúa en este u otro ámbito social. Por ejemplo, en el momento en el que está actuando en el ámbito “jurídico-político“ (es decir, el ámbito del derecho, de la convivencia, de la cooperación, del trabajo, de la democracia, del mutuo entendimiento, del contrato y consenso) está actuando en gran parte desde el sentir, el sentido de justicia, la sensación de dignidad, la sensibilidad por el otro, el sentimiento del derecho. El ser humano moderno necesita volver a aprender a reconocer que esta facultad del sentir es real, no subjetiva; que el corazón, órgano del sentimiento y de la consciencia, dice la verdad.
El ser humano moderno tiene que volver aprender a reconocer las condiciones que los tres ámbitos sociales proporcionan a su pensar, sentir y querer: reconocer las posibilidades que cada ámbito social le da para desarrollar, ya sea preferida o igualitariamente, el pensar, sentir y querer en cada uno de ellos; tener conciencia de las condiciones que él mismo puede crear en iniciativas, comunidades libres e instituciones, para tener el terreno en el que pueda desplegar aun más la disposición anímica de su pensar, sentir y querer, junto con la responsabilidad por el pensar, sentir y querer propios.
Idealmente, el autoconocimiento y autoentendimiento del ser humano también deberían incluir la conciencia de que la crisis del pensar, sentir y querer afecta a toda la humanidad, con la resultante necesidad de una nueva atención al pensar, sentir y querer propios.
Habiendo dejado atrás las épocas de la evolución humana en las que el pensar, sentir y querer del individuo eran incapaces de desviarse del sentido común de la comunidad,
“el ser humano quiere tener un orden social, quiere dar a la convivencia social una estructura social dentro de la cual pueda tomar conciencia, adecuada a nuestra época del alma consciente, de lo que puede saber en su dignidad como ser humano, en su significación como ser humano, en su fuerza como ser humano. Quiere encontrarse a sí mismo como ser humano en este orden social. […] Los impulsos anteriores, instintivos, han guiado al ser humano a hacer esto o aquello, a pensar y sentir esto o aquello. Estos impulsos instintivos quieren transformarse en impulsos conscientes. Estos impulsos conscientes en la época del alma consciente, que comenzó en el siglo XV y durará hasta el cuarto milenio, solo pueden introducirse adecuadamente en la vida humana si, en esta época, el ser humano se hace cada vez más consciente de lo que es como ser humano y de lo que vale como ser humano, también en la estructura social en la que vive.”
Rudolf Steiner, La exigencia social fundamental de nuestra época, octava conferencia, Dornach, 13 de diciembre de 1918, GA 186
Véase también en este glosario:
Épocas culturales y ley sociológica
Épocas culturales
Alma consciente - retos en lo social
Conciencia y educación de las facultades anímicas
En 1917 en su escrito ‹En torno a los enigmas del Alma›; Rudolf Steiner dio a conocer a la comunidad científica nociones fundamentales del pensar, sentir y querer en su interdependencia y dependencia con la constitución humana. Dos años más tarde, en “Los puntos esenciales de la cuestión social” y conferencias públicas, Steiner[MOU1] alerta sobre la necesidad de una educación que proporcione una conciencia general del alma humana trimembrada y su lugar en el organismo social trimembrado. En el mismo año, 1919, Rudolf Steiner estableció la primera escuela Waldorf libre, en la que tiene importancia central el pensar, sentir y querer en su interacción entre el maestro y el alumno, pero también en la práctica de la autogestión de la escuela.
Hasta nuestro presente, la educación oficial no ha acogido las enseñanzas de Rudolf Steiner en su forma ilustradora y orientadora, que puede infundir asombro frente a la sabia y compleja interacción de las tres facultades anímicas con los tres sistemas funcionales humanos. El estado no tiene interés en incluir en sus planes de estudio sistemas trimembrados incompatibles con la ideología dualista de dos miembros, de los que uno manda y el otro obedece. Tanto más urgentes parecen hoy las alertas de Rudolf Steiner que relacionan las grandes crisis de la humanidad con la crisis de su pensar, sentir y querer. Y tanto más comprensible es la preocupación de Rudolf Steiner por una educación de la generación joven en el sentido de una conciencia de cómo el alma humana puede actuar en su triple configuración del pensar, sentir y querer en un organismo social a su vez trimembrado.
Entender los campos de acción del pensar, sentir y querer en el organismo social
La vitalidad y salud del organismo social son el resultado de nuestra disposición de colocar y activar nuestro pensar, sentir y hacer en los ámbitos sociales correspondientes.
* El ámbito del pensar y conocer necesita para sí un entorno de vida cultural-espiritual libre, que dé absoluta libertad al individuo para desarrollar sus ideas y capacidades. Ahí es donde se sienten en casa el pensamiento y conocimiento y donde actúan de una forma saludable.
* En la economía también hacen falta ideas pero su esencia práctica consiste en la voluntad de lograr y aceptar el precio justo para todos, no solo pensarlo.
* El ámbito del derecho nos coloca directamente en la esfera del sentido del derecho, el sentimiento de justicia o la sensación de injusticia. Los asuntos del derecho nos hablan directamente al corazón. Queremos sentir la igualdad, no pensarla.
El ser humano moderno, el ser humano de la época del alma consciente, tiene que encontrar y crear las condiciones en las que puede mejor colocar el pensar, sentir y querer en los tres ámbitos sociales correspondientes.
“Quien mire a la humanidad de hoy, que, pasando por el quinto período postatlante, está cruzando el umbral entre los bastidores del devenir histórico, tiene que decirse: esta humanidad debe encontrar su vida pensante en un organismo espiritual independiente; su vida emocional, es decir, las relaciones de sentimiento que tejen entre ser humano y ser humano, en el organismo jurídico independiente; la vida volitiva en el ciclo económico, en el organismo económico. Si miran estas cosas de esta manera, tendrán los fundamentos más adecuados y profundos para entender la necesidad de lo que se ha dado con las ideas del organismo social trimembrado. […]
Entonces se podrá ir más allá del mero balbuceo de palabras tan predominante en el presente. Entonces se verá que, en la actualidad, no hay que debatir con palabras, sino que hay que darse cuenta de que las palabras solo adquieren el peso del pensamiento cuando se llevan a la dirección correcta, cuando por ejemplo se considera que todo lo que debe desarrollarse como vida pensante en el organismo espiritual de la humanidad es el cultivo de las capacidades individuales; cuando se considera que […] en el organismo jurídico o estatal […] debe prevalecer la democracia porque este ámbito tiene que ver con la relación que cada ser humano desarrolla con cada ser humano. Y en el campo de la economía debe prevalecer la vida asociativa, que une a las asociaciones o cooperativas.”
Rudolf Steiner, Impulsos del pasado y del futuro en el acontecer social, novena conferencia, GA 190
El fenómeno mundial del alma aturdida. Frase hueca, convención y rutina
Rudolf Steiner habla de hábitos en el pensar, sentir y querer de una sociedad cómoda que tan solo se preocupa por el funcionamiento “correcto” y “sin impedimentos” de la sociedad. En este sentido, las tres cómodas actitudes de seguir los hábitos de siempre son actitudes que generan fuerzas retrógradas, incapaces de dar nuevos impulsos vivos al organismo social. Rudolf Steiner los llama: la frase hueca en la vida cultural-espiritual, la convención en los procesos democráticos, y la rutina en la actividad económica.
El ser social del ser humano, entendido desde la ciencia natural, solo puede ser un mecanismo que funciona a la perfección dentro del sistema y que poco motivo tiene para emprender un papel activo en el todo social. En la vida espiritual, no buscará más conocimiento que el que ofrece la educación oficial; en la vida del derecho interpretará la democracia como “sistema” que tiene reglas y leyes por cumplir; en la economía puede estar contento con la rutina de su trabajo que le garantiza el salario negociado en un sistema económico que funciona “por sí solo”.
Rudolf Steiner habla de la “hegemonía mundial” de la frase hueca y de la hegemonía mundial de la convención, con la obvia consecuencia de la hegemonía mundial de la rutina.
Los ideales sociales de libertad, igualdad y solidaridad son ejemplos típicos de la frase hueca cuando se trata de vender programas políticos y formular promesas de una mejor sociedad futura. De todas formas, el fenómeno mundial de la frase hueca no está limitado al pensamiento de los responsables políticos y estrategas, ingenieros y programadores sociales, no solo a los que las pronuncian sino también a todos que las repiten sin haber activado su propio juicio.
Véase también en este glosario: Frase hueca, convención, rutina
Entender la presencia imperante de la frase hueca, convención y rutina
En un acto de autoconocimiento, el ser humano de la civilización moderna tendrá que literalmente volver a descubrir la existencia y el valor de sus instrumentos de relacionarse con el mundo: el pensar, sentir y querer. Esto significa en primer lugar que entienda sus facultades anímicas como actividades que construyen el mundo.
== Frase hueca.
El pensar del ser humano moderno corre el riesgo de contentarse con la primera opinión que se ha formado, sin tener en cuenta que la verdad propia tiene que ser conquistada en un largo proceso en el que los conceptos y las ideas son hipótesis de trabajo a contrastar frente a la realidad y a limar en el intercambio con los demás. Si un concepto es tomado como resultado incuestionable de la ciencia o de otra “autoridad”, se convierte en frase hueca, en punto de vista inamovible (posiblemente en algo “fáctico y científico“), que no merece ser comprobado por el juicio propio.
== Convención.
La consecuencia para el intercambio y el trato entre iguales es una comunicación en la que los juicios ajenos no interesan y los juicios propios no tienen valor porque se asume que no son resultado de un vivo esfuerzo propio con el resultante interés vivo en lo que piensa el otro al respecto. No se produce un espacio de verdad compartida y renovada.
“Si el otro afirma algo, ni siquiera se le escucha porque uno ya tiene su propio punto de vista. Es imposible el acercamiento, porque solo lo logramos si sabemos situar los diferentes puntos de vista dentro de un mundo común, ese mundo común que hoy falta totalmente, pues solo podría encontrarse en el espíritu. Y el espíritu es lo que falta. [...]
Rudolf Steiner, Curso de Pedagogía para Jóvenes, primera conferencia, 3 de Octubre de 1922, GA 217
“Pero aquellas personas en las que no fluye el pensamiento capaz de transformar la frase hueca en algo espiritual tampoco hay espacio para acoger el espíritu que impregne las sensaciones y sentimientos, entorpeciendo el establecimiento de una relación social que aborde la dignidad humana y el valor del ser humano. […]
Rudolf Steiner, La crisis del presente y el camino hacia el pensar sano, primera conferencia, 2 de marzo de 1920, GA 335
Si no se ve la realidad o posibilidad de que se establezca una relación digna[MOU2] entre dos personas en el sentido de que reconocen que ven la misma verdad con el mismo espíritu desde dos lados distintos, la única salida son convenciones externas dadas por alguna “autoridad”, ya sea una autoridad que sabe más que “nosotros”, una autoridad cuyo poder económico le permite imponer ideas guía y normas, o una autoridad que regula los asuntos con normas y leyes fijas que oprimen el debate y convenio entre las personas.
== Rutina
La “hegemonía mundial de la frase hueca” tiene consecuencias para toda la vida social, hasta en la vida del derecho y la vida económica. La filosofía de la economía global neoliberal, pero también los programas y soluciones mundiales diseñados por organizaciones mundiales, no cuentan con el impulso vital de las personas que desarrollan iniciativas individuales y locales.
“Como población centroeuropea nos hemos vuelto progresivamente más débiles de voluntad, en el sentido de que el pensamiento ya no cobra la necesaria fuerza de encender la voluntad para que el ser humano, como ente espiritual, pueda configurar el mundo desde su pensamiento.”
Rudolf Steiner, Curso de Pedagogía para Jóvenes, primera conferencia, 3 de Octubre de 1922, GA 217
“Pero solo penetrando en la realidad a través del espíritu podremos vencer la frase hueca, podremos volver a la palabra viva y a la fuerza que ella puede ejercer en las acciones, en los encuentros humanos y hasta en la vida económica. Los que creen hoy que es suficiente una mera reformación de las viejas instituciones en la vida económica y los que no quieren pasar a una renovación completa de la forma de pensar, viven en un mundo de ilusiones insustanciales.
Rudolf Steiner, La crisis del presente y el camino hacia el pensar sano, primera conferencia, 2 de marzo de 1920, GA 335
Fragmentación e unión del pensar, sentir y querer
La humanidad moderna dispone cada vez más de un Yo autónomo y ya no es miembro de un conjunto social en el que tiene la seguridad de que los asuntos sociales son gestionados por sabios, sacerdotes e iniciados.
La época de máxima conciencia no significa necesariamente la época de máxima moral y responsabilidad. El alma moderna corre más peligro que nunca de hacer lo contrario de lo que sabe que es lo mejor, y corre más peligro que nunca de desconfiar en y burlarse de lo que le dice el corazón.
La libertad del ser humano moderno incluye el peligro de que pierda la autoridad sobre las facultades anímicas y que ellas se independicen del Yo que las debería dirigir.
“Lo que en el ser humano actúa en unión en el pensamiento, el sentimiento y la voluntad, asumirá un carácter de fragmentación en el futuro y reivindicará su derecho en los más diversos campos. La humanidad está atravesando inconscientemente un umbral significativo que es bien visible para los ojos del vidente. La humanidad está atravesando, cruzando el umbral de tal manera que las áreas de pensamiento, sentimiento y voluntad se están disociando.
Esto significa, para nosotros, un cierto compromiso: el de configurar la vida exterior de tal manera que el ser humano pueda experimentar en él las nuevas condiciones de la vida interior. A medida que el pensamiento se vuelve más independiente en la vida de la humanidad, es necesario que preparemos un terreno en el que el pensamiento pueda desplegar su actividad de manera saludable, un terreno en el que el sentimiento pueda desplegar su actividad de manera autónoma y un terreno en el que la voluntad pueda desplegar su actividad particular.
Lo que hasta ahora actuó de una manera caóticamente entrelazada en la vida pública, ahora, lo tenemos que configurar en tres ámbitos. Estos tres ámbitos de la vida pública son: la vida económica, la vida estatal o jurídica y la vida cultural o espiritual. Esta necesidad de la trimembración social está relacionada con el enigma de la evolución de la humanidad en esta época.
No hay que pensar que es un invento arbitrario lo que se pretende hacer valer como trimembración social. Ésta fue concebida a partir del conocimiento más íntimo de la evolución de la humanidad y a partir de las condiciones necesarias para que se cumpla el objetivo de tal evolución."
Rudolf Steiner, El aspecto interior del enigma social, sexta conferencia Berlín, 12 de septiembre de 1919, GA 193
Véase también en este glosario: Trimembración interior – disociación del pensar sentir y querer