Trimembración interior - Disociación del pensar sentir y querer

Contenido

Disociación del pensar, sentir y querer en la sociedad / humanidad

El estado anímico-espiritual del pueblo. Falta de responsabilidad y necesaria revolución del pensar, sentir y querer

El pensar, sentir y querer. Dispersos a lo largo de la sociedad

La disociación de las fuerzas anímicas en el camino de autoconocimiento

Entender la necesidad de la trimembración anímica y de la trimembración social

Condiciones para la actuación saludable del pensar, sentir y querer en lo social

Los tres ámbitos sociales como campos de entrenamiento para el pensar, sentir y querer

Los seis ejercicios preliminares

 

Trimembración interior – Disociación del pensar sentir y querer

“Vivimos en una época en la que el individuo debe esforzarse, desde el interior de su conciencia, por encontrar la dirección de su pensar, su sentir y su voluntad. Ya no son tiempos en los que las personas toleran ser guiadas únicamente por la autoridad. Tampoco vivimos en una época en la que la gente puede realmente soportar tener toda su vida organizada.”

Rudolf Steiner, La crisis del presente y el camino hacia el pensar sano, séptima conferencia, GA 335

 

Lo que en nuestra época podemos experimentar como la disociación del pensar, sentir y querer en el individuo, se puede presenciar como disociación (no como distinción consciente) de los ámbitos sociales: economía, derecho y cultura. La autonomía en los tres ámbitos sociales, que en la trimembración social se justifica como cualidad que se pone al servicio de la autonomía de los demás ámbitos, en nuestra realidad social se interpreta con demasiada naturalidad como poder y derecho de imponer los criterios propios en los otros ámbitos sociales. El ejemplo más evidente en nuestras sociedades presentes es la economía que empuja al derecho (la legislación y política hechas a medida de los actores económicos), afectando hasta el ámbito cultural-espiritual.

Como, de acuerdo con la trimembración social, en cada uno de los tres ámbitos sociales prevalece una de las tres facultades anímicas (el pensar en el ámbito cultural-espiritual, el sentir en el ámbito del derecho, el hacer en el ámbito de la economía), se puede hablar de una disociación benigna del pensar, sentir y querer en la sociedad, entendida como fenómeno que afecta a toda la civilización moderna.

En nuestros tiempos, la general tendencia unilateral a los extremos de la vida anímica es más fuerte que nunca. Tal como la persona que se ha propuesto desarrollar y ennoblecer sus fuerzas anímicas puede correr el riesgo de “despotismo”, de pujanza y poder de la voluntad por un lado, y por otro, la tiranía de sus ideas y conocimientos, los mismos dos extremos se pueden producir en forma de despotismo y tiranía del estado (Cómo actuar para promover el impulso de la tripartición del organismo social, segunda conferencia, 1921, GA 338); e inversamente, la actitud despótica y la tiranía ideológica del estado se pueden reducir a los personajes que actúan en el escenario del poder político-estatal.

 

Disociación del pensar, sentir y querer en la sociedad/humanidad

La disociación del pensar, sentir y querer que se puede producir en el individuo si avanza en el camino de la autoeducación esotérica, se está produciendo en la humanidad entera.

Por su parte, también la humanidad entera se encuentra en un estado de evolución, la “época del alma consciente”, en el que el Yo debe tomar las riendas de sus facultades anímicas: pensar, sentir y querer. Pero también ha de alcanzar una sensación de las consecuencias de sus ideas, ideales, actos e impulsos.

En su diagnóstico del estado anímico-espiritual de la sociedad en la gran crisis de la Primera Guerra Mundial y los tiempos subsiguientes, Rudolf Steiner analizó cómo el pensar, sentir y querer estaban repartidos en ciertos grupos de la sociedad.

“La catástrofe de la Guerra Mundial debería hacer que el ser humano aprenda que fue su pensar, sentir y querer, los que le empujaron a dicha catástrofe, y que no habrá salida de ella (aunque adapte otras formas distintas) mientras no desarrolle la firme resolución de una transformación de su alma.”

Rudolf Steiner, El aspecto interior del enigma social, quinta conferencia, GA 193.

 

El estado anímico-espiritual del pueblo. Falta de responsabilidad y necesaria revolución del pensar, sentir y querer

Justo después del fin de la Primera Guerra Mundial, que hizo obvio el estado debilitado del pensar, sentir y querer de la civilización moderna, Rudolf Steiner dedica todo un ciclo a este tema: Bases histórico-evolutivas para la formación de un juicio social. En él se ve obligado a recordar  el estado degenerado del penar general, incapaz de formar un juicio aproximadamente justo de los acontecimientos – en el contexto general de “la corrupción que se ha producido en forma de una distorsión del juicio racional y moral a lo largo de todo el mundo civilizado” (GA 185a, primera conferencia).

El diagnóstico principal de Rudolf Steiner fue el de un pensamiento desconectado de la voluntad y el corazón, y la sensación del pensar, sentir y querer como fuerzas fortuitas de las que no hay que sentirse responsable, donde, como dirá más tarde, “el Yo está deshabilitado, por estar por debajo [no por encima] del nivel del pensar, sentir y querer” (GA 200, 17.10.1920, Dornach)

Como resultado, la voluntad no es percibida como instrumento que da fuerza y calor al pensamiento; tanto a nivel individual yoico, como a nivel del alma del pueblo, que se siente fuera de responsabilidad social ante la potencia victoriosa de la Primera Guerra Mundial, que determinará los destinos futuros. No hace falta buscar ejemplos de la misma ausencia de responsabilidad que nos azota en nuestros tiempos presentes. Si hoy nos cuesta entender cómo fue posible que no había juicios correctos sobre el origen, el sentido y objetivo de la guerra (GA 185a, segunda conferencia), en el presente podemos hacernos preguntas muy parecidas.

La ausencia general de responsabilidad es provocada por varias circunstancias sociales y de la historia de la conciencia humana moderna, entre ellas

== la ausencia de la conciencia, tanto en el individuo como en la humanidad, de cumplir una misión en la tierra (GA 194, décima conferencia),

== la falta de confianza en la realidad y fuerza del pensamiento, por ejemplo, el hecho de considerarlo un mero producto de procesos bioquímicos cerebrales;

== la concepción de las ideas e ideales como algo que no tiene “realidad real” en el sentido del materialismo histórico (GA 185a, quinta conferencia); 

== la actitud de delegar el pensamiento y la producción de ideas a autoridades políticas nacionales o supranacionales (GA 194, undécima conferencia).:

== la opinión que el pensamiento y las otras facultades del alma son resultados fortuitos de procesos desconocidos e imposibles de conocer (GA 185a, séptima conferencia).

La pregunta que Rudolf Steiner plantea es, si todo puede seguir como antes de la catástrofe de la humanidad. La respuesta obviamente es “no”. ¿Pero qué significa esto para el pensar, sentir y querer de la sociedad y de los individuos que viven en ella? El pensar, sentir y querer tendrán que organizarse de una manera que puedan afrontar en cualquier momento las amenazas de la ilusión y de la mentira. Esto significa que deben lograr soberanía y autorresponsabilidad – una tarea de una educación antropológicamente ampliada; el camino pacífico de la revolución social.

 

El pensar, sentir y querer. Dispersos a lo largo de la sociedad

La evaluación sistemática del estado, la ubicación y la cualidad del pensar, sentir y querer en la sociedad, que Rudolf Steiner realiza en el ciclo “Bases histórico-evolutivas para la formación de un juicio social” (GA 185a) incluye entre otras cosas un análisis de cómo el pensar, sentir y querer se distribuyen, distraen y disocian a lo largo de los grupos y clases sociales: el pensamiento es privilegio de la clase burguesa que administra la educación y la diversión cultural. El sentimiento social es un lujo de la clase dirigente que cultiva los sentimientos tradicionales como el amor a la patria y no tiene interés en entender a fondo las cuestiones filosófico-científicas del ámbito cultural-espiritual. La voluntad (de cambio) social reside en la clase baja que, sin embargo, no tiene acceso a una educación e ilustración igualitarias, desde la que los impulsos volitivos se puedan compenetrar con ideas que tengan la fuerza de orientar la concepción del mundo. (GA 185a, 5).

Hoy, las condiciones del pensar, sentir y querer en la sociedad han cambiado. De todos modos, el método de análisis psicológico social puede llevar a resultados parecidos, sobre todo con respecto a la fuerza y al valor que damos al pensar, sentir y querer sociales.


En nuestro presente actual, ya no es posible analizar el fenómeno de la división y distribución de las fuerzas anímicas en la sociedad a través de tres clases sociales, que han dejado de existir en su forma anterior. El aspecto posiblemente más obvio es la ausencia del sentimiento en las frías decisiones políticas estratégicas, en las que la falta la cercanía con el pueblo y la sensibilidad para la dignidad de las personas y del ser humano. La voluntad política carece cada vez más de propios criterios de sentido común y sigue los intereses de pocos.

 

La disociación de las fuerzas anímicas en el camino de autoconocimiento

“Cuando, por ejemplo, surge determinado pensamiento en la conciencia, se le asocia, de acuerdo a leyes naturales, un sentimiento peculiar o se vincula con una volición en secuela igualmente natural. Veamos las reacciones naturales: si al entrar a una habitación encontramos su atmósfera pesada, abrimos las ventanas; si oímos nuestro nombre, atendemos la llamada; si se nos pregunta, contestamos; si percibimos un objeto mal oliente, experimentamos repugnancia. He ahí sencillas asociaciones entre el pensar, el sentir y el querer. Al examinar la vida humana, comprobaremos que todo en ella está basado en tales asociaciones y que la vida ni siquiera se califica de "normal" si no se observa en ella tal asociación entre ese pensar, sentir y querer, resultado de las leyes de la naturaleza humana. Se consideraría contrario a estas leyes si alguien, por ejemplo, experimentara placer al percibir un objeto mal oliente o si no respondiese al hacérsele una pregunta. [...]

En el curso del desarrollo superior del ser humano quedan rotos los vínculos entre las tres fuerzas fundamentales. Al principio, esta ruptura solo acontece dentro del organismo psíquico más sutil, pero en una etapa más elevada, la separación abarcará también el cuerpo físico.  [...]

Así, los órganos del pensar, del sentir y del querer, quedan emancipados de toda dependencia recíproca. En adelante, ya no dependerá la asociación de sus leyes inmanentes, ya que la, despierta, conciencia superior del ser humano será la que la rija. El cambio psíquico que el discípulo observa es que ya no se establece conexión alguna entre una representación y un sentimiento o entre un sentimiento y una volición, etc., a menos que él mismo la cree. Ningún impulso lo impele de un sentimiento a una acción, sino es él quien, libremente, engendra tal impulso. Ahora puede encararse, libre de todo sentimiento, ante un hecho que, antes de su discipulado, le habría suscitado un amor ferviente o un odio amargo; puede permanecer inactivo frente a un pensamiento que antes le habría impulsado a la acción como si fuera espontánea. Por el contrario, ahora puede realizar actos por decisión de su voluntad, decisión que carecería del más ligero móvil para todo aquel que no haya pasado por la escuela de la ciencia oculta. La coronación de los esfuerzos del discípulo es el absoluto dominio de la actividad coordinada de las tres fuerzas del alma; actividad supeditada a su propia responsabilidad.  [...]

Por regla general, las tres fuerzas fundamentales del ser humano, en cualquier momento de la vida no están igualmente avanzadas en su desarrollo. En algunas personas el pensar se ha adelantado al sentir y al querer; en otras cualquier energía psíquica predomina sobre las fuerzas anímicas hermanas. Ahora bien, mientras se mantenga la conexión de estas fuerzas tal como está establecido por las superiores leyes cósmicas, el predominio de una u otra de esas energías no puede causar irregularidad que, en un sentido superior, resulte dañina. Una voluntad predominante queda compensada por el pensar y el sentir, evitando así que la voluntad incurra en excesos. Sin embargo, cuando alguien en quien señoree la voluntad emprenda el camino de la ciencia oculta, el pensamiento y el sentimiento dejarán de ejercer su influencia reguladora sobre la voluntad, que tratará incesantemente de imponer su enorme poder. Si, entonces, tal persona no ha avanzado lo suficiente para poder dominar su conciencia superior y crear por sí misma la armonía, la voluntad seguirá desenfrenada su propio camino, supeditando continuamente a su poseedor. El sentir y el pensar caerán en una impotencia absoluta y la persona actuará como aguijoneada por una voluntad tiránica que lo esclaviza. El resultado será un carácter despótico, que pasa desenfrenadamente de una acción a otra.

La segunda aberración se produce cuando el sentimiento se emancipa de las leyes que lo controlan. Una persona inclinada a la veneración puede hundirse en una dependencia ilimitada, hasta el grado de perder toda voluntad y todo pensamiento personales. En este caso, en vez de llegar al conocimiento superior, tal persona se vería condenada a la más lastimosa anulación y debilidad. Además, de tratarse de un temperamento inclinado hacia el misticismo, podría verse arrastrado por un arrebato religioso sin medida.

El tercer mal surge cuando existe el predominio del pensar, cuyo resultado es una naturaleza contemplativa, hostil a la vida y recluida dentro en sí misma. Para ese tipo de personas el mundo carece de importancia, salvo en cuanto les suministra la oportunidad de satisfacer su sed de saber, exaltada hasta lo increíble. Ningún pensamiento las impulsa a una acción o a un sentimiento; aparecen como seres indiferentes y fríos rehuyendo todo contacto con la realidad ordinaria: les repugna o, en todo caso, ha perdido para ellos todo significado.

He aquí, pues, los tres extraviados caminos hacia los cuales puede el discípulo ir a parar: el despotismo del carácter, el emocionalismo sentimental y el frío, impasible esfuerzo hacia el saber.”

Cómo se adquiere el conocimiento de los mundos superiores, Disociación de la personalidad durante la disciplina espiritual, GA 10

 

Entender la necesidad de la trimembración anímica y de la trimembración social

Los ejemplos de “sencillas asociaciones entre el pensar, el sentir y el querer” que Rudolf Steiner menciona en “Cómo se adquiere el conocimiento” (si al entrar a una habitación encontramos su atmósfera pesada, abrimos las ventanas; si oímos llamar nuestro nombre, atendemos la llamada; si se nos pregunta, contestamos; si percibimos un objeto mal oliente, experimentamos repugnancia), los podemos experimentar a nivel social en los sucesos de nuestros procesos de convivencia y democracia. Por ejemplo, en los casos en los que un responsable político no ve motivo de dimitir tras haber incumplido la Constitución y el pueblo lo acepta como algo natural.

En el actual estado de evolución, la humanidad moderna ha logrado  un estado de disociación de pensamiento, sentimiento y voluntad en el que la inteligencia abstracta y el pensamiento muerto ya no reciben la vida del sentimiento y de la voluntad, un estado en el que el Yo tiene que reinventarse desde sí mismo y volver a transformar el pensar, sentir y querer en una nueva unidad.

"Al estudiar la ciencia espiritual, se estudian al mismo tiempo los impulsos más importantes de la evolución actual de la humanidad. La ciencia espiritual señala, desde las más diversas perspectivas, las necesidades candentes de la vida en el presente. Cuando en “Cómo se adquiere el conocimiento de los mundos superiores”, en el capítulo sobre el Guardián del Umbral se refiere a la disociación del alma humana en los tres miembros del pensar, el sentir y el querer. Al mismo tiempo se presenta el reto, para toda la humanidad, de entender las ideas del organismo social trimembrado.

Así es como son las cosas. Al observar al ser humano individual que cruza el umbral hacia el mundo suprasensible, podemos decir que este alma experimenta en sí la disociación de las vidas pensante, sintiente y volitiva. Y al observar la humanidad actual (en el quinto período postatlante) cruzando el umbral detrás de los bastidores del devenir histórico, entonces hay que decir: la humanidad debe encontrar su vida pensante en un organismo espiritual libre; su vida sintiente, es decir las relaciones de los sentimientos que se producen entre ser humano y ser humano, en el organismo jurídico-político independiente; la vida volitiva en el organismo económico. Mirando las cosas de esta manera, se tendrá los fundamentos correctos y profundos para la necesidad del organismo social trimembrado. [...]

Entonces ustedes se darán cuenta [...] de que en la actualidad las palabras solo adquieren peso y verdadero carácter de pensamiento cuando se las lleva en la dirección correcta, cuando se considera, por ejemplo, que todo lo que debe desarrollarse como vida pensante en el organismo espiritual de la humanidad es el cultivo de las capacidades individuales de las personas, que el valor del individuo debe prevalecer en el organismo espiritual y la democracia en el organismo jurídico-estatal, que tiene que ver con lo que cada ser humano desarrolla como relación con cada ser humano; y que en el campo de la economía debe prevalecer la vida asociativa, que une a las asociaciones profesionales o cooperativas, que surgen por la conexión de la producción con el consumo. [...] Hay que organizar las cosas en sus respectivos ámbitos, separadas en tres miembros autónomos.

Estamos viviendo en una época en la que Ahriman juega a adormecer a los seres humanos con ilusiones sobre las exigencias sociales reales . De esta manera consigue que, como en la antigüedad, se mezclen el organismo de la voluntad y el organismo del sentimiento, es decir, el socialismo y la democracia; y hace que la gente diga: lo que queremos es democracia social. Lo que se pierde en el camino es el ser humano individual, porque hay poco amor por el pensamiento, es decir, se deja al lado el ámbito cultural-espiritual, que es el ámbito en el que el individuo puede ejercer el pensamiento libre.

Con todo ello ustedes entenderán cómo hay que sentir que el juego de pelota que Ahriman está jugando con la humanidad debe ser el punto de partida para desarrollar lo correcto. Y solo se sentirá lo grave de esta necesidad si se contempla el paso del umbral en la quinta época postatlante y si se sabe que, como toda la humanidad vive en el organismo social, debe nacer una estructura trimembrada del organismo social, de la misma manera que, cuando el ser humano individual pasa el umbral, debe producirse una trimembración de su vida anímica."

Rudolf Steiner, Impulsos del pasado y del futuro en el acontecer social. Los trasfondos espirituales de la cuestión social,  novena conferencia, 9 de abril de 1919, GA 190

 

“Lo esencial para toda la humanidad al cruzar el umbral, como debe suceder en el curso de la quinta época postatlante, que es la época del desarrollo del alma consciente, consiste en la disociación bien conocida en las tres facultades anímicas que resulta en una cierta autonomía de ellas. El pensamiento, el sentimiento y la voluntad para toda la humanidad -no estoy hablando del ser humano individual, sino de la humanidad interrelacionada entre sí- no permanecen tan caóticamente fusionados como lo están ahora. La vida anímica de toda la humanidad está estructurada de tal manera que percibe su pensamiento, su sentimiento, su voluntad con más autonomía que antes. Y por eso la humanidad necesitará en el futuro la distribución en los tres ámbitos del organismo social, una distribución que hasta ahora no había necesitado.”

Rudolf Steiner, Impulsos del pasado y del futuro en el acontecer social. Los trasfondos espirituales de la cuestión social, GA 190

 

“Sin tomar conciencia de ello, el alma humana está pasando por un importante punto de evolución. Y relacionado con este punto importante de la evolución está la necesidad de que aprendamos a cambiar de pensamiento acerca del organismo social y que en muchos otros contextos también aprendamos a cambiar de pensamiento en relación con el ser humano.

Ustedes pueden leer cómo el ser humano individual, cuando asciende al mundo suprasensible, comienza a experimentarse en tres miembros separados. Lo pueden leer en "¿Cómo se alcanza el conocimiento de los mundos superiores?”. La fusión del pensar, sentir y querer, que es lo natural para el ser humano en el mundo de los sentidos, [...] esto es lo que la humanidad está experimentando hoy desapercibidamente, en el subconsciente. Se cruza un umbral. La trimembración de la constitución interior humana es diferente a la que existía antes. Esta observación del paso del ser humano por un umbral nos enseña que la estructura trimembrada del organismo social nos es dictada por los fondos espirituales de la existencia.

Si en el futuro queremos volver a encontrar una imagen nuestra en el mundo exterior, de forma que podamos vivir en armonía con él, entonces es necesario que el organismo social esté trimembrado. Estas son indicaciones que la ciencia espiritual ofrece para la trimembración del organismo social.”

Tratamiento científico-espiritual de las cuestiones social y pedagógica, segunda conferencia, 23 de abril de 1919, GA 192

 

Condiciones para la actuación saludable del pensar, sentir y querer en lo social

En el estado evolutivo actual de la humanidad, el ser humano dispone cada vez más de un Yo autónomo; ya no es miembro de un conjunto social en el que tiene la seguridad de que los asuntos sociales sean gestionados por sabios, sacerdotes e iniciados. En nuestra época, el ser humano tiene la libertad de ser educador de sus facultades anímicas.

“Vivimos en una época en la que el individuo debe esforzarse, desde el interior de su conciencia, por encontrar la dirección de su pensar, su sentir y su voluntad. Ya no son tiempos en los que las personas toleran ser guiadas únicamente por la autoridad.”

Rudolf Steiner, La crisis del presente y el camino hacia el pensar sano, séptima conferencia, GA 335

Esto significa que la libertad del ser humano necesita una orientación en el pensar, sentir y querer – una orientación que es dada por la ciencia espiritual antroposófica, y ofrecida por la trimembración social en forma de una organización de la vida externa conforme a las condiciones de la vida interior del ser humano contemporáneo:

 

“Lo que en el ser humano actúa en unión en el pensamiento, el sentimiento y la voluntad, asumirá un carácter de fragmentación en el futuro y reivindicará su derecho en los más diversos campos. Estamos en el proceso en el que la humanidad está atravesando inconscientemente un umbral significativo, perfectamente visible para los ojos del vidente. La humanidad está atravesando este cruce del umbral de tal manera que las áreas de pensamiento, sentimiento y voluntad se están disociando.

Esto significa para nosotros un cierto compromiso: el de configurar la vida externa de tal manera que el ser humano pueda experimentar en él las nuevas condiciones de la vida interior. A medida que el pensamiento se vuelve más independiente en la vida de la humanidad, es necesario que preparemos un terreno en el que el pensamiento pueda desplegar su actividad de manera saludable, un terreno en el que el sentimiento pueda desplegar su actividad de manera autónoma y un terreno en el que la voluntad pueda desplegar su actividad particular.

Lo que hasta ahora actuó de una manera caóticamente entrelazada en la vida pública, ahora, lo tenemos que configurar en tres ámbitos. Estos tres ámbitos de la vida pública son: la vida económica, la vida estatal o jurídica y la vida cultural o espiritual. Esta necesidad de la trimembración social está relacionada con el enigma de la evolución de la humanidad en esta época.

No hay que pensar que sea un invento arbitrario lo que se pretende hacer valer como trimembración social. Esta fue concebida a partir del conocimiento más íntimo de la evolución de la humanidad y a partir de las condiciones necesarias para que se cumpla el objetivo de tal evolución.

Rudolf Steiner, El aspecto interior del enigma social, sexta conferencia Berlín, 12 de septiembre de 1919, GA 193

 

De una de forma más radical, Rudolf Steiner formula el reto de “configurar la vida exterior de tal manera que el ser humano pueda experimentar en él las nuevas condiciones de la vida interior”, en “Los puntos esenciales de la cuestión social”:

“La actual crisis histórica de la humanidad exige que, en cada individuo se formen determinados sentimientos y que el impulso para crear estos sentimientos sea alentado por el sistema escolar-educativo, de la misma manera que se enseñan las cuatro operaciones aritméticas. […] De ahora en adelante se exigirá que el ser humano aprenda a formarse una noción, un sentimiento sano de cómo las fuerzas del organismo social deben actuar para darle vida. Y el ser humano deberá ser consciente de que el situarse en dicho organismo sin tales sentimientos es malsano y antisocial.”

Rudolf Steiner, Los puntos centrales de la cuestión social, II. Cómo pueden resolverse los problemas y necesidades sociales, conforme a lo que exige la realidad de la vida

En el mismo año de la publicación de “Los puntos centrales”, Rudolf Steiner elabora una “Antropología como base de la educación” para los maestros de la primera escuela Waldorf, con las indicaciones fundamentales para la educación equilibrada del pensar, sentir y querer del niño y del adolescente.  (El estudio del ser humano como base de la pedagogía, segunda conferencia, GA 293)

 

Los tres ámbitos sociales como campos de entrenamiento para el pensar, sentir y querer

Reconocer el valor del pensar, sentir y querer propios es algo que la humanidad tiene que literalmente volver a aprender, por más extraño que suene. En 1917, Rudolf Steiner tuvo que advertir a la comunidad científica el valor del sentir y querer, en pie de igualdad junto al pensar idolatrado por la ciencia del cerebro. Dos años más tarde estableció la primera escuela Waldorf libre, en la que tiene importancia central el pensar, sentir y querer en su interacción entre el maestro y el alumno, pero también en la práctica de la autogestión de la escuela.

Las comunidades fundadas en el sentido de la trimembración social (como en una comunidad escolar libre, una comunidad Camphill o una comunidad de economía asociativa) son acondicionadas al trabajo conjunto de tres órganos que representan las esferas de la vida cultural-espiritual libre, del derecho y de la economía y que gestionan los asuntos de estas tres esferas, y sus procesos de autogestión y decisión están acondicionados a una interacción sana del pensar, sentir y querer de todos los miembros de la comunidad. El trabajo de entendimiento y cooperación en las reuniones y conferencias es un campo de entrenamiento para el pensar, sentir y querer, en el que todos participan, del que todos son conscientes y en el que todos saben que el pensamiento se corrige y autocorrige en el intercambio con los demás, ya sea en las negociaciones sobre precio adecuado de un producto en una comunidad de economía asociativa o en las conferencias sobre asuntos personales o pedagógicos en una Escuela Libre Waldorf.

La experiencia del pensar, sentir y querer en acción significa un autoconocimiento que no es posible en entornos en los que los asuntos economía, derecho y misión cultural no son asuntos de todos. El individuo tiene la oportunidad y responsabilidad de dirigir su pensar, sentir y querer, independientemente de si ocupa un puesto de responsabilidad en la empresa o comunidad de la que forma parte.

 

Los seis ejercicios preliminares

Un campo de entrenamiento individual son los seis ejercicios preliminares dados por Rudolf Steiner, de los que los primeros tres van dirigidos al cuidado del pensar, sentir y querer (concentración o dominio del pensar, iniciativa o dominio de la voluntad, ecuanimidad o dominio del sentir, positividad, liberación de prejuicios y equilibrio). Rudolf Steiner indica que estos ejercicios estaban diseñados precisamente para prevenir el peligro de la disociación del pensar, sentir y querer en el individuo que los quiera desarrollar en sí.

 

Autor/traductor:  Michael Kranawetvogl